(Semestral - Octubre 2019) |
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Sobre el periodo de transición entre capitalismo y comunismo
Tomamos la iniciativa de publicar en nuestras páginas la introducción del camarada Fredo Corvo (FC) a los Principios fundamentales sobre la producción y distribución comunista del Groep van Internationale Communisten (GIC de los Paises-Bajos) del 1935 [1] porque contribuye a su manera al debate sobre el período de transición dentro del partido en devenir. En efecto, la introducción retoma y sitúa el debate sobre el período de transición en el marco de la Izquierda comunista y, más concretamente, entre las llamadas Izquierdas comunistas italiana y holandesa. Este es un punto fundamental porque es sólo en este marco teórico-programático que la cuestión puede ser abordada y profundizada aún hoy en día. Si esta cuestión sigue siendo una cuestión "abierta" y si, por otra parte, nuestro Grupo no tiene hoy los medios para pronunciarse decididamente, el hecho es que esta cuestión sólo puede abordarse sobre la base del marco programático y teórico de la Izquierda comunista. Esto excluye efectivamente al Dauvé y a otros "communisateurs" ("comunizadores"’) a los que se refiere el compañero FC en el sentido de que son básicamente anarquistas refinados que utilizan una palabrería "marxista".
Los principios fundamentales que establecen el marco para esta cuestión son el ejercicio de la dictadura del proletariado y la destrucción final del valor como relación social, mercancía y trabajo en primer lugar, que hoy excluye del campo comunista cualquier medida de capitalismo de Estado, aun cuando tales medidas capitalistas pudieran haber sido necesarias para la dictadura de clase en Rusia en el 1918.
Si bien Fredo Corvo y las tesis del GIC se inscriben en este marco, que "autoriza" el debate, no compartimos todas sus afirmaciones y discrepamos en algunas valoraciones, en particular sobre Lenin, quien, según FC y el GIC, tenía confusiones entre la noción de socialismo y la de capitalismo de Estado. Cualquier militante que se tome el tiempo para leer [La catástrofe inminente y las promesas desmesuradas], [Acerca del Infantilismo "izquierdista" y del espíritu pequeñoburgués] y Sobre el impuesto en especie] verá que Lenin era más que claro sobre la naturaleza no socialista de las primeras medidas de la dictadura proletaria en Rusia. El capitalismo de Estado era sólo un medio para luchar contra la pequeña producción mientras se esperaba el refuerzo revolucionario de Occidente. Los camaradas pueden estar en desacuerdo con las medidas tomadas por los bolcheviques, por lo que será necesario tomar una posición sobre los debates de esa época. ¿Avanzaron los populistas, los socialistas-revolucionarios o los mencheviques posiciones más apropiadas, más revolucionarias? Por nuestra parte, reivindicamos plenamente las posiciones de los bolcheviques.
Del mismo modo, no estamos de acuerdo con la afirmación de FC de que la crítica hecha por la revista Bilan – la revista de la Izquierda "italiana" en el exilio – de los Principios Fundamentales sufría de una falta de conocimiento del marco teórico del GIC. Por el contrario, la lectura, por ejemplo, de Marxism and State Communism [2] del GIC refuerza la crítica de Bilan: el GIC siempre propone medidas económicas formales ante la cuestión del poder político, que es para nosotros un deslizamiento muy peligroso hacia el apolitismo. De hecho, incluso en la cuestión de la naturaleza del comunismo, el GIC no está muy lejos en el fondo de la democracia directa querida por los anarquistas y anarcosindicalistas. « Pero si miramos la dictadura del proletariado desde el punto de vista de la transformación de las relaciones sociales, de las relaciones recíprocas entre los hombres, entonces la dictadura es la conquista real de la democracia. El comunismo no significa nada más que el hecho de que la humanidad está entrando en una fase cultural superior, ya que todas las funciones sociales están bajo la dirección y el control de todos los trabajadores, y por lo tanto toman su destino en sus propias manos. En otras palabras, la democracia se ha convertido en el principio de la vida en sociedad. Así, una democracia esencial, arraigada en la gestión de la vida social por las masas trabajadoras, es exactamente lo mismo que la dictadura del proletariado » [3]. Por el contrario, de acuerdo con la tradición "italiana" de la Izquierda comunista, el comunismo no es la extensión de la democracia más pura, sino su abolición concomitante con la abolición de las clases y del Estado. Una sociedad sin clases podrá funcionar armoniosamente sin el mecanismo democrático. Pero antes de alcanzar este objetivo final, habrá todo un proceso en el que la insurrección será sólo el acto fundacional. El establecimiento de la dictadura del proletariado y su ejercicio hasta la abolición de las clases no puede hacerse sin la intervención de militantes quienes, conscientes del objetivo final de las luchas, se verán obligados a ejercer la dirección política hacia el resto de su clase, dando así al proletariado la capacidad política de derrotar a la burguesía y abolir el capital. Este grupo de militantes es el Partido Comunista.
