Revolución o Guerra n°22

(Septiembre 2022)

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Respuesta a la Tendencia Comunista Internacionalista sobre nuestras « Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra en Ucrania »

En el número anterior de esta revista, publicamos las Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra en Ucrania y una carta de la TCI en la que se adoptaba una postura crítica pero fraternal al respecto. Lo acompañamos de unos breves comentarios. Reproducimos aquí la carta de respuesta que enviamos a la TCI y que trata de ir más allá en la reflexión y aclaración política común.

El GIIC (IGCL-GIGC) a la TCI,

Queridos compañeros,

Queremos responder aquí a vuestra toma de posición sobre las Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra en Ucrania que adoptamos y publicamos el 2 de marzo pasado. En primer lugar, nos disculpamos por el retraso de esta respuesta. En segundo lugar, acogemos con agrado esta postura crítica que no puede sino ayudarnos a clarificar nuestra posición – sin excluir que en última instancia podaís convencernos de algunos de vuestros argumentos críticos, o incluso de la validez de vuestra posición – y sobre todo, lo que es más importante, ofrecer un lugar, una referencia, para un debate contradictorio y una confrontación fraternal a todas las fuerzas comunistas de hoy, viejas y nuevas, para que ellas mismas puedan orientarse y, las que lo deseen, unirse a nosotros en la lucha histórica por el partido. Aclarar dónde están las divergencias y diferencias de enfoque y método y confrontar posiciones es una dimensión esencial de la lucha por el futuro partido para que pueda dotarse de las herramientas programáticas, políticas, teóricas y organizativas más claras y eficaces posibles.

Vuestra carta aborda tres puntos esenciales: nuestra posición sobre el partido; el lugar central que atribuimos a Europa en la situación histórica tras el estallido de la guerra en Ucrania; y nuestro método de análisis, que se refiere al concepto de curso histórico y que consideraís de orden idealista. Una aclaración previa: esta crítica es para nosotros de carácter político y como tal totalmente legítima.

Nuestra posición sobre el partido

Pero primero volvemos a nuestra “evolución positiva” sobre la cuestión del partido. El GIIC tuvo que adoptar formalmente, con relativa urgencia en 2013, el documento de posiciones básicas de la CCI – excluyendo el de la Descomposición – como marco programático mínimo para un desarrollo coherente, centralizado y solidario de sus actividades. Sabiendo que entonces no estábamos en condiciones de pronunciarnos con claridad y seriedad sobre las plataformas existentes de la TCI y de la CCI, era el único documento que mencionaba de forma sucinta y clara las fronteras de clase. Y en el que todos los miembros pudieran definirse con seriedad y convicción. Sin embargo, ya éramos conscientes de los límites de esta plataforma, en particular de su coloración consejista en la cuestión del partido. De hecho, los dos núcleos que se disolvieron para formar el GIIC tuvieron su origen, por un lado, en la participación en el entonces grupo canadiense de la TCI, el GIO – y por lo tanto en la posición de la TCI sobre el partido – y, por otro lado, en la Fracción Interna de la CCI y su reivindicación - e incluso defensa – del combate contra el consejismo en los años 80 que la CCI había dirigido entonces y que ha rechazado últimamente. Desde la constitución del GIIC, por tanto, éramos conscientes de que tendríamos que superar estas posiciones básicas [1], aunque sólo fuera porque ya situábamos la lucha por el partido como una prioridad central de las actividades e intervención de nuestro grupo. Luego, sobre la base de esta orientación inicial, nuestra evolución sobre esta cuestión se afirmó y desarrolló a lo largo de los combates, la intervención en la lucha de clases, los debates y los enfrentamientos políticos con otras fuerzas de la Izquierda comunista – incluida la TCI, por supuesto –, el proceso de integración de nuevos camaradas, etc., que el GIIC ha tenido que llevar a cabo desde su constitución y del que nuestra revista ha informado y expresado.

