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La victoria de Trump : elección de la marcha hacia la guerra generalizada.Solo el proletariado revolucionario puede oponerse a ella.
(10 de Diciembre 2016)
Estupefacción. Estupor. « El impensable ha sin embargo ocurrido » claman esta mañana los columnistas. La elección de Trump que apenas viene confirmada al momento en que estamos escribiendo, provoca las mismas reacciones en las clases burguesas del mundo entero que las que acompañaron el Brexit, la victoria del “sí” en el referéndum británico para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El embajador francés en Estados Unidos escribe en Twitter : « Después el Brexit y esta votación, todo es ahora posible. Un mundo se derrumbe ante nuestros ojos. Un vértigo ».
Este nuevo “impensable” no es la manifestación de un mundo volviéndose “loco”. Es la expresión de los empujes históricos hacia la guerra generalizada. Es la expresión del mundo capitalista y de su callejón sin salida ; de la exacerbación de sus contradicciones históricas insuperables ; y de las dificultades crecientes de las diferentes burguesías nacionales para enfrentarlas, empezando por la más experimentada del mundo, la británica con el Brexit, y ahora por la más poderosa, la americana. El fin del bipartidismo clásico de alternancia gubernamental y la subida de extrema-derechas en los principales países europeos, junto con los atentados sangrientos que han sufrido desde 2015, en Francia y Bélgica en primer lugar, anuncian aún nuevos “impensables”. El callejón sin salida, sobre todo desde 2008, y la exacerbación de las rivalidades y guerras comerciales e imperialistas que causa el primero, precipitan trastornos políticos en el seno de las clases burgueses de las principales potencias imperialistas, e incluso ciertas divisiones en su seno.
La elección de la vía militar
La “impensable” victoria de Trump significa que una fracción de la burguesía americana ha prevalecido sobre una otra. Es la que hizo el balance que las políticas imperialistas y guerreras llevadas por Obama no habían frenado el decline de la influencia imperialista americana en el mundo. Es la que ya no cree en las respuestas económicas, incluso imperialistas, “clásicas” para defender su dominación. Es la que cree solo en la expresión de la fuerza, en las respuestas militares y en la guerra. Y esto en oposición con la opción Clinton compartida con gran parte del aparato del partido republicano y a pesar de que son también ardientes defensores del imperialismo americano e incluso por la guerra. Aunque H. Clinton sea “intervencionista”, aunque haya votado para la guerra en Iraq y aunque este en una postura frontal de hostilidad hacia Rusia, sin duda más que Obama, ella ya no respondía más de manera suficiente a las exigencias de una parte de la clase dominante americana. La ideología nacionalista y racista, el cuestionamiento de los tratados comerciales, el anuncio del cierre de las fronteras, del proteccionismo económico, y de grandes obras en su 1o discurso para renovar « nuestras ciudades y reconstruir nuestras autopistas, los puentes, los túneles, los aeropuertos, las escuelas, los hospitales. Vamos a reconstruir nuestras infraestructuras… » (Washington Post, 9 de noviembre), la guerra comercial declarada con China, el reforzamiento del ejercito americano y las re-orientaciones con relación a la Rusia y, sobre todo con relación a la OTAN, pues a Europa, anunciado y llevado por el nuevo Presidente americano durante su campaña, son discursos de guerra que suenan como los que dominaban en los años 1930.
Va del “impensable” Trump como del Brexit. Ambos acontecimientos se inscriben en una dinámica de polarización imperialista exacerbada y marcan la afirmación de un campo imperialista “anglosajón” opuesto al resto de las potencias mundiales. Con riesgo de sacrificar unos intereses particulares como los del sector financiero. Tan como el Brexit compromete la plaza financiera, la City, de Londres. El agresivo aislacionismo y el proteccionismo exhibido por el nuevo presidente para la política internacional de los Estados Unidos, expresan esta elección de marcha hacia la guerra. Va a forzar aún más la Europa continental a dotarse de una defensa militar autónoma, reforzar las tensiones militares con la China, y confirmar la Rusia en su voluntad de aflojar por la guerra el cerco que le impone la instalación de la OTAN en sus fronteras.
Tan como el Brexit, saludado en su tiempo por el nuevo presidente, y cuya victoria electoral es la continuidad, el “impensable” Trump significa un paso adicional hacia la guerra imperialista generalizada. Sobre un fondo de miseria creciente para la inmensa mayor parte de la población mundial, la cadena de acontecimientos, los atentados asesinos en Europa, la guerra sangrienta en Medio Oriente, la olas masivas de refugiados miserables recorriendo los continentes, los trastornos políticos, ya anunciaban este proceso llevando a la guerra generalizada. Trump significa que la burguesía americana, y de rebote sus rivales imperialistas también, hace hoy en día la elección de marchar hacia la guerra de manera más decidida y resuelta que la política llevada a cabo bajo Obama y defendida por Clinton.
Para la clase obrera también es hora de elegir su responsabilidad histórica
Los obreros, sean los en América o no, no podrán escapar, tampoco esquivar, la multiplicación de los ataques que la victoria de Trump y la elección política que se acaba de hacer, van a provocar. Es por doble motivo que la clase obrera va a sufrir ataques y provocaciones : como clase explotada, al nivel de sus condiciones de vida para enfrentar el callejón sin salida económico y las exigencias también económicas de la marcha a la guerra ; y como clase revolucionaria, al nivel político e ideológico porque es la única fuerza que pueda oponerse a la marcha hacia la guerra, la que lleva en sí mismo la destrucción del capitalismo y el advenimiento del comunismo, sociedad sin explotación, sin clase, sin Estado, sin miseria tampoco guerra.
He aquí porqué la respuesta a esta marcha hacia la guerra empieza por las resistencias obreras a todos los ataques económicos y políticos contra las condiciones de vida, por el rechazo del nacionalismo, de la unión nacional, y de la defensa del Estado democrático burgués ; en breve por su oposición y su rechazo también de la guerra. Pero para que estos combates sean un mínimo eficaces tan del punto de vista inmediato de los ataques – forzar el Estado burgués a limitarlos, incluso a retroceder - e históricamente ante la guerra, cabe que los obreros se dotan de las armas de combate, organizaciones y métodos de lucha, que corresponden con este porvenir revolucionario ; quiere decir con el enfrentamiento político contra todas las fuerzas políticas, sindicales, medios de comunicación, policía y justicia, del Estado capitalista – incluso contra las fuerzas políticas de izquierda y de extrema-izquierda que pretenden actuar en su nombre pero que, en realidad, sabotean su combate histórico devolviéndolos de manera sistemática sobre el terreno “democrático” de las comicios burgueses y de la defensa del “pueblo” y de la nación.
Dada la gravedad del momento y de los retos, las minorías de obreros ya conscientes y armados de la perspectiva revolucionaria y del comunismo, deben presentarse a la vanguardia de este combate histórico reagrupándose a la vez en las luchas obreras para tomar su liderazgo político pero también, y es aún más importante, acercarse de los grupos revolucionarios y comunistas.
La comprensión clara de los retos históricos y del programa comunista, la misma que está llevada por los grupos comunistas, es indispensable para llevar este combate de manera eficaz hasta la apertura de la perspectiva revolucionaria. He aquí porqué llamamos todos los que llevan esta consciencia comunista y desean comprometerse en el combate revolucionario, a reagruparse alrededor de los grupos de la Izquierda comunista, tan débiles y dispersados sean, y a meterse a su lado en el combate por la construcción del indispensable partido comunista internacional de mañana.