Introducción al texto del G.I.C. sobre la economía del periodo de transición (Fredo Corvo)
Este artículo ofrece una introducción al libro político y económico más importante del GIC. Trata de aclarar los malentendidos más importantes que siguen marcando su recepción.
1. Origen y significado de los "Principios fundamentales"
La obra Principios fundamentales de la producción y distribución comunistas (más tarde abreviado como Principios Fundamentales) del Groep(en) van Internationale Communisten (GIC) es un texto importante de la Izquierda comunista sobre los problemas económicos del período de transición del capitalismo al comunismo. El GIC presenta el valor de los Principios Básicos de la siguiente manera :
« Tan pronto como el gobierno de la clase obrera se ha convertido en un hecho en un país industrializado, el proletariado se enfrenta a la tarea de llevar a cabo la transformación de la vida económica sobre una nueva base, la del trabajo colectivo. La abolición de la propiedad privada es fácil de declarar, y será el primer paso en el sistema político establecido por la clase obrera. Pero se trata sólo de un acto jurídico que pretende proporcionar una base jurídica para el proceso económico real. La verdadera transformación y el verdadero trabajo revolucionario no hacen más que empezar » [4].
El significado de este texto no se limita a responder a las preguntas que surgirán inmediatamente cuando la clase obrera haya tomado el poder político. Los Principios Fundamentales son de mayor interés en el debate entre los juicios hechos por las Izquierdas italiana y germano-holandesa sobre las lecciones de las revoluciones obreras de 1917-1923. Este debate aún se enfrenta a la ignorancia mutua de las opiniones de cada una. Debido a la falta de traducciones completas de la edición final de los Principios Fundamentales de 1935, y a veces debido a la existencia de extractos limitados y a la falta de conocimiento de los estudios preliminares sobre los Principios Fundamentales [5], han surgido todo tipo de malentendidos que han obstaculizado el debate hasta la fecha.
Màs allá de Marx, Engels y Lenin
Los Principios Fundamentales son una elaboración del concepto de una nueva sociedad, un concepto que Karl Marx y Friedrich Engels sacaron de las contradicciones internas del capitalismo y de la acción autónoma de la clase obrera de su tiempo, particularmente en las revoluciones burguesas de 1848 y en la Comuna de París de 1871. En la primera edición de los Principios Fundamentales (en alemán), los editores del GIC relatan que sólo después de completar sus estudios tuvieron conocimiento de la Crítica del Programa de Gotha de Marx. En consecuencia, las medidas económicas propuestas por el GIC ya habían sido presentadas por Marx [6]. Odiando a cualquier escolástica, el GIC analizó críticamente las ideas reformistas de una economía planificada que se había desarrollado después de Marx y Engels. El GIC muestra en los primeros seis capítulos que los bolcheviques aplicaron una concepción capitalista de Estado de la economía planificada en la Unión Soviética, una concepción que habían tomado prestada del reformismo. Además, en su última edición de 1935 en holandés, el GIC critica la variante de economía planificada del comunismo libertario aplicada por el anarcosindicalismo en 1936 en España [7]. Pero sobre todo, el GIC se basa en los movimientos revolucionarios de los consejos de Rusia y Alemania de 1917 a 1923.
Para una buena comprensión de los Principios Fundamentales, es necesario conocer el marco político en el que el GIC propone sus medidas económicas. Como se desprende claramente de la cita anterior, el GIC presupone una revolución proletaria triunfante en la que los trabajadores dominan un territorio industrial de tamaño razonable. En esta revolución, la clase obrera, masivamente organizada en consejos, ha derribado al Estado burgués y, a partir de ese momento, ejerce la dictadura del proletariado a través de estos mismos consejos sobre una sociedad y una economía que todavía presentan casi todas las características del capitalismo. En la medida en que la resistencia de la clase capitalista y otras clases derrotadas se debilita y la revolución proletaria se extiende por todo el mundo, este "Estado obrero" se marchita. Este es brevemente el marco político que el GIC, a menudo se piensa erróneamente, ha descuidado en favor del aspecto "económico". Cabe señalar que la oposición conceptual entre "economía" y "política" es típicamente un enfoque leninista. Los Principios Fundamentales no descuidan el aspecto "político", pero el GIC toma una posición diferente a la de Lenin al enfatizar que la dictadura del proletariado es el ejercicio masivo del poder de la clase obrera por los consejos, y no la dictadura de un partido con la ayuda del Estado. El lector de los Principios Fundamentales no debería esperar un análisis más profundo de la Revolución Rusa porque ese no era el propósito de este texto. Del mismo modo, los Principios Fundamentales no abordan ninguna de las formas superiores de comunismo, sino que se centran en el período inmediatamente posterior a la revolución y en las medidas económicas para garantizar que los trabajadores sigan ejerciendo el poder sobre la sociedad.
