(Septiembre 2016) |
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Francía : Contra el gobierno y el Estado capitalista,¿ hacia la huelga extendida y generalizada a todos los sectores de la producción ? ¡Es ahora! (21 de mayo de 2016)
Por primera vez desde el anuncio de la "ley trabajo" (conocida como ley El Khomri), las huelgas comienzan a tocar sectores de la producción francesa, principalmente en el transporte: camioneros, trenes, aeropuertos, trabajadores portuarios, marineros... Quien dice huelga sobre los lugares de producción, dice decisión y acción colectiva de clase. Precisamente, es la novedad que puede cambiar la situación y la naturaleza del enfrentamiento con el gobierno PS de Hollande y el Estado capitalista. Es porque, en el momento actual - a mediados de mayo - es ciertamente la última ocasión de enganchar una réplica obrera generalizada y de imponer así una relación de fuerza política de clase que obligue a la clase dominante francesa y su Estado, el gobierno, sus fuerzas políticas de izquierda como de derecha y sus sindicatos, a retroceder. Aunque la ’ley trabajo’ no hace más que “codificar’ en la ley burguesa, de clase, la agravación ya corriente desde hace años de la explotación capitalista, sin embargo su adopción legal todavía aceleraría el deterioro siempre más dramático de las condiciones de trabajo y de vida de los proletarios cualquiera que sea su condición, asalariado, precario, desocupado, estudiante trabajador y retirado, etc.
Los sindicatos y otras «nuit debout» [1] sabotean la lucha obrera generalizada y unida
Una de las particularidades - no la única – de los múltiples días de acción sindical desde principios de marzo precisamente, fue de evitar toda decisión colectiva de lucha a partir de las empresas y a partir de las juntas generales obreras. Así, en ausencia de AG [2] o comités de lucha o de huelga, millones de trabajadores se encontraron forzados a tomar una decisión individual, a partir de su sola convicción personal, en cuanto a su participación en las huelgas de los días de acción y a las manifestaciones en la calle. Mientras el 75 % de la ’población francesa’ estaba contra la ’ley de trabajo’ según los sondeos organizados por la clase dominante, la inmensa mayoría se encontraron aislados unos de otros y en la imposibilidad de sentir la fuerza colectiva de su clase. Esto es, en gran parte, lo que explica al número débil de huelguistas en el momento de los días de acción.
A esto, vino para sumarse la desconfianza frente a la “división de trabajo” organizada entre el gobierno y los sindicatos ’moderados’ (CFDT) por una parte y, por otra, los sindicatos (CGT, FO, SUD...) supuestos ’más ’radicales’, frente a los diferentes días de acción planificados, de antemano, a principios de marzo, con el fin de sabotear toda huelga general unida con todos los sectores – el recuerdo de los fracasos pasados de las movilizaciones obreras masivas de 2003, 2007 y 2010 estando aún en todas las memorias.
A pesar de eso, y a pesar del estado de emergencia seguido a los atentados parisinos de 2015 que permite la interdicción de las manifestaciones y una represión aumentada, la combatividad y la cólera general continuaron expresándose, particularmente en las manifestaciones de calle. ’Jóvenes, menos jóvenes, adultos, ancianos’, asalariados de toda condición y estatus, desocupados, jubilados, estudiantes, alumnos de escuelas secundarias, se encontraron codo a codo frente a una represión policíaca masiva y provocadora (¡y a la qué los servicios de orden sindicales ayudaron en base a golpes de bates béisbol!). Desde las primeras manifestaciones, el 9 de marzo y luego del sabotaje sindical de la huelga generalizada, esto se volvió más evidente a un número más grande. Es frente al vacío así creado – desde el punto de vista de la clase dominante – que fueron organizados a partir del 31 de marzo las ’Nuit debout’. En los días y semanas que siguieron, los medios de comunicación y cadenas televisivas de información no dejaron de hacerle la mayor publicidad. Y con razón: la ideología ’ciudadana y democrática ’ de ’Nuit debout’ vino para reforzar el sabotaje sindical quitando todo carácter de clase a la oposición al gobierno PS y al combate contra el capitalismo. Juzguemos de allí:
« Desde el 31 de marzo, las asambleas se forman donde la gente [y no los trabajadores, los obreros o los proletarios] discute e intercambia. (...) ¡ El humano [sic!] debería estar en el corazón de nuestros dirigentes. (...) Cada día, somos unos millares los que ocupan el espacio público para retomar nuestro sitio en la República ’ (!) (Membrete del Boletín diario Nuit debout, del 22 de abril, subrayamos).
