Revolución o guerra n°24

(Mayo 2023)

InicioVersión para imprimir de este documento Versión imprimir

Continuación de la correspondencia con Bilan & Perspectives (TCI) : ¿Tienen los sindicatos un "papel social" frente al proletariado? ¿Cuál fue la acción política real de los sindicatos en la oleada de huelgas del Reino Unido?

Respuesta de Bilan et Perspectives (20 de marzo 2023)

Bilan et Perspectives al GIIC,

Queridos compañeros,

Respondemos con retraso debido a nuestras obligaciones en este periodo de lucha. Os pedimos disculpas por ello. Por supuesto, estamos “interesados en conocer vuestras críticas y comentarios” sobre nuestras intervenciones durante el movimiento social contra la contrarreforma de las pensiones. También agradecemos vuestra disposición a intervenir juntos y a señalar nuestros acuerdos y diferencias; son apoyos muy valiosos para la defensa y difusión de nuestras posiciones comunes. Pasando al contenido de vuestra correspondencia, hacéis dos críticas esenciales a nuestros volantes en este periodo.

La primera es que “la guerra imperialista se presenta en su volante como un elemento al mismo nivel que la crisis”, escribéis.

Y es precisamente nuestra posición la que subrayamos y confirmamos, a diferencia del GIIC. Las situaciones políticas nunca son blancas o negras, sino multicolores. Hay, en efecto, fenómenos más decisivos que otros, pero nunca son situaciones únicas o exclusivas. Hay conglomerados de causas. Por lo tanto, creemos que la crisis también debe tenerse en cuenta en la situación actual. También se podría haber señalado que es la crisis económica la que empuja a los Estados capitalistas a la guerra. Pero dejemos ese aspecto de la cuestión. Los grandes efectos de la crisis del sistema, ilustrados recientemente por la debacle del banco de Silicon Valley y sus repercusiones en el sistema financiero, no van a detenerse ni mucho menos. Si esta debacle se profundiza, veremos otras consecuencias, primero en la economía de guerra y luego en los enfrentamientos geoestratégicos.

Por ello, le instamos a no simplificar el análisis político y a argumentarlo sobre la base de los hechos. Como señaláis, “la divergencia es menor y no cambia el posicionamiento de clase y... de vanguardia política efectiva de vuestra posición.” Por todo ello, no entendemos cómo la guerra en Ucrania sería un “factor principal, aunque no el único, que dicta los ataques económicos, políticos, ideológicos y represivos de cada burguesía nacional”, en relación con el capitalismo cuya crisis de reproducción parece generalizarse en todas sus dimensiones (sin excluir, por ejemplo, la cuestión del medio ambiente).

La segunda crítica se refiere a la cuestión sindical.

Sobre este tema, se puede leer en la plataforma de la TCI : “Los sindicatos son órganos de mediación entre el trabajo y el capital. Surgieron como negociadores de las condiciones de venta de la fuerza de trabajo de los obreros. No son, y nunca han sido, instrumentos útiles para el derrocamiento del capitalismo. En la era imperialista, los sindicatos, independientemente de su composición social, son organizaciones que trabajan por la preservación del capitalismo, especialmente en los momentos más cruciales en los que está amenazado.” [1]

También, se puede leer en el panfleto Por el comunismo el punto de vista siguiente: “Los sindicatos no traicionan nada ni a nadie, y menos a ellos mismos. Si sabotean las luchas, si nos llevan en direcciones inútiles y, de esta manera, se hacen indispensables para el capital como factores para la negociación y el orden, solo actúan de manera consistente y lógicamente de acuerdo con sus preocupaciones originales, deseando negociar las condiciones comerciales de la venta de la mercancía de la fuerza de trabajo con los capitalistas ‘en el mismo nivel’. (…) No pedimos la construcción de sindicatos nuevos y mejores, que, tarde o temprano, terminarán exactamente en las mismo políticas de representación como las antiguas. Las organizaciones económicas permanentes de la clase trabajadora tienen que entrar en negociaciones con los capitalistas, y por lo tanto, antes o más tarde, aceptar las reglas del juego del sistema de explotación. En el mejor de los casos, este tipo de ’experimento sindicalista’ simplemente repetiría la historia de los últimos doscientos años, pero mucho más rápidamente. El principal problema es comprender que el marco de acción de los sindicatos, legalista y obsesionado con el Estado es una camisa de fuerza, que continuamente subordina la resistencia y la combatividad a la economía y el derecho burgueses.” [2]