Es dentro de este marco político que el GIC se centra en los aspectos económicos de la fase de transición. La clase obrera utiliza el poder que tiene sobre los medios de producción para abolir el trabajo asalariado en todos sus aspectos. Lo hace como clase revolucionaria, empezando decididamente a poner fin a la división entre el trabajo intelectual y el manual y revolucionando las relaciones sociales en tanto que masa organizada en asambleas generales y consejos de empresa. Marx pensaba en esta organización cuando escribió sobre la "asociación de productores libres e iguales". Con esta asociación, las relaciones de producción dan un salto inmediato de la producción con fines de la ganancia a la producción para las necesidades sociales. A largo plazo, la clase obrera llevará la economía de la escasez a la abundancia: así permitirá la integración de las otras clases en la "asociación de productores libres e iguales", en la que el trabajo se transformará en el desarrollo de la personalidad única de cada individuo. El principio del consumo de cada uno según las necesidades se extenderá a una parte cada vez mayor de la producción.
[Aquí sigue una breve biografía de Jan Appel, quien fue el redactor principal de los Principios Fundamentales, que no podemos reproducir debido a las limitaciones de espacio. A continuación, se recuerda que este texto fue preparado por « tres estudios preliminares ». El primero se refiere « directamente a la experiencia práctica de la revolución en Rusia » y el segundo es « el problema de las relaciones entre la industria y el sector agrícola ». El tercer estudio, Marxisme et communisme d’État : le dépérissement de l’État, « critica la identificación de la nacionalización con la socialización y del capitalismo de Estado con el socialismo », nota de la redacción.]
2. Malentendidos y anti-critica
En lo anterior, se hizo referencia a los malentendidos que han surgido a lo largo del tiempo debido a las deficientes traducciones y resúmenes de los Principios Fundamentales, así como a la falta de conocimiento de los tres estudios preliminares. Esta sección presenta los más importantes de estos malentendidos y los corrige con referencias a la versión de 1935 de los Principios Fundamentales.
La primera crítica fue la de Hermann Gorter cuando presentó el primer borrador de Jan Appel. Lamentablemente, esta crítica sólo se transmitió oralmente. El uso de Gorter a El Estado y la Revolución de Lenin para apoyar su opinión de que la producción debería organizarse de la misma manera que la oficina de correos y los servicios ferroviarios fue respondido por Appel en su crítica de Lenin en la versión original alemana de 1927 del folleto del GIC : Marxisme en staatscommunisme; het afsterven van de staat [8].
Supuestos ideales de igualdad absoluta
Anton Pannekoek también se mostró inicialmente escéptico y no quiso escribir una introducción a lo que consideraba un plan utópico. Después de leerlo, resultó que se trataba más bien de una crítica a la opinión de que la organización de la producción debía ser llevada a cabo por el Estado [9]. En su libro De Arbeidersraden (1946), Pannekoek dedicó diez páginas a resumir los Principios Fundamentales [10]. En su libro de referencia sobre la Izquierda comunista holandesa y alemana, Bourrinet sugiere que Pannekoek critica "implícitamente" los Principios Fundamentales en De Arbeidersraden. Entre otros muchos conceptos erróneos, que muestran que el autor no está familiarizado con la versión de los Principios Fundamentales revisada y corregida en 1935, Bourrinet asume erróneamente que el GIC utiliza una idea absoluta de "justicia" y "distribución equitativa" [11].
En su introducción a la re-edición de la primera edición alemana en 1970, Paul Mattick ya había criticado la distribución fundada sobre las horas de trabajo que el GIC proponía al principio de la fase de transición. Además, esta introducción contiene todo tipo de puntos que son interesantes para la discusión, pero que van más allá del alcance de este texto. « Las posibles injusticias de una distribución ligada al tiempo de trabajo » que Mattick indicaba, a saber, que a pesar de la igualdad formal no hay igualdad ni en el trabajo ni en las condiciones de vida de los trabajadores, eran conocidas tanto por el GIC como por Marx, y la solución esencial es la evolución hacia una etapa superior del comunismo en la que lo que prevalecerá es tomar según las necesidades y dar según las capacidades. Mattick simplifica el problema partiendo de la hipótesis según la cual « en los países capitalistas avanzados (...) las fuerzas sociales de producción están suficientemente desarrolladas para producir medios de consumo abundantes » y que « en las condiciones de una economía comunista, es posible producir una abundancia de medios de consumo, lo que hace superfluo el cálculo de la participación individual [al trabajo colectivo] » [12]. Primero, no sabemos cuál serán las devastaciones causadas por la destrucción del medio ambiente, las guerras imperialistas, las crisis económicas y la guerra civil entre el capital y el trabajo, que la victoriosa clase obrera heredará del capitalismo. En segundo lugar, Mattick no hace la pregunta: ¿Quién trabajará si el consumo es gratuito? La transición de la escasez a la abundancia en las formas superiores del comunismo no es sólo una cuestión de desarrollo técnico de las fuerzas productivas. La revolución es también la "auto-educación" de las fuerzas productivas humanas a través de la cual « la clase [el proletariado] que derroca a la otra, barr[e] toda la podredumbre del viejo sistema que sigue pegándola y [es] capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases » [13].