Este proceso de clarificación política desembocó y se materializó en nuestras posiciones en las plataformas de la CCI, rechazada por ser abiertamente consejista, y de la TCI, que consideramos insuficiente para el periodo histórico que se inicia, pero cuyos planteamientos y posiciones compartimos. Al final, adoptamos una plataforma que se basa – intenta basarse – en los principios y la herencia de la Izquierda Comunista en Italia, las tesis de Roma y Lyon y las plataformas de 1945 y 1952 del PCint-Battaglia comunista, y que recoge sus planteamientos. Mientras que la coherencia de la plataforma de la CCI de 1976 viene dada por el marco de ascendencia-decadencia del capitalismo, muy, demasiado a menudo, reducido a posibles reformas-reformas no posibles para establecer la coherencia de las posiciones de clase, la coherencia de la plataforma del PCint de la época viene dada por la cuestión del partido: todas las posiciones de clase se fundan y se articulan en torno a él y se definen por él. Es el enfoque metodológico que nuestra plataforma ha tratado de retomar, desarrollar y adaptar a la situación histórica actual, la que la guerra de Ucrania viene a ilustrar, aclarar y definir.

Europa al centro de la situación internacional

Nos limitaremos aquí a los pocos comentarios que publicamos en nuestra última revista sobre esta cuestión. Las tesis insisten en el retorno de Europa al primer plano de la situación histórica, tanto en el plano imperialista como en la lucha de clases, lo que, según vuestra carta, nos haría olvidar – subestimar – la realidad del antagonismo fundamental chino-americano. No creemos que haya una divergencia real entre nosotros. De hecho, las tesis se ocupan de poner de relieve y advertir al proletariado internacional de la importancia histórica de la guerra en Ucrania y Europa. En sí, la devastación y los imperialismos involucrados son similares a los de la guerra en Siria. En sí, no hay ninguna diferencia significativa, salvo un macabro recuento de muertes y masacres. Sin embargo, ambos no tienen el mismo significado histórico, salvo para repitir que la guerra es permanente en la fase imperialista del capitalismo, lo que no permite ver la realidad del curso de los acontecimientos y, por lo tanto, lo que está en juego en lo concreto, en lo político.

El hecho de que el primer conflicto marcando un paso importante hacia la guerra generalizada no oponga a China y Taiwán, lo que era una probabilidad, sino a Rusia y Ucrania, convierte a Europa en el epicentro de la situación por el momento y desafía ante todo al proletariado de Europa; un proletariado que tiene, como los demás, su propia experiencia histórica; una experiencia que es ciertamente la más rica de todas las demás fracciones del proletariado mundial hasta la fecha; una experiencia que no prejuzga en absoluto su capacidad de lucha masiva en el próximo período, sabiendo que por el momento está en gran parte ausente – la TCI tiene razón en este punto. Marcar esto no significa que excluyamos de antemano cualquier inversión de la situación internacional que convierta a Asia en el epicentro de la situación en otro momento, o incluso en todo un período, y al Océano Pacífico en el principal teatro de la polarización imperialista y de la guerra generalizada, si llegara a producirse. Tampoco que el proletariado de China y Asia no pueda tomar la iniciativa de una oleada revolucionaria internacional ante una guerra que le afecte directamente, como hizo el proletariado ruso en 1917. Si hay una divergencia en este punto, reside más bien en el hecho de establecer la probabilidad – y no la predicción – de los acontecimientos venideros en función del análisis de los acontecimientos actuales y de su dinámica, que están determinados por la perspectiva de la guerra imperialista generalizada y de los enfrentamientos de clase que la burguesía no puede dejar de tratar de imponer. Por el momento, debido a la guerra en Europa, al agravamiento de la crisis que provoca a su vez (inflación y aumento de la explotación), a los redoblados y brutales ataques de las burguesías europeas para su ’rearme’ y a la experiencia histórica del proletariado del continente – todos hechos materiales e históricos –, estimamos más probable una reacción proletaria de masa a la guerra y a la crisis partiendo de Europa que de América, Asia o incluso África. Esta probabilidad no es una predicción ni excluye absolutamente la posibilidad de que sea diferente, la situación siendo la misma por lo demás [2].

¿Permanencia de la lucha de clases?