Como si los intereses de clase, de la clase explotada y revolucionaria, podían concordar con la ’República’, es decir con el Estado de la clase capitalista. Como si ’nuestros’ dirigentes, al servicio del capitalismo, podían preocuparse más de lo humano ’ – tal vez los más ingenuos e ignorantes querían decir la clase explotada – que deben mantener a flote ’su’ capital nacional frente a los competidores; y más generalmente, de la supervivencia del capitalismo.
Sin embargo, la crisis del capitalismo es inexorable. Si nosotros, la clase obrera, lo dejamos hacer, sólo puede desembocar en una 3a guerra imperialista mundial, única ’solución’ a la crisis de sobreproducción crónica destruyendo masivamente el excedente de fuerzas productivas, proletarias y material. Colocarse detrás del Estado democrático burgués, no es sólo la seguridad de que fracasen nuestras luchas de resistencia contra el deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo, que no logremos aun a limitar los ataques del capital, ni siquiera de manera temporal, pero también que a los sacrificios económicos crecientes sucederán los sacrificios masivos de nuestras vidas en una matanza imperialista generalizada.
Hay que generalizar y unificar el combate como clase explotada y revolucionaria
Miembros de la clase obrera, de la clase explotada, del proletariado internacional, nuestro sitio no está en la República democrática burguesa que nos envía su policía antidisturbios hoy, y mañana el ejército. Nuestro sitio está en la lucha obrera y proletaria, contra el capitalismo, su gobierno, sus fuerzas políticas de izquierda (PS y PC en primer lugar) como de derecha, sus sindicatos, su policía y su justicia. El Estado burgués no es nuestro Estado. Francia, como todos las demás naciones, no es nuestro ’país’. Los proletarios no tienen ni patria, ni nación, y todavía menos, República democrática burguesa, a defender.
Después de dos meses y medio de vacilación general, el hecho de que, desde el 17 de mayo, ciertos sectores de la producción colectivamente hubieran decidido la huelga y la extensión del combate abastece la ocasión que mucho esperaban para lanzarse a dar pelea. Esperar todavía es un riesgo de hacer fallar la oportunidad de un combate generalizado y unido que pueda hacer retroceder al gobierno y su ataque. Ninguna ilusión: la anulación de esta ley no acabaría con el capitalismo y la explotación. Pero pondría un freno temporal y relativo al agravamiento de la explotación que la burguesía no dejará de promover y reactivar. Y devolvería la confianza al conjunto de la clase obrera, a sus propias fuerzas y a su combate contra el capitalismo.
Entonces, por todas partes dónde es posible - en particular en las empresas más grandes y fábricas:
tengamos juntas generales para decidir la huelga;
nombremos comités elegidos y revocables de huelga;
organicemos delegaciones masivas hacia las empresas y las fábricas próximas;
extendamos y unifiquemos la huelga y la lucha teniendo asambleas abiertas a todos ellos;
- disputemos a los sindicatos y partidos de izquierda, la dirección y el control de la lucha, de las asambleas, las decisiones, las acciones y las palabras de orden. No los dejemos sabotear nuestro combate.
La lucha obrera es tan económica como política; es decir contra el Estado burgués, la organización centralizada por la clase capitalista, su gobierno (sea de derecha o de izquierda) y sus órganos políticos y sindicales, y represivos. A los trabajadores más combativos y conscientes de puestas históricas:
no vacilen en presentarse a la cabeza de este combate político de clase;
reagrúpense en comité de lucha y de movilización ’interempresa’ y ’interprofesional’;
acerqúense, pónganse en contacto, vengan para discutir y para luchar al lado de los grupos revolucionarios comunistas que llevan y asumen, a la vez, este combate político diario y la perspectiva revolucionaria e internacionalista de una verdadera sociedad comunista.
Va por la defensa de nuestros intereses inmediatos, económicos y políticos de clase. Va también por la destrucción de este mundo de miseria y de guerras crecientes.
Grupo Internacional de la Izquierda Comunista (Revolución o guerra), 21 de mayo de 2016.
(Traducido por un compañero de América del Sur).