Fue en el seno del grupo Daad & Gedachte, sobre la base de su propio resumen de los Principios Fundamentales, donde a finales de los años setenta surgieron los debates sobre las desigualdades existentes de pago, si se calculan sobre la base de las horas trabajadas. Además de interesantes propuestas para compensar estas desigualdades, el grupo propone ideas de igualdad que no se encuentran en los escritos del GIC [14].
Al inicio del período de transición, cuando la sociedad todavía tiene las características del capitalismo, el término ’libertad’, que aparece en la "asociación de productores libres e iguales", tiene una connotación negativa, ya que se opone a la de opresión, y no todavía la connotación del libre desarrollo de las cualidades únicas de cada individuo. Del mismo modo, el término ’igualdad’, inmediatamente después de la revolución proletaria, nos recuerda que la igualdad formal de la ley civil de los "productores iguales" oculta todo tipo de formas reales de desigualdad. La igualdad se aborda en los Principios Fundamentales de 1935 en el Capítulo IX bajo el título ’Rechtvaardige’ verdeling ?’ :
« En la producción comunista, por lo tanto, pedimos que el tiempo de trabajo sea la medida del consumo. Cada trabajador determina por su trabajo al mismo tiempo su parte en las reservas sociales de bienes de consumo.
O, como dice Marx: « La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra distinta » [15]. (Véase el final del capítulo III).
Esto se interpreta erróneamente como una distribución "justa" del producto social. Y es cierto en el sentido de que nadie puede cruzarse los brazos, como lo hacen los accionistas cuando su única ocupación es cobrar dividendos. Pero la justicia no va más allá de este caso. A primera vista, parece que se han abolido todas las diferencias salariales y que todas las funciones de la vida social, ya sean intelectuales o manuales, otorgan los mismos derechos a las reservas sociales. Pero si miramos más de cerca, la ley de igualdad funciona de manera muy injusta.
Tomemos a dos trabajadores, que dan a la sociedad lo mejor de sí mismos. Pero uno es soltero, mientras que el otro tiene una familia con cinco hijos. Otro está casado, pero el marido y la mujer trabajan de modo que tengan un "doble" ingreso [16]. En otras palabras, el mismo derecho a los recursos sociales se convierte en una gran injusticia en el consumo práctico
Por lo tanto, la distribución según la regla del tiempo de trabajo nunca puede resultar de la justicia. La regla del horario de trabajo tiene los mismos defectos que cualquier otra regla. Esto significa: una regla justa no existe y nunca puede existir. Cualquiera que sea el criterio elegido, siempre será injusto. Esto se debe a que usar un baremo significa ignorar las diferencias individuales en las necesidades. Una persona tiene pocas necesidades, otra tiene muchas. Un hombre puede satisfacer todas sus necesidades con su asignación de suministros, mientras que a otro le faltan todo tipo de cosas. Dan todo lo que pueden a la sociedad, pero los primeros pueden satisfacer sus necesidades y los segundos no.
Esta imperfección es inherente a cualquier baremo. En otras palabras, la definición de una medida del consumo es una expresión de la desigualdad en el consumo
La exigencia de igualdad de derechos sobre las reservas sociales no tiene nada que ver con la justicia. Por el contrario, es una exigencia política por excelencia que estamos haciendo como asalariados. Para nosotros, la abolición del trabajo asalariado es el punto central de la revolución proletaria. Mientras el trabajo no sea la norma para el consumo, existe un ’salario’, ya sea alto o bajo. En cualquier caso, no existe una relación directa entre la cantidad de bienes producidos y los salarios. En consecuencia, la gestión de la producción, la distribución de los bienes y también la plusvalía así producida recaen necesariamente en las "autoridades superiores". Sin embargo, si el tiempo de trabajo es el criterio adoptado para el consumo individual, significa que se ha suprimido el trabajo asalariado, que ya no se produce ningún plusvalía y que, por lo tanto, ya no es necesario que los "organismos superiores" distribuyan el "ingreso nacional".
La necesidad de un derecho igual sobre los recursos sociales no depende, por tanto, de la "justicia" o de cualquier otro tipo de evaluación moral. Se basa en la convicción de que sólo de esta manera los trabajadores asalariados pueden retener el control de la economía. Es a partir de la "injusticia" del derecho igual que la sociedad comunista comenzará a desarrollarse » [17].