Si afirmar que la guerra es permanente en el capitalismo en su fase imperialista, correcto en sí mismo, no sirve de mucho hoy en día, o incluso da la espalda al internacionalismo consecuente, en cambio, reconocer o no que la lucha de clases – la lucha entre clases – es permanente representa un importante reto teórico y político [3]. Por ejemplo, y por lo más caricaturesco, hay grupos bordiguistas que niegan la existencia del proletariado, y por tanto de la lucha de clases, en ausencia del partido. Otros creen que el proletariado no existe, y por tanto que la lucha de clases no existe, mientras no luche abiertamente por sus objetivos históricos revolucionarios. Sabemos que esta no es vuestra posición. Pero no sabemos hasta qué punto diferimos en nuestra concepción y comprensión de la propia dinámica de la lucha de clases, entre clases [4].

Critacáis nuestra afirmación según la cual “las burguesías de Europa Occidental tienen dificultades para ‘imponer a la fracción del proletariado internacional con mayor experiencia de lucha obrera contra la crisis y también contra la guerra imperialista, el grado de sumisión indispensable para marchar a la guerra.’ Desgraciadamente, nos parece que no es así, al contrario, vemos que desde hace aproximadamente medio siglo nuestra clase ha sufrido todos los ataques provenientes de la burguesía sin responder o sin responder adecuadamente.”

Una primera observación autocrítica: nuestra fórmula exacta que es “una de las dificultades [no es la única] para las burguesías de Europa Occidental… es imponer… el grado de sumisión indispensable para la marcha a la guerra” debería haber precisado marcha a la guerra imperialista generalizada para evitar cualquier confusión. En cuanto al fondo de la cuestión, sería ciego negar que el proletariado no consigue impedir las guerras imperialistas locales; así como que “no ha habido una oposición masiva a la guerra, por parte de la clase como tal, ni en Ucrania, ni en Rusia y, por desgracia, tampoco en ‘Occidente’.” [5] O, más ampliamente, que el proletariado no sufre todos los ataques procedentes de la burguesía sin una respuesta real a la altura de lo que está en juego. Pero, estos hechos objetivos, verificables y verificados, no eliminan la necesidad de que la burguesía imponga los diversos y múltiples sacrificios adicionales a los ya impuestos en el pasado que requiere la marcha y la preparación a la guerra generalizada. La impotencia del proletariado internacional para evitar las guerras locales, y aquí en primer lugar la impotencia del proletariado europeo ante la guerra de Ucrania, no quita que la burguesía, sobre todo la europea, a causa de la guerra en su propio suelo, tenga que desarrollar una economía de guerradixit el presidente francés Macron y como ilustra el rearme de Alemania – que, al igual que la crisis, será pagada por el proletariado de una u otra forma. ¿No está ocurriendo ya con la brutal explosión de la inflación y la intensificación de la explotación en los lugares de trabajo? ¿No es esto lo que preparan las fracciones más concientes de la burguesía cuando advierten: “hay que decir la verdad a la opinión pública europea. (...) Pensar en pesar sobre Rusia sin sacrificios es una ilusión. Mientras el ejército, los dirigentes y los civiles ucranianos oponen una resistencia heroica al invasor ruso, ha llegado el momento de que los dirigentes políticos europeos afronten claramente el precio de la solidaridad y preparen a la opinión pública para ello.” (editorial [6] del periódico francés Le Monde, 26 de febrero de 2022, énfasis añadido)

A partir de estos hechos objetivos, verificables y verificados, podemos constatar que el factor “marcha hacia la guerra generalizada”, producto de la exacerbación y el estancamiento de la crisis económica del capital, se convierte en factor directo del curso, de la dinámica, de los acontecimientos de la situación internacional y de la lucha de clases; al menos la que la burguesía empieza a dirigir y desarrollará para las necesidades de la guerra generalizada, la que los expertos militares llaman guerra de alta intensidad y para la que muchos estados mayores, norteamericanos, británicos y franceses que sepamos, llevan unos años intentando convencer a sus gobiernos de que se preparen. La guerra en Ucrania [7] habrá terminado de convencerlos. A partir del análisis anterior y, hoy en día, sobre la base del reconocimiento empírico de los hechos en movimiento, la lucha de clases no puede sino exacerbarse, aunque sea por culpa de la propia burguesía. ¿No es esto lo que su propia plataforma prevé con razón, mucho antes de la guerra en Ucrania?

