Revolución o Guerra N° 2

(Septiembre de 2014)

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La “Democracia” es el principal enemigo de la clase obrera

El crecimiento del movimiento revolucionario proletario en todos los países suscita convulsiovos esfuerzos de la burguesía y de los agentes que ésta tiene en las organizaciones obreras para descubrir los argumentos filosófico-políticos capaces de servir para la defensa de la dominación de los explotadores. La condena a la dictadura y la defensa a la democracia figuran entre estos argumentos (Lenin, 1919 [1]).

La utilización de estos “argumentos filosófico-políticos” está más que nunca de actualidad, sobre todo cuando la censura, el “blackout” sobre la realidad de las reacciones obreras por todo el mundo, o incluso la deformación de estas informaciones no logran ya desanimar a los obreros. La “defensa de la democracia” como lo dice Lenin, es decir la defensa de la ideología democrática burguesa, acompaña los ataques cada vez más masivos contra las condiciones de vida del proletariado internacional y busca encadenarlo para que marche detrás del Estado y la Nación. Por lo pronto, se trata de lograr sofocar sus luchas de resistencia; mañana se tratará de entrañarlo directamente en la guerra generalizada. Actualmente, y prácticamente en todos los países, estos “argumentos filosófico-políticos” se enfocan y concretan principalmente a través de las campañas antiterroristas y sobre el “peligro” de la extrema derecha. La utilización de las acciones y amenazas terroristas no sólo dan pretextos para reforzar la vigilancia y la instauración de leyes represivas cada vez más fuertes. Ésta las justifica, las vuelve creíbles ante los ojos de la población, mediante el argumento de la defensa y la protección de ella, pues sólo el Estado, el Estado democrático, podría proporcionarle... mientras que las acciones terroristas son directamente suscitadas y manipuladas, si no es que organizadas, por los servicios de policía del Estado [2] ; o bien son el resultado de manipulaciones y provocaciones de los servicios especializados de los rivales imperialistas.

Igualmente, el resaltar el peligro fascista y de extrema derecha -en Europa en particular- busca renovar las mistificación clásica democrática del antifascismo, la misma que arrastró al proletariado a la segunda guerra imperialista mundial y consagró el periodo más negro de contrarrevolución para la clase obrera. No solamente se ve a partidos de extrema derecha, racistas y xenófobos, destacarse, tal como en las últimas elecciones europeas (en Francia, Hungría, Gran Bretaña, Bélgica...) sino que se ha podido constatar cómo la burguesía griega, aconsejada y dirigida por sus cofrades europeos de la Unión Europea, ha “inflado” al grupo fascista Amancer Dorado y con éste el falso antagonismo democracia-dictadura en el momento mismo en que la movilización obrera se debilitaba y encuadraba. Así, ha acentuado aún más la desorientación y el sentimiento de impotencia de los obreros buscando hacerles olvidar el verdadero antagonismo de clases entre capital y trabajo, entre capitalistas y obreros.

Sin embargo, si bien el proletariado internacional sigue globalmente sometido a la ideología burguesa y en particular a la ideología democrática, si bien las luchas obreras no están al nivel de los ataques recibidos y no logran hacer retroceder al capital, lejos de ello, y si bien los partidos de izquierda y sobre todo los sindicatos mantienen su control sobre las reacciones obreras y las sabotean, no es menos cierto que fracciones significativas de la clase tratan de resistir a las trampas democráticas que se les tiende. Esta resistencia aparece claramente durante algunos conflictos de clase abiertos, durante algunas movilizaciones, cuando los obreros en lucha se niegan a ceder a los cantos de sirenas que llaman, con diferentes tonos, a seguir confiando en la democracia, a colocarse detrás de su Estado (democrático) y a abandonar su combate.

Tal fue el caso en Grecia durante las movilizaciones de 2008-12, por ejemplo, cuando las manifestaciones obreras intentaron cercar, paralizar e incluso invadir el parlamento con el fin de impedirle adoptar las dramáticas medidas de austeridad. Hizo falta que el Estado democrático utilizara la violencia de la milicia del PC stalinista griego (y no la extrema derecha, que hubiera sido incapaz en ese momento) para suplir a la policía y evitar que los obreros invadieran el parlamento. Con menos fuerzas y constancia, otras luchas han tendido a plantear la cuestión del enfrentamiento con el Estado burgués democrático a pesar de los llamados a la unidad nacional y el respeto al Estado -mistificación nacionalista y democrática que se refuerzan una a la otra [3].