Incomprensión del marco político
En cuanto a la Izquierda italiana en el exilio, hizo una crítica más política de los Principios Fundamentales. Sin embargo, Mitchell, en un artículo muy largo en Bilan, de 1936 a 1937, ignoró las premisas políticas encontradas tanto en los estudios preliminares como en la edición de 1935 de los Principios Fundamentales. Por lo tanto, su conclusión equivale en parte a afirmar lo obvio :
« En la próxima revolución, el proletariado ganará independientemente de su inmadurez cultural y sus deficiencias económicas, siempre y cuando no dependa de la "construcción del socialismo" sino del desarrollo de la guerra civil internacional » [18].
Hennaut ya había escrito un resumen en francés de los Principios Fundamentales para Bilan en 1936 [19]. Conociendo la edición holandesa, Hennaut formuló en 1935 con mucha más cautela y precisión lo que Bilan estaba pensando sobre la cuestión del Estado proletario :
« Por eso una revolución, por muy "madura" que sea, no puede ser nunca un proceso mecánico. Es posible que esta no sea la opinión de nuestros camaradas holandeses y que la brecha que señalamos sólo se deba a la necesidad de abstraer de alguna manera y mostrar, en aras de la claridad de la exposición, que el desarrollo económico está completamente separado de la intervención política, pero es importante aclarar este punto. Es cierto que en alguna parte afirman que el Estado sigue siendo necesario para el proletariado después de la toma del poder. Es un "Estado" de naturaleza particular, que ya no es, en realidad, un Estado, como Lenin, después de Marx, mostró. Es un Estado que "no puede dejar de marchitarse", mientras que el marxismo ha subrayado que el Estado es siempre el instrumento de opresión de una clase a otra. Es posible que, en aras de la claridad de la exposición, el término "Estado proletario" tenga que ser sustituido en la terminología por otro más apropiado. Pero con estas explicaciones, se comprenderá nuestras críticas. La presentación de los holandeses afirma la necesidad de un "Estado proletario" que no pueda escapar a su función de instrumento de represión de la contrarrevolución » [20].
La Izquierda italiana ha presentado posiciones interesantes sobre el Estado en la fase de transición en Bilan y Internationalisme. Desafortunadamente, la discusión entre las posiciones de la Izquierda Comunista Italiana y la Izquierda Comunista Holandesa ha estado bloqueada durante décadas debido al desprecio al marco político que ha utilizado el GIC [21]. Algunos de estos persistentes malentendidos han sido difundidos por Gilles Dauvé.
Después de mayo de 1968, la Izquierda holandesa y alemana fue re-descubierta en Francia. Este re-descubrimiento ocurrió bajo el disfraz de ilusiones pequeñoburguesas y artesanales de "autogestión obrera" económica en fábricas aisladas ocupadas – por ejemplo, la fábrica de relojes LIP [en Francia, ndt] – dentro del capitalismo. Después de que algunos textos comunistas de consejos se tradujeran de nuevo o se publicaran de fuentes poco claras, Authier y Barrot (este último seudónimo de Gilles Dauvé) publicaron en 1976 una primera historiografía en francés de La Gauche communiste en Allemagne 1918-1921. Los autores reiteraron las críticas de Bordiga a la supuesta obsesión de la Izquierda comunista alemana por las formas de organización (consejos, partidos) en detrimento de su contenido, es decir, el programa comunista. Bordiga indicó que mientras el Partido Comunista de Rusia en el poder se adhiera aunque sólo sea "programáticamente" a la revolución mundial, Rusia será gobernada por una dictadura del proletariado. Bordiga no identificaba el capitalismo de Estado y el socialismo, como hace Lenin en El Estado y la Revolución antes de la Revolución de Octubre. Bordiga se reclamaba de las declaraciones de Lenin en el momento de la lucha contra los comunistas de izquierda [la fracción Bukarin del 1918, nota del traductor], y más tarde en la defensa de la NEP. Lenin, que se había vuelto más analítico después de la Revolución de Octubre, defendía el capitalismo de Estado como un avance económico hacia el socialismo, pero lo cualificaba de capitalismo. Con respecto a estas sutilezas significativas en la defensa del capitalismo de Estado por Lenin y Bordiga, es importante destacar que Bordiga aceptaba la sustitución leninista de la actividad y organización de masas por la organización minoritaria del partido, mientras que las Izquierdas holandesa y alemana se unieron a la posición de que los consejos obreros son los órganos de masas de la dictadura del proletariado. Pero esta visión es rechazada, en un estilo leninista, desde el punto de vista substitucionista del bordiguismo, como expresando la prioridad de la forma organizativa sobre el contenido programático, si no simplemente como "economicismo". Con el uso bordigista de la primacía del programa, Authier y Barrot describieron a toda la Izquierda germano-holandesa como "consejista" [22], negándole su carácter "comunista".
