Revolución o Guerra n°5

(Febrero 2016)

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Crisis económica y guerras se alimentan cada una y anuncian la guerra de clase

Desde Enero 2015 y los atentados de París contra Charlie Hebdo, los atentados terroristas se han multiplicado por todo el mundo, sobre todos los continentes, africano, asiático, en Canadá y Estados-Unidos, hasta volver a golpear aún más fuerte París y Europa el 13 de Noviembre. Las guerras locales no han dejado hasta ver las principales grandes potencias imperialistas, Estados-Unidos, Francia, Gran-Bretaña e incluso Rusia y Alemania, todas intervenir militarmente y directamente, por primera vez, en Siria y en Irak ; cada una defiende sus propios intereses al riesgo de provocar incidentes militares entre ellas. ¿ No es lo que ha empezado a producirse con la destrucción del avión de caza ruso por Turquía, miembro eminente de la OTAN ? Desde entonces, las llamadas a la unión nacional para llevar a cabo la guerra contra el terrorismo han invadido los discursos oficiales mientras los Estados, Europeos en particular tal como Francia y Bélgica, decretaban el estado de emergencia y adoptaban medidas de represión prohibiendo manifestaciones callejeras y oposiciones a la unión nacional ; cualquier cuestionamiento social importante asimilado a “terrorismo” o favoreciéndolo. El ambiente de guerra permanente y de represión que la adopción del Patriot Act americano había instalado en América del Norte después los atentados del 11 de septiembre 2001, y que prevalece en numerosos países en el planeta como China y Rusia, a su vez se ha instalado en Europa occidental. Este sentimiento se ha agravado por el éxodo de millones de migrantes en condiciones horribles, en particular hacia Europa, a causa de los conflictos militares y de la miseria capitalista. No se había visto tales desplazamientos masivos en el “viejo continente” desde 1945.

En paralelo, la economía capitalista es incapaz de “reanudar” a pesar de los discursos oficiales y de un endeudamiento general gigantesco que también se ha multiplicado desde 2008. El mito de los países emergentes, y sobre todo de China, como salvador de la economía capitalista se ha desmoronado. En su lugar, la propaganda burguesa ha intentado substituirle una supuesta reanudación americana como salvadora y anunciador de un renovación. Pero la realidad de los datos del crecimiento americano, ridículos, ha rápidamente calmado los entusiasmos aún más que todo indica que la esfera financiera vive nuevas burbujas especulativas que esperan a explotar como en 2008 – la caída de las bolsas, chinas en particular, es una expresión de esto. Salvo que esta vez, sus desgastes económicos y humanos serán sin comparación con los de 2008 ya dramáticos. Y sobre todo que el recurso a la creación masiva de moneda (o liquidez) por los Estados y los bancos centrales, lo que hoy llaman el Quantitative Easing, ha sido de tal nivel que por cierto ha agotado todas sus “virtudes” económicas.

El callejón sin salida del capitalismo empuja a la guerra

Hoy en día, crisis y guerra se conjugan más y más directamente. No obstante, es el callejón sin salida económica del capitalismo, la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones capitalistas de producción, las primeras superando los limites de las secundas, que determina en última instancia el engranaje infernal que llevaría a una 3a Guerra Mundial generalizada si el proletario revolucionario no logra quebrar esta mecánica.