Tal fue el caso también -y en qué medida- en Brasil desde 2013 en relación a la organización por ese país de la copa mundial de futbol, verdadero mito nacionalista. Y allí también, en el momento en que la clase obrera de ese país era sometida a una propaganda masiva y permanente sobre la organización de la copa, la clase tendió a resistir a esos llamaos a la unidad nacional y fue en la mayor incertidumbre que la competencia deportiva comenzó. Auxilidada por el conjunto de la burguesía internacional (basta recordar las intervenciones de la Federación internacional de futbol), [4] la clase dominante brasileña tuvo que utilizar la represión masiva y violenta para evitar, en ese momento, el desarrollo de la revuelta obrera; en particular, cuando los trabajadores del metro de Sao Paolo entraron en huelga apenas quince días antes de la copa del mundo, con la posiblidad no solamente de paralizar la realización de los partidos, sino sobre todo con la perspectiva de volverse el impulsor y el factor de unidad de un movimiento generalizado de huelgas y manifestaciones.

Y si, en numerosas otras situaciones y países, la ideología democrática ha logrado hacer desviar el descontento obrero hacia la defensa de la democracia, bajo una forma u otra, tal como durante la “primavera árabe” por ejemplo, no por ello deja de llevarse a cabo un combate ideológico extremadamente importante y de consecuencias históricas. Tanto más por cuanto la mistificación democrática no se limita solamente aparente de la adhesión o de la obediencia al Estado burgués; ni simplemente a hacer creer en la democracia política pura (elecciones, parlamento, etc.) y a negar la realidad de la lucha de clases. La ideología democrática burguesa va mucho más lejos y tiende a impregnar todos los momentos y espacios de la vida social en detrimento de la visión y, sobre todo, de la acción y reflexión colectivas, es decir de clase, como lo ha demostrado y defendido sin descanso el marxismo.

Además de una aceleración y extensión de la circulación del capital y las mercancías, el desarrollo de los nuevos medios de difusión, sobre todo en los países desarrollados, la televisión digital, internet, “redes sociales”, etc., ha permitido el relanzamiento de las ideologías individualistas y democráticas como nunca: del principio burgués “un hombre, una voz” para las elecciones y la selección de gobernantes, la ideología propia de estos avances tecnológicos ha agravado la “enfermedad democrática burguesa” al difundirse ampliamente la idea de que cada quien podría ahora tener acceso a la información sin censura y, sobre todo y aún peor, que cada quien, es decir cada individuo, podría expresarse como quisiera y sin obstáculos gracias a estos medios y sus “redes sociales”. En fin, gracias a las nuevas tecnologías ligadas a internet, ¡la democracia pura estaría finalmente llegando!

Así, pues, es a todos los niveles de la vida social que la ofensiva ideológica burguesa se desencadena actualmente; que la ideología democratista se declina, adaptada, para no solamente contrarrestar el desarrollo de las reacciones obreras y su afirmación contra la burguesía y su Estado, es decir en el plano político (lucha antifascista, antiterrorista, defensa de la democracia, etc.) sino que también sobre el terreno de la práctica cotidiana del combate obrero la ideología democrática se propaga hasta alcanzar todos los rincones y recovecos de la sociedad. El peligro de esta ofensiva ideológica aparece tanto más claramente cuando grupos comunistas, algunos reivindicándose de la Izquierda comunista, ceden también a la presión y se vuelven los apologistas de movimientos tales como los de los “indignados” y demás “occupy”, y de esto modo los relevos de la propaganada democrática sobre las asambleas y la “autorganización” [5], sobre la primacía de la expresión individual en detrimento de la expresión y la lucha colectiva de clase.