El mayor crimen que el GIC ha cometido a los ojos de Authier y Barrot es proponer la introducción de la hora media de trabajo socialmente necesaria como unidad de cálculo en una economía que todavía conoce la escasez. Al introducir una unidad de contabilidad general, se mantendrían las relaciones de valor. Para demostrarlo, invocan a Bordiga, que durante mucho tiempo había sido el único que había repetido que el comunismo ya no tiene ningún valor. Los cálculos debían aplicarse únicamente a las cantidades físicas, « pero no con el fin de cuantificar, regular, un intercambio que ya no existe » [23]. Es en este contexto que Authier y Barrot se refieren a dos fragmentos de la vasta obra de Bordiga sobre la Estructura Económica y Social de Rusia hoy en día [24]. Sin embargo, se afirma en primer lugar en estos fragmentos que, en el socialismo, la acumulación de valores es reemplazada por la producción de valores de uso (p. 191). En segundo lugar, Bordiga indica que los bolcheviques utilizaron la moneda como medio de cálculo en su planificación, y está de acuerdo con Bujarin cuando expresa su preferencia por la planificación en especie o en cantidades físicas (p. 205). Los bolcheviques aplicaron esta planificación en especie durante el comunismo de guerra, que fue generalmente reconocido como un completo fracaso, después de lo cual se introdujo la NEP. La planificación en cantidades físicas ha sido analizada por el GIC en los Principios Fundamentales [25].
Authier y Barrot se refieren a la crítica de Proudhon por parte de Marx como segundo argumento contra el tiempo de trabajo como unidad de cálculo. Sin embargo, en 2013, David Adam demostró que las propuestas del GIC están totalmente en línea con las de Marx. A través de sus aventuras políticas, Barrot/Dauvé se convirtió en el principal ideólogo del movimiento de "comunización" [26].
Ante el argumento de Adam, Dauvé le dio la espalda a Marx :
« En Critique of Socialist-Money Schemes & the Myth of council Communism’ Proudhonism,
(libcom.org, 2013), David Adam refuta mi anterior crítica a la visión consejista del comunismo argumentando que la noción del valor del GIC es la misma que la de Marx. El hecho de que la discusión se haya vuelto bastante difícil no es ni de David Adam ni mío, es sólo porque el tema es complicado. En el pasado, quise cuestionar al GIC en nombre del análisis del valor de Marx haciendo una referencia particular a los Grundrisse. Ahora planteo el argumento de que hay algo muy discutible en la propia visión de Marx, tanto en El capital como en los Grundrisse, que el GIC siguió los pasos de Marx y que fue un error hacerlo: lejos de ser un instrumento de medición útil y justo, el tiempo de trabajo es consanguíneo con el capitalismo. Es más que un vínculo causal: el tiempo de trabajo es la sustancia del valor. Marx fue ciertamente un precursor del proyecto consejista » [27].
En aras de la exhaustividad, cabe señalar aquí que el libro de Bordiga, Estructura económica y social de Rusia hoy, contiene un capítulo en el que menciona los bonos de trabajo (con el número de horas trabajadas) que Marx, en su Crítica del programa de Gotha, proponía como un derecho al consumo durante la primera etapa de la sociedad socialista. Bordiga dice que en la Unión Soviética, el se encontró con todo tipo de categorías puramente capitalistas como dinero, ahorros, cuentas bancarias, intereses, crédito, pero nunca con estos certificados de trabajo [28]. Esto hace que la llamada de Dauvé a Bordiga sea por lo menos cuestionable.
Ya se ha hablado bastante de los persistentes malentendidos sobre los Principios Fundamentales debido a la falta de conocimiento del texto en cuestión, en particular en el mundo francófono. Y finalmente, dejemos que el GIC hable por sí mismo.
La dictatura económica del proletariado
Fue bajo el título "La dictadura económica del proletariado" que el GIC presentó su visión política en la edición de 1935 de los Principios Fundamentales :
« Finalmente, debemos dedicar unas palabras a la dictadura del proletariado. La dictadura es algo obvio para nosotros, y por lo tanto no necesitamos necesariamente hablar de ella, ya que la realización de la vida económica comunista no es diferente de la dictadura del proletariado. La aplicación de la economía comunista no significa nada más que la abolición del trabajo asalariado, que conduce a la igualdad de derechos de todos los productores a las reservas sociales. También es la abolición de los privilegios de ciertas clases. La economía comunista no da a nadie el derecho a enriquecerse a costa del trabajo de los demás. El que no trabaja, no come. La aplicación de estos principios no es en absoluto "democrática". La clase obrera los implementa con la lucha más violenta y sangrienta. No se puede hablar de "democracia" en el sentido de la cooperación de clases, como la conocemos hoy en día en los sistemas parlamentarios y sindicales.