Así que reconocemos plenamente, como vosotros, que los sindicatos son órganos de la burguesía dentro de la clase obrera. Al igual que vosotros, “consideramos a los sindicatos como órganos de pleno derecho del Estado capitalista, con vocación y función política anti-obrera y contrarrevolucionaria.” Por todo ello, esto no excluye, e incluso implica en nuestra opinión, que sean capaces de jugar un papel mediador en medio obrero. ¿Cómo, si no, podrían mantener su influencia y encuadrar finalmente al proletariado, si no es desempeñando este papel con un mínimo de éxito? De este modo, os sugerimos que vayáis más allá de la simple y correcta afirmación de que los sindicatos son un pilar del Estado burgués, para identificar las condiciones que sustentan su poder en la clase. Este es el meollo de la cuestión. Y es porque intentan aparentar que pueden defenderla y aportar mejoras en sus condiciones de vida por lo que aún disponen de medios para engañarla y mistificarla.

Una vez más, os pedimos, camaradas, que no simplifiquéis las cuestiones. Cuando se ha comprendido una cosa, el papel de los sindicatos, queda por ver cómo actúan y sobre todo qué hay que denunciar en su actuación en un momento dado. Por un lado está el papel de “asistente social” y por otro, en la lucha, el papel de divisor para llevar la lucha a callejones sin salida. Es más fácil denunciar el papel divisor en las luchas porque todos los trabajadores pueden verlo por sí mismos. Es más difícil denunciar su papel de “asistente social” a nivel individual o colectivo en los convenios colectivos de trabajo. Es ahí donde intentan conservar cierta fuerza.

Cabe admitir que el crédito de los sindicatos ante el proletariado está ciertamente disminuido, pero no por ello nulo. Su capacidad de dirección en el movimiento actual nos lo recuerda. Entonces nos planteamos la siguiente pregunta: si los sindicatos sólo fueran organismos puramente externos a la clase, ¿por qué la clase seguiría teniendo cierta confianza en ellos? Esta visión sólo puede conducir a una comprensión idealista de la cuestión, en la que los engaños y las mistificaciones son el factor dominante; al mismo tiempo, la clase obrera parecería muy estúpida al vincular su destino a órganos cuya experiencia entera la conduce a la derrota.

Sobre estos dos puntos, por el contrario, quisiéramos haceros reflexionar sobre la solidez de vuestro análisis y de vuestra argumentación, que no pueden, desde nuestro punto de vista, conducir a conclusiones políticas realmente fundadas. Recuerdan a los análisis simplificadores y limitados de la decadencia o de la descomposición (que sigue siendo aún más incomprensible). No negamos la decadencia del capitalismo, pero es insuficiente para comprender la evolución del capitalismo, so pena de idealismo. Por tanto, debemos tener en cuenta toda una serie de acontecimientos desde otros ángulos, parámetros, etc.

Decíais que vuestras críticas eran sólo “observaciones críticas” secundarias. Por nuestra parte, creemos que hay diferencias de método que podemos debatir. Plantearían verdaderas diferencias, si no lo cuidáis.

Fraternalmente,

Bilan et Perspectives, TCI, 20 de marzo 2023

Nuestra respuesta del 30 de marzo de 2023:
¿Tienen los sindicatos un “papel social” frente al proletariado? ¿Cuál fue la acción política real de los sindicatos en la oleada de huelgas del Reino Unido?

El GIIC a Bilan et Perspectives,

Queridos compañeros,

Os agradecemos vuestra respuesta que nos permite “señalar nuestros acuerdos y diferencias; (...) apoyos muy valiosos para la defensa y difusión de nuestras posiciones comunes”, como decís. Añadimos que nuestros debates e intercambios deben entenderse como momentos del proceso que conduce a que el partido de mañana pueda adoptar un programa lo más claro posible; y que pueda beneficiarse al máximo de las experiencias anteriores para desarrollar lo más rápidamente posible sus capacidades de intervención y de dirección política en la lucha de clases y en la tormenta histórica que se avecina. Repitamos que, para nosotros, los puntos de divergencia que abordamos en nuestra correspondencia son de orden secundario. Hasta el punto de que algunos de ellos podrían, y sin duda lo son en uno u otro grado, atravesar cada una de nuestras dos organizaciones.

