Revolución o Guerra n°28

(Septiembre 2024)

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Charleroi, Détroit, Boeing, Volskwagen... Luchas obreras y marcha hacia la guerra imperialista generalizada

Primera quincena de septiembre. Los días 9 y 10 de septiembre tuvo lugar una huelga en la planta Audi del grupo Volskwagen (VW) en Bruselas. Esa misma noche, un enésimo bombardeo sangriento de la aviación israelí causó diecinueve muertos y unos sesenta heridos, que se suman a la macabra lista de víctimas en Gaza. El día 11, el estadounidense Antony Blinken y el británico David Lammy se encontraban en Kiev para discutir sobre el uso de misiles occidentales en suelo ruso. El jueves 12, estalló una huelga en el aeropuerto belga de Charleroi. Y Putin declaró que el uso de misiles occidentales que requieren satélites y especialistas occidentales pondría a los países de la OTAN en estado de guerra con Rusia. La espiral de confrontación imperialista directa entre las principales potencias nucleares cada vez se accelera.

A principios de septiembre. Tras la ruptura de los acuerdos contractuales firmados con los sindicatos y el anuncio de cierres de fábricas, los trabajadores de varias plantas de VW en Alemania se paran de trabajar y se manifiestan en los talleres. Los empleados de los grandes hoteles de Estados Unidos y Canadá se preparan para la huelga. Al mismo tiempo, sigue aumentando el suministro de armas de los países occidentales a Ucrania, por un lado, y de Irán, China y Corea del Norte a Rusia, por otro. Al igual que las masacres en el frente y en la retaguardia. O en Gaza y ahora en el Líbano.

Las concentraciones y protestas en las plantas de Boeing en Seattle, sobre todo por las reivindicaciones salariales, son lo suficientemente importantes como para obligar al sindicato IAM a convocar una huelga. [1] El rechazo del acuerdo del sindicato con la dirección y el 96% de votos a favor de la huelga no le dejan otra opción por el momento, a riesgo de verse desbordado por los trabajadores y desacreditado. Estas demostraciones de combatividad obrera, por limitadas que sean, tienen lugar en un momento en que en Estados Unidos, Europa y el resto del mundo, todos los gobiernos y Estados hacen estallar los déficits presupuestarios para rearmarse y adaptar el aparato productivo a las necesidades de la preparación de la guerra general. Este es el propósito de las Bidenomics lanzada por Biden en Estados Unidos. China y Rusia ya se encuentran en una economía de guerra de facto, debido a las condiciones históricas de su propio desarrollo capitalista.

También en septiembre, el día 9, el antiguo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, presentó un informe sobre El futuro de la competitividad europea [2] para la Unión Europea. A grandes rasgos, retoma los temas y objetivos que el presidente francés Macron había mencionado en su Discurso sobre Europa [3] del 25 de abril de 2024. Una constatación: las potencias europeas son las grandes perdedoras de la actual polarización imperialista. Su poder imperialista, militar y económico se está derrumbando.

¿La respuesta? Defiende un plan europeo que sería la contrapartida de las Bidenomics estadounidense, para recuperar el retraso ante Estados Unidos y China en nuevas tecnologías, IA, semiconductores, etc., en competitividad del capital y productividad del trabajo y, por último, en armamento y capacidad de defensa. Tanto el informe como su presentación [4] ante el Parlamento Europeo dicen mucho de lo que está en juego hoy en día entre las potencias imperialistas, y de paso del debilitamiento de Europa, y del hecho de que la cuestión de la guerra imperialista viene a primar sobre las consideraciones puramente económicas:

« El punto de partida es que Europa se enfrenta a un mundo en rápida transformación. El comercio mundial se ralentiza, la geopolítica se fractura y el cambio tecnológico se acelera. Es un mundo en el que los modelos económicos establecidos desde hace mucho tiempo están siendo cuestionados y en el que ciertas dependencias económicas clave se están convirtiendo de repente en vulnerabilidades geopolíticas. De todas las grandes economías, Europa es la más expuesta a estos cambios. » [5]

Este plan se financiaría con préstamos europeos. Esto dista mucho de ser dada la oposición y los intereses contrapuestos de cada capital nacional; en este caso, la oposición de una parte de los países europeos, en primer lugar Alemania. La guerra en Ucrania y la polarización imperialista resultante han exacerbado las debilidades de las potencias europeas, en primer lugar Alemania. Su dependencia económica del gas ruso, y ahora estadounidense, se ha convertido en una vulnerabilidad geopolítica. Son en gran medida estos retrocesos a nivel imperialista y económico y la ausencia de una respuesta clara hasta la fecha en el marco europeo los que explican, directa o indirectamente, las dificultades políticas y el debilitamiento de las dos principales potencias del continente, Alemania y Francia, que también se manifiestan internamente con gobiernos cada vez más inestables.

Para la burguesía europea es lo mismo que para el resto: la cuestión de la guerra, de la “seguridad” y de la defensa militar, se ha convertido en el factor central para determinar las políticas a seguir.