Pero si miramos la dictadura del proletariado desde el punto de vista de la transformación de las relaciones sociales, de las relaciones recíprocas entre los hombres, entonces la dictadura es la conquista real de la democracia. El comunismo no significa nada más que el hecho de que la humanidad está entrando en una fase cultural superior, ya que todas las funciones sociales están bajo la dirección y el control de todos los trabajadores, y por lo tanto toman su destino en sus propias manos. En otras palabras, la democracia se ha convertido en el principio de la vida en sociedad. Así, una democracia esencial, arraigada en la gestión de la vida social por las masas trabajadoras, es exactamente igual a la dictadura del proletariado.
Una vez más, estaba reservado para Rusia el convertir esta dictadura en una caricatura al presentar la dictadura del partido bolchevique como la dictadura de la clase proletaria. De esta manera, ha cerrado la puerta a una verdadera democracia proletaria, es decir, a la administración y dirección de la vida social por las propias masas. La dictadura del partido es la forma en que se frustra la dictadura del proletariado.
Además del significado social de la dictadura, veamos su contenido económico. En el ámbito económico, la dictadura actúa de tal manera que impone una aplicación general de las nuevas reglas sociales a las que está sujeta la vida económica. Los mismos trabajadores pueden añadir todas las actividades sociales a la economía comunista si aceptan sus principios, si implementan la producción para la comunidad bajo la responsabilidad de la comunidad. Todos juntos ponen en práctica la producción comunista.
Es obvio que las diversas áreas del sector agrícola no seguirán inmediatamente las reglas de la vida económica comunista, es decir, no se unirán a la comunidad comunista. También es probable que algunos trabajadores entiendan el comunismo de tal manera que quieran dirigir empresas de forma independiente, pero no bajo el control de la sociedad. En lugar del capitalista privado del pasado, sería entonces la organización de la empresa la que actuaría como "capitalista".
En este sentido, la función específica de la dictadura económica es organizar el sector económico de acuerdo con las normas generales, en las que la contabilidad social de la oficina general de contabilidad cumple una función importante. En las cuentas sociales, encontramos el registro de los flujos de bienes en la vida económica comunista. Esto no significa nada más que aquellos que no forman parte del sistema de contabilidad social no pueden obtener materias primas. En efecto, en el comunismo, nada se "compra" o "vende". Los productores sólo pueden obtener productos y materias primas de la comunidad para su distribución o transformación adicional. Por otro lado, aquellos que no desean incluir su trabajo en el proceso de trabajo socialmente regulado se excluyen de la comunidad comunista. Así, la dictadura económica conduce a la autoorganización de todos los productores, ya sean pequeños o grandes, industriales o agrícolas. En realidad, esta dictadura es inmediatamente abolida tan pronto como los productores integran su trabajo en el proceso social y trabajan de acuerdo con los principios del control social y la abolición del trabajo asalariado. Por lo tanto, es también una dictadura que ’muere’ automáticamente tan pronto como se establece toda la vida social sobre los nuevos cimientos de la abolición del trabajo asalariado. También es una dictadura que no ejerce su poder usando la bayoneta, sino que procede con las leyes económicas del desarrollo del comunismo. No es el "Estado" el que ejecuta la dictadura económica, sino algo más poderoso que el Estado: las leyes del desarrollo económico » [29].
Los Principios Fundamentales ciertamente no proporcionan la última palabra sobre las medidas que los consejos obreros podrán tomar después de su conquista del poder político. Pero es el GIC que hasta ahora ha producido el análisis más completo y profundo de las experiencias revolucionarias del período 1917-1923. Corresponde a las nuevas generaciones de trabajadores revolucionarios avanzar utilizando como un peldaño lo que se logró hace cien años.
Notas:
[1] . Fue publicado en español pero no tenemos el libro y tampoco es disponible en el web al nuestro conocimiento. Aparece en francés en : https://bataillesocialiste.files.wordpress.com/2010/06/gic_1930.pdf [note de la rédaction] ou encore à https://docplayer.fr/21586849-Fondements-de-la-production-et-de-la-distribution-communiste.html. O en inglés : https://www.marxists.org/subject/left-wing/gik/1930/index.htm.
[3] . http://www.left-dis.nl/, subrayado y traducido por nosotros.
[4] . GIC, « Marxisme et communisme d’État : le dépérissement de l’État » - Amsterdam : Groepen van Internationale Communisten, 1932. La cita es idéntica al del primer parafo de Max Hempel (pseudonimo de Jan Appel), Marx-Engels und Lenin : Über die Rolle des Staates in der proletarischen Revolution [« Marx-Engels y Lenin : Sobre el papel del Estado en la revolución proletaria »], in Proletarier (Berlin) n° 4-6, mayo 1927. Se puede considerar que ambos textos corresponden completamente con los Principios fundamentales y que pueden ser considerados como su estudio preliminario.