Los grupos y minorías políticas comunistas, sobre todo los que se reivindican de la Izquierda comunista, expresiones más altas de la conciencia de clase, son sin embargo los mejor armados para resistir a esta ideología.

Partir de la unidad-individuo para trazar deducciones sociales y bosquejar los planos de la sociedad, o incluso para negar la sociedad, es partir de un presupuesto irreal que, incluso en sus formulaciones más modernas, no es en el fondo más que una reproducción modificada de los conceptos de la revelación religiosa, de la creación, y de la vida espiritual independiente de los hechos de la vida natural y orgáni ca (...) Esta concepción religiosa e idealista no se modifica más que en apariencia en la doctrina del liberalismo democrático o del individualismo libertario: el alma en tanto que chispa del Ser supremo, la soberanía subjetiva de cada elector, o la autonomía ilimitada del ciudadano de la sociedad sin leyes, son otros tantos sofismas que, a los ojos de la crítica marxista, pecan de la misma puerilidad, por resueltamente “materialistas” que hayan podido ser los primeros liberales burgueses y anarquistas. (El principio democrático.- Bordiga por el PC de Italia, 1922).

La lucha teórica y de propaganda contra la ideología democrática burguesa está en el centro de las lecciones y la experiencia del movimiento obrero, de Marx a Lenin, de éste a la Izquierda comunita (italiana en particular). Esta herencia y esta esta experiencia teóricas y políticas son esenciales para los combates históricos masivos entre las classes que se perfilan. Porque según que el proletariado siga sometido o no a esta ideología, logrará o no salirse del terreno capitalista y despejar su propia perspectiva revolucionaria.

Es por ello que le corresponde no ceder ante las campañas antiterroristas y antiextrema derecha. Es cierto que el terrorismo tal como el fascismo son también enemigos de la clase obrera. Pero, sobre todo, son los hijos, el producto del capitalismo y de su “democracia”. Ni el terrorismo, ni el fascismo son el peligro principal para el desarrollo de la defensa de sus intereses de clase y de su combate contra el capital. Estos sirve sobre todo para resaltar y valorizar a la democracia y su ideología. Con frecuencia, son suscitados, u organizados por el Estado democrático mismo. El principal peligro para la clase obrera es, pues, la mentira de la democracia burguesa y la tentación de dejarse entrañar en su defensa, en lugar del combate contra el capital y el Estado burgués.

GIIC, agosto de 2014.

(Publicado en http://igcl.org : 9 de septiembre de 2014)

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Notas:

[1.- Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria, Primer congreso de la Internacional Comunista, marzo de 1919.

[2“El FBI ha ’animado, impulsado y a veces incluso pagado’ a musulmanes americanos para incitarlos a cometer atentados, mediante operaciones montadas cuidadosamente. Es la conclusión de un informe de la ONG Human Rights Watch publicada el lunes 21 de julio (…) ’En ciertos casos, el FBI podría haber creado terroristas de individuos respetuosos de la ley al sugerirles la idea de cometer un acto terrorista’, resume la ONG, estimando que la mitad de las denuncias resultan de acciones montadas o de emboscadas. En el 30% de los casos, el agente infiltrado ha jugado un rol activo en la tentativa de atentado. (Le Monde.fr con AFP, 21-07-2014).

[3.- Esto no es una novedad: durante la primera guerra mundial, fue en nombre de la defensa de la Francia republicana, de la democracia, que los obreros fueron llamados a ir a la guerra contra el absolutismo dictatorial del emperador alemán Guillermo. En Alemania, fue en nombre de la guerra contra el absolutismo del zar ruso y de la defensa de la nación alemana civilizada (democrática).

[4Platini, presidente de la federación europea de futbol: “Hay que decir con firmeza a los brasileños que ellos tienen la copa del mundo, y que deben aprovechar para mostrar las bellezas de su país, su pasión por el futbol, y que si pueden esperar un mes antes de llevar a cabo estallidos sociales, pues estaría bien para Brasil y también para el mundo del futbol. Ya luego se verá.”

[5.- La Corriente Comunista Internacional actual -basta con ver sus apologías de los movimientos “indignados” y del asambleísmo- es la expresión más caricatural a la vez que la más peligrosa.