« Una vez más, la cuestión de la guerra imperialista o la revolución proletaria se está colocando en la agenda histórica e impone a los revolucionarios de todo el mundo la necesidad de cerrar filas. En la época del capitalismo monopólico global ningún país puede escapar de las fuerzas que impulsan el capitalismo a la guerra. El impulso ineluctable del capitalismo hacia la guerra se expresa hoy en el ataque universal a las condiciones de trabajo y de vida del proletariado. Por lo tanto, existen las condiciones materiales para una lucha proletaria internacional contra sus explotadores. »

Es pues muy probable que una de los retos centrales de la confrontación de clases que se abre sea la capacidad, más o menos grande, de la burguesía de imponer al proletariado los sacrificios necesarios y adicionales a esta preparación a la economía de guerra y a la marcha hacia la guerra generalizada. Del mismo modo, debido a la guerra en Ucrania, la amenaza imperialista y militar rusa sobre todo el continente y las consecuencias directas sobre las condiciones de vida del proletariado en Europa, es probable que el corazón, el centro, de este primer enfrentamiento masivo entre las clases pueda darse en Europa. Esto es lo que decimos hoy.

Hoy, dos meses después de vuestra carta, esta probabilidad parece confirmarse con las premisas, las primeras escaramuzas, de este enfrentamiento masivo entre las clases como resultado directo de la guerra y la crisis – la guerra en Ucrania no hace más que agravar la inflación que ya estallaba antes. Numerosas huelgas y luchas proletarias, incluso revueltas sociales, tienden a desarrollarse, en particular por aumentos salariales, en Europa y en otros continentes (Sri Lanka, Ecuador...); repitámoslo una vez más: en reacción a los ataques burgueses. El hecho de que las primeras sigan siendo controladas en gran medida por los sindicatos, que no adopten un carácter que algunos llamarían radical, incluso revolucionario, que considerarían sólo como económicas y no políticas, no quita nada a la dinámica, a la tendencia, hacia las reacciones proletarias. A partir de esta confrontación de clases, de la que nada en la situación de hoy permite delimitar de manera precisa los términos, las condiciones y los terrenos de enfrentamiento, salvo que estarán determinados – económica, política e ideológicamente [8] – por la marcha hacia la guerra, es posible, sin decir que es probable, en el momento de escribir estas líneas, que el proletariado consiga despejar el camino para dar una respuesta adecuada a lo que está en juego, es decir, frenar la marcha hacia la guerra, e incluso entonces despejar su propia perspectiva revolucionaria como alternativa a la guerra generalizada. Pero aún no estamos allí y nada, salvo nuestras esperanzas y nuestra acción limitada, demasiado limitada, nos permite afirmar hoy como probable que el proletariado logre frenar, luego oponerse a la dinámica hacia la guerra, y menos aún hoy despejar su propia perspectiva, la de la insurrección y la dictadura proletarias.

Idealismo y curso histórico

La concepción y el análisis de la lucha de clases y de la situación histórica actual, la abierta por la guerra de Ucrania, que acabamos de presentar en la parte anterior están ligados a nuestro utilización – intento de utilización – del método que asociamos al concepto de curso histórico – el mismo que la CCI acaba de abandonar en su 23º congreso de 2019. Sabemos que esta es una divergencia importante entre nosotros. Pero creemos que importa aclarar para saber lo mejor posible cuáles son los verdaderos puntos de divergencia y sin centrarnos de manera formalista en la... fórmula en sí misma.

No partimos de la idea curso hacia los enfrentamientos de clase [9], para reducir a ella todos los hechos, ni siquiera no los negamos cuando aparecen demasiado abiertamente en contradicción con la idea para ser reducidos a ella. Intentamos rechazar cualquier especulación idealista tratando de basarnos en la evolución de la relación de fuerza entre el proletariado y el capitalismo según su relación con la perspectiva de la guerra imperialista generalizada tal y como actúa y se realiza concretamente; es decir, hoy en día a partir de la guerra en Ucrania, su significado y sus consecuencias. Siendo estos, la guerra, el significado y las consecuencias, verificables y verificados – al menos en parte hasta hoy –, podemos sacar probabilidades – no predicciones – en cuanto al curso de los acontecimientos, de la situación, para poder adaptar nuestras actividades, nuestra intervención, en función de estas probabilidades y sacar ya orientaciones y consignas para las luchas de nuestra clase, aunque puedan ser todavía sólo muy generales [10].