[5] . Para una visión general exhaustiva de las diversas publicaciones vinculadas a los textos completos, véase www.aaap.be. Si busca un breve resumen de los Principios Fundamentales, se puede elegir entre los siguientes títulos, que se enumeran aquí desde los más simples hasta los más complejos: Spartacus 1961 (original en holandés), Mattick 1938 parte 1, parte 2 (original en inglés), o Mattick 1934 (original en inglés).
[6] Ver Principes fondamentaux de production et de distribution communistes, 1930, chap. XIX. El GIC dice en su versión alemana que « Estas glosas marginales sólo estaban disponibles después del final de nuestro estudio ».
[7] GIC, Principes fondamentaux de production et de distribution communistes, 1930, chap. I à VI. GIC, « Les fondements théoriques de l’ouvrage : "Principes fondamentaux de production et de distribution communistes" », 1931, voir aaap.be. La edición de 1935 viene con respuestas a varias críticas. Desgraciadamente, nunca fueron traducidas del neerlandés a otros idiomas.
[8] GIC, Marxisme et communisme d’État : le dépérissement de l’État - Amsterdam : Groepen van Internationale Communisten, 1932.
[10] . Anton Pannekoek, Les conseils ouvriers [Los consejos obreros, traducido del inglés]. – [Paris] : Bélibaste, [1974]. – 499 p., Éditions Spartacus, [en dos tomos], 2010.
[11] . Para ver la última versión corregida en inglés: The Dutch and German Communist Left (1900-68), Brill, p. 358/363. Bourrinet prepara actualmente una edición nueva en francés, ver Pantopolis. La primera edición de esta tesis [al origen universitaria, nota del GIGC] fue también distribuida por la CCI como siendo su trabajo colectivo. Ver también la crítica de Fredo Corvo : « Council communism or councilism? - The period oftransition ».
[12] . Ver Introduction/ Paul Mattick [traducido por la redacción de Revolución o Guerra].
[13] . Marx/Engels : L’idéologie allemande. Traducimos de la versión francesa ya que difieren las versiones de La ideología alemana según los idiomas, incluso en la ordenanza de los capítulos. He aquí la versión que logramos conseguir en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/2.htm : « la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases » [Nota de RG].
[15] . « El productor individual obtiene de la sociedad – después de hechas las obligadas deducciones – exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo» (Marx, Glosas marginales al programa del Partido obrero alemán; https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm).
[16] . Nota de F. C. : Este ejemplo indica incorrectamente que el matrimonio burgués y la familia burguesa continuarán existiendo durante el período de transición. Pero los comunistas propondrán una individualización de los ingresos que garantice que los que forman un hogar lo hagan sólo sobre la base del afecto personal y no forzados por la dependencia económica mutua.
[17] . Principes fondamentaux, 1935, chapitre IX sous le titre « Rechtvaardige’ verdeling ? ». Son traducidos por nosotros de su versión francesa.
[18] Mitchell Problèmes de la période de transition.
[19] « Production et distribution communistes » (Bilan, resumido por Adhémar Hennaut, 1935).
[20] A. Hennaut, « Les internationalistes hollandais sur le programme de la révolution prolétarienne », 1935. Ver también « Production et distribution communistes » (Bilan, resumido por Adhémar Hennaut, 1935).
[21] Dans le reader « G.I.C. Grondbeginselen der communistische productie’ I. De politieke randvoorwaarden ».
[22] Authier/Barrot, « La Gauche Communiste en Allemagne 1918-1921 », Paris, 1976 p. 18.
[23] . Ibidem, p.227.
[24] . Bordiga, « Structure économique et sociale de la Russie d’aujourd’hui »; II Développement des rapports de production après la révolution bolchevique, Paris.
[25] . En alemán : GIC « Die Ausgangspunkte der Grundprinzipien kommunistischer Produktion und Verteilung », Ch. III Die Distribution der Produktionsmittel und Konsumgüter in ‘Natura’ als bolschewistisches Ideal, p. 167. En inglés : GIC, « The Basic Theoretical Foundations of the Work “Fundamental Principles of Communist Production and Distribution” », Ch. III The Distribution of Means of Production and Consumption “in Natura” (by Barter) as a Bolshevik Ideal. En holandés : GIC, Grondbeginselen van de communistische productie en distributie, Ch. II De distributie van productiemiddelen en consumptie in natura als bolsjewistisch ideaal et GIC, « Grondbeginselen van de communistische productie en distributie », Ch. XII De opheffing van de markt.
[26] . Sobre esta asquerosa historía, ver Bourrinet, « Dictionnaire biographique d’un courant internationaliste », Dauvé.
[27] Gilles Dauvé, « Value, time and communism : re-reading Marx », presentado como Chapitre d’une nouvelle édition d’Eclipse & Re-Emergence of the Communist Movement.
[28] Bordiga, idem, Le "bon" de Marx, p. 221 y páginas siguientes.
[29] . « Principes fondamentaux », 1935, dans Ch. XVI sous le titre : De economische dictatuur van het proletariaat [traducido por la redacción de RG].