« Las amenazas a la seguridad aumentan y debemos estar preparados. Para que Europa siga siendo libre, debemos ser más independientes. Debemos tener cadenas de suministro más seguras para las materias primas y las tecnologías esenciales. Tenemos que aumentar nuestra capacidad de producción en sectores estratégicos. Y tenemos que desarrollar nuestra capacidad industrial en defensa y espacio. Pero la independencia tiene un coste. »

¿Este coste? Lo pagará el proletariado. “El coste del desarrollo de nuestra capacidad de defensa será sustancial. (...) En el sector de la defensa, esta consolidación del gasto debería ir acompañada de una integración y consolidación selectivas de la capacidad industrial de la UE, con el objetivo explícito de aumentar la escala, la normalización y la interoperabilidad.” En otras palabras, además de pagar la factura de la explosión de los déficits presupuestarios, el proletariado también tendrá que pagar la reestructuración del capital europeo, su mayor concentración mediante el cierre de fábricas y centros de producción inadecuados para la aceleración de la carrera hacia la guerra y mediante el aumento de la productividad del trabajo. En otras palabras, a través de salarios más bajos, directa o indirectamente como resultado de impuestos y recortes en seguros y otras prestaciones sociales para “reducir los déficits”, a través de una mayor explotación de la mano de obra y, para muchos, a través de despidos – particularmente en sectores que se han vuelto obsoletos, o no “esenciales” para el esfuerzo de guerra.

Para el proletariado de hoy, sólo hay una consigna y una salida si quiere escapar de la miseria y de la guerra: empezar por negarse a pagar la factura.

El 10 de septiembre, unos doscientos trabajadores de la refinería Marathon de Detroit se declararon en huelga para reclamar mejores salarios. Nos atrevemos a decirlo: esta pequeña huelga muestra el camino. O, para ser lo más precisos posible, las manifestaciones proletarias mencionadas muestran cuál es el primer paso que hay que dar para que el proletariado mundial afirme su respuesta a la crisis capitalista y a la guerra imperialista.

Seamos claros: tenemos pocas esperanzas, o ilusiones, de que alguno de los trabajadores de Detroit sea consciente del significado histórico de su participación en la huelga. No podemos descartar la posibilidad de que una pequeña minoría de trabajadores de VW o Boeing establezcan el vínculo entre su resistencia a los ataques contra sus condiciones de vida y la crisis del capital. Pero dudamos mucho de que haya muchos que también sean conscientes de que al hacerlo tienden a elevarse en contra y a frenar la carrera hacia el rearme y la guerra generalizados.

Tanto más cuanto que estas movilizaciones siguen siendo muy limitadas, localizadas, iniciadas y controladas por los sindicatos. Permanecen dentro de los límites legales del “derecho de huelga”. Pueden ser prohibidas y reprimidas en cualquier momento. ¿No es esto lo que demostró una vez más el gobierno canadiense el pasado agosto ante una huelga ferroviaria? [6] La democracia burguesa concede generosamente el “derecho de huelga” a condición de que siga siendo ineficaz desde el punto de vista de la lucha obrera. En particular, que no haya riesgo de una dinámica de extensión y generalización más allá de los sectores y las empresas. Así pues, no sólo en China y Rusia se prohíben y reprimen las huelgas.

Cualquiera que sea el grado de “conciencia” de los propios huelguistas y por pronunciados y grandes que sean los límites y debilidades de estas pocas reacciones proletarias, están abriendo la puerta – a duras penas, somos conscientes – a la única vía en la que el proletariado debe y puede comprometerse: la de la defensa de sus intereses económicos de clase; la de la resistencia colectiva frente a la ineludible agravación de la explotación del trabajo por el capital. Al hacerlo, objetivamente, los doscientos huelguistas de Detroit están frenando – un pequeño grano de arena en el engranaje – la preparación y el esfuerzo bélico del capital estadounidense.

Rechazar colectivamente los sacrificios es el primer paso. Queda mucho camino por recorrer hasta llegar a la única alternativa a la guerra generalizada: la insurrección obrera, la destrucción de los Estados burgueses y la instauración de la dictadura del proletariado. Estas sólo pueden lograrse si el proletariado internacional se dote de su propio partido político, la única fuerza material capaz de llevar estas consignas. Políticamente, desde el punto de vista de la relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado, la etapa “partido” está aún demasiado lejos. Pero para llegar a ella, el proletariado debe dar el primer paso: el paso de la lucha. Esta es la consigna del día. Los pasos siguientes y las consignas que los acompañan, llevados por los comunistas, y a condición de que sean realizados masivamente por los proletarios, seguirán luego a lo largo de la experiencia. No hay otra alternativa a la barbarie del capital y a la tragedia sangrienta que nos promete.

La redacción, 22 de septiembre 2024

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Notas:

[1. Que sigue en el momento de escribir estas líneas.

[3. https://www.elysee.fr/emmanuel-macron/2024/04/24/discours-sur-leurope. Ver también RG#27, Economía de guerra y rearme: las burguesia europeas se preparan a la guerra generalizada (http://www.igcl.org/Economia-de-guerra-y-rearme-las)

[5. Es interesante observar que su conclusión, “en este contexto, todos estamos preocupados por el futuro de Europa”, es la misma que la de Macron el pasado mes de abril: “nuestra Europa de hoy es mortal. Puede morir.”

[6. Esta huelga afectaba a las empresas Canadian National y Canadian Pacific Kansas City.