La actitud políticamente responsable y fraternal de la delegación de la CCI en la reunión pública del comité “no a la guerra salvo la guerra de clases” en París – que saludamos – puede haber sido sorprendente. ¿Acaso la reunión no era organizada por iniciativa del GIIC, al que denunció como “grupo parásito” y “oficina del Estado burgués” [1], y de la TCI, a la que criticó por sus concesiones oportunistas al parasitismo? ¿Acaso la presidencia de esta reunión, compuesta por tres camaradas, no incluía a dos antiguos miembros, Olivier y Juan, excluidos y denunciados públicamente en su prensa internacional en 2002 por ser “nazis, estalinistas, ladrones, chantajistas, matones, lumpen, calumniadores, provocadores, policías”? Sin embargo, en la reunión pública, ninguna denuncia de los supuestos parásitos y policías. Ninguna advertencia a los demás participantes de que iban a asistir a una reunión celebrada por una “agencia policial” [2]. Ningún ultimátum exigiendo la exclusión de la reunión... de sus propios organizadores.

O bien los miembros activos y simpatizantes que componían la delegación de la CCI no creen ni una sola palabra de las resoluciones y otros artículos públicos que denuncian al GIIC y a sus miembros – que por otra parte tienen prohibido participar en las reuniones públicas de la CCI; o bien han mostrado una concesión oportunista especialmente grave no sólo al llamado parasitismo, sino incluso al llamado “grupúsculo para-policial que se hace llamar GIGC (Grupo Internacional de la Izquierda Comunista)”. [3] Dejamos a la CCI ante sus contradicciones cada vez más flagrantes y evidentes.