En realidad, ni siquiera estamos seguros de que el primer punto – el de que la guerra imperialista sea o no el factor determinante de la situación histórica – marque una diferencia real entre la TCI y el GIIC. Por eso citamos en nuestra carta un extracto de la plataforma de la TCI y de un artículo de Battaglia Comunista que retomamos. Ambos, nos parece, señalan acertadamente que la creciente afirmación de la dinámica hacia la guerra imperialista generalizada – y no la guerra en Ucrania per se como erróneamente habéis recogido y entendido – “se expresa hoy en el ataque universal a las condiciones de trabajo y de vida del proletariado.” Por nuestra parte, decimos que tiende cada vez más a “determinar” los ataques llevados a cabo por la burguesía contra el proletariado según los momentos y los países. Podemos decir que al menos hasta la crisis del Covid, los ataques de cada burguesía contra el proletariado estaban – globalmente y sin excluir que pudieran haber intervenido otros factores según las situaciones – determinados o dictados en primer lugar por la defensa del capital nacional contra los rivales ante todo, no sólo, en el plano de la competencia económica. Desde entonces, y aún más desde la guerra de Ucrania, cada capital nacional tiende (y sólo tiende) a definir sus políticas “económicas” y sus ataques contra el proletariado, ya no simple y únicamente para la defensa de la competitividad del capital nacional contra sus rivales, sino para las necesidades de la dinámica hacia la guerra imperialista generalizada mediante el desarrollo de economías de guerra como dijo el presidente francés Macron. Ello exige, por ejemplo, políticas de re-localización de los llamados bienes esenciales para no depender de los rivales imperialistas, aunque ello implique pagar más por la fuerza de trabajo a corto plazo. Por tanto, es necesario captar estas convulsiones de naturaleza tanto económica como política, como las de los años 30 con el New Deal y el Frente Popular, en toda su amplitud e implicaciones para desarrollar mejor nuestra intervención en la clase y sus luchas.

La cuestión sindical marca una verdadera divergencia entre la TCI y el GIIC. No es ni de principio ni de fondo. Sin embargo, puede implicar diferencias en el análisis del desarrollo de la lucha de clases y, por tanto, también en la intervención inmediata, como subrayaremos más adelante. “Los sindicatos son órganos de mediación entre el capital y el trabajo”, dice la plataforma de la TCI. Rechazamos esta posición sobre los sindicatos mediadores. Por nuestra parte, nuestra plataforma y nuestras posiciones básicas defienden que “los sindicatos en su conjunto, tanto la dirección como las secciones de base, son órganos de pleno derecho del Estado burgués en medio obrero. Su objetivo es mantener el orden capitalista en sus filas, enmarcar a la clase obrera e impedir, contrarrestar y sabotear cualquier lucha proletaria, especialmente cualquier extensión, generalización y centralización de las luchas proletarias.” (Posiciones de base del GIIC [3]) Esta diferencia no nos impidió desarrollar las mismas orientaciones y consignas durante la movilización obrera en Francia a principios de 2023. No fue el caso en verano, cuando comenzó la oleada de huelgas en el Reino Unido frente a la inflación.

¿Sindicatos y asistencia social?

Pero antes de abordar directamente este punto, tomemos nota rápidamente de la distinción que hacéis en vuestra carta entre los sindicatos como “órganos de pleno derecho del Estado capitalista” – posición que compartéis con nosotros – y su “papel de asistencia social” [4] para basar la posición sobre este papel mediador de los sindicatos. Este papel explicaría por qué “la clase seguiría teniendo cierta confianza en ellos.” Aceptemos por un momento vuestro terreno, el de la asistencia social realizada en ocasiones por los sindicatos “a nivel individual o colectivo en los convenios colectivos de trabajo .”

A nivel individual, el hecho de que tal o cual sindicato o delegado sindical actúe como asistente social, ayude o defienda a un trabajador individual en tal o cual ocasión, sólo tiene un efecto muy limitado e insignificante en “el crédito de los sindicatos ante el proletariado.” Bien por él o ella si el delegado sindical, o el asistente social, o incluso le director de los Recursos Humanos, resuelve su problema particular. Pero, ¿acaso el autobús de la policía que lleva al hospital a un trabajador herido en la carretera cambia el grado de confianza del proletariado, como fuerza colectiva, en la policía burguesa? Además, el argumento nos parece políticamente confuso. En efecto, hace del trabajador individual y atomizado, con un problema personal, un elemento, incluso una expresión, de la relación de fuerza entre las clases. [5] Ahora bien, la relación clase-sindicato, o más ampliamente clase-Estado, se define y debe entenderse como la del proletariado como cuerpo colectivo, incluso en los casos más aislados; es decir, debe incluir a este mismo trabajador individual en el colectivo en lucha, o potencialmente en lucha, de su lugar de trabajo. Y, por experiencia individual y militante, podemos asegurar que incluso el trabajador, a menudo entre los más desfavorecidos y que sufre particularmente la atomización social, que ha tenido que recurrir a algún tipo de asistencia social, se encuentra bastante “diferente”, incluso en su relación con la asistencia social o con el delegado sindical que le ayudó, cuando su lugar de trabajo se encuentra en una lucha colectiva en la que él mismo puede participar y de la que puede sentirse parte activa – aunque sólo sea porque rompe, o tiende a romper, su atomización social cotidiana.