En el fragor de la crisis de 2008, la introducción masiva de “liquideces”, quiere decir la creación de moneda, por los bancos centrales y la toma en cargo por los Estados de las creencias dudosas de los bancos, permitieron prevenir el bloqueo repentino y brutal de la economía como en 1929. Resultó la explosión del endeudamiento, sin embargo ya muy elevado, de los Estados. Si esas políticas propias del capitalismo de Estado lograron impedir el derrumbe brutal y generalizado – pero no sin consecuencias dramáticas para las poblaciones y para ciertos países como Grecia por ejemplo –, no lograron relanzar la economía. « La verdad es que la economía mundial es [hoy en día] en recesión, no cíclica pero estructural, y que las veleidades de hacer de la política monetaria el remedio universal se estrellan en el muro de la economía real mientras se acompaña de une toma de riesgo máxima para la estabilidad financiera » (Patrick Artus et M.P. Virard, La folie des banques centrales, Fayard, dic. 2015, traducido por nosotros). La oleada de dinero inyectado en los mercados no se dirigió hacia el sector productivo a causa de ganancias demasiado débiles pero hacia el sector financiero y especulativo que ofrece rendimientos más elevados, creando así diferentes burbujas que ahora nada más esperan a explotar de nuevo. Sin embargo, el nivel de endeudamiento, el nivel de las tasas de intereses fijadas por los bancos centrales, unas están incluso negativas, el uso masivo de la creación de moneda y la compra de activos por esos mismos bancos, que no lograron relanzar la economía capitalista, esta vez volverán ineficiente un relanzamiento de las políticas de Quantitative Easing frente a nuevas explosiones [1]. Hoy en día, el enfermo drogadicto y faltando droga del 2008 a quien ha habido que inyectar una dosis masiva de liquidez, no puede prescindirse de esta hasta que el menor anuncio de cualquier alza de las tasas de intereses – como lo intentó hacer la FED, el banco central americano – provoca inquietud e incluso pánico en los mercados. Al nivel económico, el callejón sin salida aquí está y la competencia económica, por el petroleo o aún la guerra de las monedas, deja paso a las rivalidades imperialistas – la defensa del dolar volviendo, en último, más un reto imperialista que económico para la burguesía americana. Frente al callejón sin salida, no hay salida para el capital sino en la carrera a la guerra...

La decisión de la Unión Europa de autorizar Francia de no respectar el objetivo de 3% de déficit presupuestario en nombre de la guerra contra el terrorismo evidencia un otro aspecto, escondido, de las políticas de Quantitative Easing (QE). Es un paso importante para... Alemania. Hasta ahora ferozmente opuesta a estas políticas, el debate se intensifica en el seno de la burguesía alemana. Cabe destacar que los países donde el QE fue desarrollado de manera resuelta desde 2008, por ejemplo los Estados Unidos [2] y Gran-Bretaña, dedicaron en 2014 respectivamente 3,5% y 2% de su PIB en gastos militares. Alemania nada más 1,2% [3]. Si Francia no tenía una tasa de gastos militares de 2,2%, « casi respectaría el Pacto de estabilidad » [de la Unión Europea en cuanto a déficit presupuestario], o sea un déficit de 3% (Libération, 21/11/2014). El desarrollo de políticas de QE por los primeros desde 2008 les permitió cada uno desarrollar su esfuerzo de guerra. Es sobre este camino que las burguesías europeas las más conscientes de los retos históricos parecen haber decidido encaminarse y que les permite la nueva política monetaria del Banco Central Europeo empezado en 2014.

Crisis económica y guerras se alimentan cada una más y más directamente, hundiendo el mundo capitalista, y con él el conjunto de la humanidad, en una espiral infernal, en una caída en el abismo cuyo fondo nadie alcanza a ver. No hay sino una sola alternativa real y posible, lejos de las “utopías” de todo tipo y de las mistificaciones. Es la destrucción de la sociedad capitalista, y con ella de la mercancía, de la explotación, de las clases sociales, de los Estados, por la acción revolucionaria del proletariado y por el ejercicio de su dictadura de clase. Esta fuerza social histórica, constituida de la gran mayoría de los asalariados del mundo, que produce lo esencial de las riquezas sociales, es a la vez clase explotada y clase revolucionaria. A este respecto, y cualquiera sea la realidad y la potencia de su oposición inmediata al capitalismo, a la crisis y a las guerras, a la miseria y a la explotación agravadas, el proletariado lleva consigo la destrucción del capital y la perspectiva revolucionaria del comunismo.

Crisis y guerras obligan la burguesía a declarar la guerra de clase

Por cierto, el proletariado no logra, hasta hoy, a hacer retroceder los ataques contra sus condiciones de vida y de trabajo. Sus luchas de resistencia – aunque reales – quedan insuficientes en número y la mayor parte del tiempo confinadas en los limites legales y las divisiones impuestas por los Estados y sus sindicatos. Resulta que muchos dudan de la vitalidad de la “lucha de clases” aún más que se añade el silencio, e incluso la censura, que los medios de comunicación guardan casi siempre sobre las luchas obreras que se desarrollan.

