(Semestral - Febrero 2019) |
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En vísperas de enfrentamientos masivos entre las clases
La sucesión de acontecimientos singulares, o de acontecimientos inéditos si se quiere, a nivel mundial, que hace dos o tres años hubieran parecido poco probables, marea a la gente y rompe las ’ideas preconcebidas’ y las certidumbres. La conciencia difusa de que el mundo se encuentra en una encrucijada y de que el futuro de la especie humana está en juego, se está convirtiendo en una idea bastante extendida en todos los sectores de la sociedad. Las contradicciones de todo tipo del mundo capitalista se han acumulado y se han exacerbado peligrosamente desde la crisis del 2008. Ahora están estallando una tras otra. Sus dos factores principales, la crisis capitalista y la guerra imperialista, se alimentan mutuamente. Anuncian lo que el capitalismo nos está preparando si no es derrotado y destruido : la guerra imperialista generalizada. Esta interacción cada vez más directa entre la realidad de la crisis y la perspectiva de la guerra generalizada se refleja en múltiples contradicciones particulares que afectan a las otras dimensiones de la sociedad capitalista. Al estallar a su vez, causan varios temblores y, en primer lugar, en los sistemas políticos burgueses de todos los países, empezando por las principales potencias imperialistas : el impredecible Trump, el insoluble Brexit, la creciente parálisis de la Unión Europea, los ’populistas’ en el poder en Brasil, Italia y Europa del Este, etc. [1] Pero a su vez, lejos de resolverlas, estos trastornos políticos exacerban la crisis capitalista y la guerra imperialista. ¡ Cuánto lo ilustra la caricatura de Trump como personaje y agente de ambos !
Inexorablemente, el capitalismo arrastra a la humanidad a más miseria y sufrimientos económicos y bélicos. En realidad, la alternativa está entre la revolución proletaria internacional o una Tercera guerra imperialista mundial. Esta elección no sólo se planteará a largo plazo, sino que está determinando ya los enfoques y las respuestas que las clases sociales aportan a las distintas situaciones y conflictos. Para la clase dominante, nadie puede dudarlo : los ataques económicos, políticos e ideológicos estrechamente relacionados con la represión masiva contra las clases explotadas, y especialmente contra el proletariado, están al centro de sus políticas en todos los países. Enfrentar al proletariado internacional económicamente, bajando aún más el precio de su fuerza de trabajo, pero sobre todo política y físicamente – a través de una represión sangrienta – es una condición previa necesaria para que el capitalismo se comprometa efectivamente contra sus rivales en la guerra generalizada y con un mínimo de seguro ante el riesgo revolucionario.
Como reacción, resulta un estallido y una reanudación de las luchas obreras y sociales, que no podemos enumerar aquí pero que están desarrollándose en todos los continentes. La dinámica de huelga de masas que recorrió Irán y los países vecinos a lo largo de 2018, la huelga salvaje de Matamoros y del norte de México que sigue en curso y que afecta a las maquiladoras que abastecen principalmente a Estados Unidos, las huelgas de los maestros norteamericanos dentro de la propia primera potencia imperialista y, a su manera, el movimiento de los chalecos amarillos en Francia establecen el tono, dan la señal, de la lucha internacional de los trabajadores. Las confrontaciones masivas históricamente decisivas entre las clases han comenzado. Decidirán si marchar hacia una guerra generalizada o si se abre un período revolucionario.
El proletariado aborda estas confrontaciones de masa con fortalezas y debilidades. Una de estas últimas radica en la insignificante realidad de sus minorías políticas de vanguardia y de su influencia en su mero seno ; y en la debilidad y dispersión de sus grupos comunistas como expresiones más desarrolladas de su conciencia de clase. Si la primera se debe en gran medida a condiciones y dimensiones objetivas sobre las que los revolucionarios sólo pueden actuar parcialmente – no obstante, deben hacerlo en la medida de lo posible –, las segundas son suyas y les corresponde a ellos solos trabajar activamente para superarlas. Reunir, debatir, aclarar, actuar en concierto, hablar juntos, si no con una sola voz cuando sea posible, son su responsabilidad. Comprometerse decididamente y con convicción en este camino es participar, por un lado, en la activación del despertar de clase y de las luchas y, a la larga, en la reagrupación de las fuerzas comunistas más dinámicas en un partido internacional. Y más concretamente, significa prepararse y participar activamente en las confrontaciones de clase que surgen ante nuestros ojos.
Notas:
[1] . Sólo los regímenes llamados ’autoritarios’ parecen permanecer estables. Pero precisamente el régimen chino o el régimen de Putin en Rusia, por mencionar sólo estos dos y por razones históricas específicas de cada capitalismo nacional, corresponden enteramente al período actual de rivalidades y guerras imperialistas.... mientras logren mantener bajo control a su proletariado, lo que se está volviendo cada vez más difícil para la burguesía china.