El segundo argumento, a nivel colectivo, sugiere que los sindicatos conservarían su credibilidad ante los trabajadores gracias a lo que se conseguiría en los convenios colectivos de empresa. “¿Cómo, si no, podrían mantener su influencia y encuadrar finalmente al proletariado, si no es desempeñando este papel [mediador] con un mínimo de éxito?” Y en apoyo de esto, citáis un folleto de la TCI, Por el comunismo. Pero precisamente, en otro pasaje de este folleto se afirma que los sindicatos ya no son herramientas eficaces, ni siquiera mínimas, para la defensa de los intereses inmediatos y básicos de los proletarios: “hoy sólo podemos declarar el fracaso absoluto de los sindicatos para defender incluso los intereses más básicos de los trabajadores.” (el subrayado es nuestro) Estamos totalmente de acuerdo con esta posición de la TCI. Y la realidad, sobre todo en los países anglosajones donde los convenios de empresa están institucionalizados, es que muy a menudo, cuando son combativos, los trabajadores rechazan los convenios negociados por los sindicatos. Así, lejos de ser un factor de credibilidad para los sindicatos, estas negociaciones son muy a menudo un factor de descrédito y de denuncia de los sindicatos. Y esto es lo que los comunistas deben subrayar.

Los peligros de la posición sobre el papel mediador de los sindicatos

Abordemos ahora la divergencia fundamental con la TCI, no sólo con B&P, que debe ser confrontada y aclarada lo mejor posible exponiéndola y debatiéndola. Somos muy conscientes de que no convenceremos a la TCI, ni a los camaradas de B&P en particular, del carácter erróneo de esta posición y compartimos su preocupación por no entrar en “vanas polémicas”, peligro que siempre hay que evitar. Sin embargo, esto no nos impide debatirla, en particular señalando las implicaciones políticas de nuestras posiciones. Sólo así podremos, cada uno desde nuestras respectivas posiciones, aclarar y precisar éstas y nuestras propias intervenciones. Si hemos compartido el mismo análisis y las mismas orientaciones de intervención hasta el punto de intervenir juntos en la movilización proletaria en Francia, no es lo mismo para la comprensión de la dinámica de las luchas obreras en el Reino Unido desde el verano pasado.

Ya en agosto, pensamos que era necesario intervenir directamente y sin demora llamando a los proletarios del país a sumarse a las huelgas en curso [6], en particular a las huelgas salvajes, y a renovarlas sin esperar a las jornadas de acción previstas por los sindicatos. Los camaradas de la CWO, por el contrario, pensaban que convenía esperar a que la situación madurara y, por tanto, en efecto, al otoño caliente que anunciaban los sindicatos británicos. [7] Una de las razones de esta diferencia de apreciación, aparte quizás de las diferentes experiencias prácticas de intervención como vanguardia y dirección política de partido, se debe a nuestras respectivas posiciones sobre la cuestión sindical y la comprensión, o el análisis, de las luchas obreras que puede derivarse de ella. Así es como las Notas de la TCI sobre la oleada de huelgas en el Reino Unido [8].

]] nos presentan la dinámica de las luchas obreras del pasado verano:

“Sin duda, el principal motor inmediato [de la oleada huelguista en el Reino Unido] fue el aumento del coste de la vida unido al estancamiento de los salarios. (...) Además, se esperaba que la escasez de mano de obra tras la pandemia inclinara la balanza del mercado laboral a favor de los demandantes de empleo. Un mercado laboral más tenso suele significar más poder de negociación para los trabajadores. Las direcciones sindicales percibieron esta oportunidad y la aprovecharon para enviar boletines para votar sobre la huelga [en realidad, preavisos de huelga legales tras ser votados por los afiliados] en distintos sectores, en gran medida sobre los salarios. Esto afectó tanto al sector público como al privado, pero también principalmente a los centros de trabajo con mayor densidad sindical (...). En algunas ocasiones, los propios trabajadores han tomado la iniciativa y no han esperado a que el sindicato activara el proceso formal.” (el subrayado y la traducción son nuestros)