Sin embargo, basta con mirar que hace la clase capitalista antagonista para verificar que, por su parte, está llevando una lucha de clase decidida contra los obreros y asalariados de cada país. Crisis y guerra se conjugan a tal punto, los acontecimientos del año 2015 siendo su producto y factores agravantes, que obligan la burguesía a declarar una verdadera guerra de clase : crisis y guerra crecientes exigen una mayor explotación de la fuerza de trabajo, del proletariado mundial ; crisis y guerra exigen una mayor sumisión ideológica y política, de ahí las llamadas a la unión nacional en nombre de la guerra contra el terrorismo y de la defensa de la democracia ; crisis y guerras exigen una mayor disciplina social, de ahí la instauración de medidas de represión y otros estados de emergencia que prohíben concentraciones públicas, manifestaciones callejeras, y condenando cualquier discurso “desviado” tan pronto cualificado de “terrorista”.

Por fin, último elemento histórico fundamental, decisivo en última instancia, que obliga la clase capitalista a derrotar la clase obrera mundial políticamente y físicamente : la dinámica intrínseca a la relación crisis-guerras lleva en sí-mismo la perspectiva de una 3a Guerra mundial generalizada oponiendo directamente las mayores grandes potencias. Del punto de vista del capital, su crisis, crisis de sobreproducción, no puede ser “superada”sino por medio de una destrucción masiva de fuerzas productivas, fabricas, infraestructuras, y fuerza de trabajo vivo, o sea del proletariado. Las crisis financieras y bursátiles y las guerras imperialistas locales, aun cuando no dejan de aumentar y de perpetrar estragos crecientes, no bastan para “resolver” el exceso de fuerzas productivas como la 2a Guerra Mundial había logrado hacer permitiendo así los “30 Gloriosos” años de reconstrucción. Pero, la debilidad actual de la resistencia proletaria y la sumisión de sus grandes masas a la ideología burguesa no alcanzan para garantizar contra el riesgo que la clase revolucionaria eleve y generalice sus combates contra el Estado capitalista ante la perspectiva de una guerra generalizada y los sacrificios que su preparación económica y política exigieran aún más. La clase dominante es forzada a imponer una derrota tal que el terror y una sumisión total reinen también en las filas y masas proletarias.

Crisis y guerra se alimentan una otra en una espiral que da vértigo y que solo el proletariado puede romper. La crisis puede solo provocar ataques aún más violentos contra sus condiciones de vida y trabajo ; y las necesidades de la guerra provocar ataques ideológicos y políticos aún más fuertes. Estamos en el inicio de confrontaciones masivas entre les clases a causa de las necesidades imperiosas del capital. De su salida, derrota obrera “histórica” o generalización de las luchas permitiendo una extensión significativa de la conciencia de clase en las masas obreras, y con ella de la influencia y acción de los grupos comunistas, depende la capacidad del proletariado para romper esa espiral conduciendo a la guerra generalizada por la apertura de la vía revolucionaria. Desde hoy en día, los grupos comunistas deben prever los terrenos y los términos de la batalla entre las clases por venir, para poder estar en su primer rango a medida de su desarrollo. Tan débiles y dispersados sean hoy, quedan un factor primordial del enfrentamiento que se presenta y el factor principal de conciencia si, a partir de este enfrentamiento, se abre el camino hacia la destrucción revolucionaria del capitalismo.


El GIIC, 2 de febrero 2016.

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Notas:

[2. « Después el 11 de septiembre 2001, [A. Greenspan, el Director de la FED en aquel entonces...] actuó para que las tasas reales se volvieran negativas (tasa de inflación superior a la tasa de interés) porque, es una tradición en Estados-Unidos, cuando el país “entra en guerra”, no se recurre a alzas de impuestos para financiarla pero al bolsillo de los ahorradores y de los consumidores » (P. Artus et M .P. Virard, la folie des banques centrales, traducido por nosotros).

[3. China 2,1 % (pero nadie cree en los datos proporcionados por este país), Rusia 4,5 %.