Sin embargo, en nuestra opinión, la realidad, la realidad política, de la dinámica de esta oleada de luchas fue lo contrario de lo que aquí se describe. De hecho, los sindicatos británicos no organizaron jornadas de acción para aprovechar la oportunidad supuestamente favorable del mercado de trabajo para negociar sobre los salarios. No, las organizaron, en pleno verano, para hacer frente a la creciente combatividad proletaria y a la aparición de huelgas salvajes. Se trataba de contrarrestar esta dinámica, de capearla, de controlarla y de extinguirla. Lo que era primordial aquí, políticamente, no eran las convocatorias sindicales seguidas de huelgas salvajes, sino las huelgas salvajes como expresiones del creciente descontento y combatividad del proletariado en Gran Bretaña. Desde el punto de vista del proletariado, de sus intereses, incluidos sus intereses de base, y de su lucha, el llamamiento de los sindicatos a jornadas de acción era una contraofensiva, o un contrafuego si se quiere, ante el peligro – poco o muy probable – de una generalización de la lucha de clases en el país.

Los camaradas concluyeron que era necesario esperar a que la situación madurara mientras que nosotros pensábamos que era necesario apoyarse sin esperar en la voluntad inmediata de lucha precisamente porque los sindicatos estaban organizando el contrafuego de las jornadas de acción. Pensar que los sindicatos pueden ser hoy mediadores entre el capital y el trabajo deja la puerta abierta a la idea de que pueden agarrar y aprovechar las oportunidades – como dicen las notas – para negociar en el mejor de los casos, aquí, sobre los salarios. Así, su posicionamiento, sus consignas y sus tácticas de organización de huelgas, jornadas de acción, sus tiempos, no pueden ser comprendidos, ni denunciados y combatidos, concretamente, en el terreno mismo de las luchas, ya sea como un momento de sabotaje directo, o indirecto, de éstas, o como verdaderos momentos de la ofensiva o contraofensiva burguesa y estatal contra el proletariado en el curso mismo de la lucha y de las huelgas. Esto no nos permite comprender la dinámica real y los lugares y momentos reales de las diferentes batallas que tienen lugar en una movilización concreta, porque son precisamente los sindicatos los vectores de las principales batallas y apuestas concretas impuestas por la burguesía durante las movilizaciones obreras.

Por eso, antes de que la contraofensiva burguesa, llevada principalmente – no sólo – por los sindicatos, se desarrollara plenamente y fuera eficaz, cabía llamar sin esperar al proletariado a entrar en lucha abierta y a la huelga cuando fuera posible; en el caso británico en agosto (quizá incluso era ya tarde). Al hacerlo, la intervención de los grupos comunistas, mañana del partido, habría estado en primera línea de la lucha y habrían asumido su papel histórico y, al mismo tiempo, concreto-inmediato de dirección política del proletariado. De este modo, el partido y el proletariado pueden competir con la burguesía por el momento y el terreno que ésta elija para atacar o contraatacar, sobre todo políticamente, en el curso de las luchas. De este modo, y de manera inmediata, haciendo suyas las consignas propuestas por los grupos comunistas, el proletariado habría podido aprovechar realmente la oportunidad para desarrollar e imponer una relación de fuerzas que le fuera más favorable y, así, hacer más eficaces las huelgas y la lucha hasta obtener aumentos salariales generalizados y un freno, por supuesto momentáneo, a la degradación de sus condiciones de vida y de trabajo. Pues sólo los métodos y objetivos de lucha planteados por los comunistas pueden permitir la defensa de los “intereses más basicos de los trabajadores.”

Esto, queridos camaradas, es lo que queríamos compartir con vosotros. Esperamos no haber entrado en una polémica vana o inútil a vuestros ojos. En cualquier caso, no es ése nuestro propósito, ni nuestra intención. Estas cuestiones y la situación histórica nos obligan a avanzar lo más posible hacia el partido del mañana. Es nuestra responsabilidad definir lo mejor posible el papel del partido en las luchas de masa que se avecinan y que precederán-prepararán los enfrentamientos masivos que se avecinan entre las clases.

Por supuesto, las páginas de nuestra revista están abiertas a cualquier respuesta, o incluso corrección o aclaración, que consideréis útil.


Fraternalmente, el GIIC, el 30 de marzo 2023

Inicio


Notas:

[4. Merece la pena abordar este punto en particular, aunque lo consideremos totalmente secundario, sobre todo en el caso de los países con un sistema sindical de closed-shop, a menudo anglosajón, en el que hay que ser miembro de un sindicato para ser contratado, o en el que los sindicatos gestionan los sistemas sanitarios o de seguridad social.

[5. En el mejor de los casos, puede ser una expresión muy particular y limitada de la misma, pero en ningún caso un factor como tal.

[6. Os remitimos a nuestro folleto del 20 de agosto de 2022 : http://igcl.org/Dinamica-de-huelgas-salvajes-en-el