¿Ejemplo? Esta es la razón fundamental por la que nos adherimos al llamado de la TCI para la constitución de los comités No War But the Class War [No a la Guerra, Sí a la Guerra de Clase]. Porque, precisamente, se basa, y sólo podía basarse, en el reconocimiento de la alternativa histórica de revolución o guerra para poder advertir con claridad sobre las consecuencias prácticas y materiales que significa la guerra imperialista en Europa en relación con la guerra imperialista generalizada y lo que implica para el proletariado; y, por tanto, en la comprensión – nos atrevemos a utilizar la palabra – dialéctica de que los sacrificios adicionales que la burguesía tratará de imponerle, por y en nombre de la guerra, conllevan, además de la necesidad, las condiciones y la perspectiva de las reacciones proletarias. ¿Ejemplo de lo contrario? La abstracta declaración de principios de la CCI sin ninguna propuesta de acción y orientación concreta hacia el proletariado e impotente por el hecho mismo de que ignora, de hecho rechaza, cualquier peligro y cualquier dinámica hacia la guerra generalizada, no permitiéndole así trazar orientaciones y consignas de acción concreta, ¡aparte de su clásica antífona y en cualquier momento para un nuevo Zimmerwald!

La permanencia del antagonismo entre las clases significa que la lucha entre la burguesía y el proletariado, el capital y el trabajo, es en sí misma permanente, una constante. Que el curso de esta lucha entre las clases, su dinámica, sea desfavorable o no desde el punto de vista de los intereses históricos e inmediatos del proletariado, no cambia la permanencia del antagonismo en movimiento entre las clases. Tratar de comprender la dinámica, lo que llamamos el curso, histórica de la lucha de clases, es decir, hacia una agravación o una calma, una aceleración o una ralentización, de los enfrentamientos y definir la evolución más probable de la relación de fuerzas entre las clases, es precisamente una de las tareas centrales del partido, dirección política y vanguardia del proletariado. Le corresponde adaptar sus actividades y su intervención, sus orientaciones y sus consignas, a lo que está en juego y a las diferentes batallas que se plantean en distintos momentos y lugares. No se puede descartar que se equivoque al definir lo que es lo más probable, al igual que no se puede descartar que la probabilidad no se realice debido a diversas contingencias. Por eso es necesario comprobar constantemente si los hechos confirman o no lo que se ha definido como probable; y si es necesario adaptar, modificar, lo más rápidamente posible y lo mejor posible, las orientaciones y consignas, la táctica. Pero rechazar todo análisis e investigación de lo más probable, de lo que la dinámica lleva en sí, debilita considerablemente la capacidad de comprensión y análisis, que se ha vuelto superflua, y sólo puede producir un planteamiento y una defensa dogmática y estática de principios y consignas independientemente de las diferentes batallas y retos, independientemente del tiempo y del lugar; es decir, abstracta y sin utilidad para los diferentes momentos y batallas que el proletariado se encuentra.


Fraternalmente, el GIIC, el 13 de julio 2022

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Notas:

[1. « El nuevo grupo, el Grupo Internacional de la Izquierda Comunista (GIIC), ha adoptado una plataforma política basada esencialmente en las posiciones básicas comunes a dos de las principales corrientes de la Izquierda comunista internacional, la TCI y la CCI "histórica". Esta plataforma tiene la forma de las posiciones básicas tal y como fueron publicadas en la contraportada del Boletín Comunista de la FGCI [que sucedió a la Fracción Interna de la CCI - FICCI] y en las antiguas publicaciones de la CCI. La adopción de una plataforma en forma concisa de posiciones significa que el grupo, aunque se refiera a las posiciones de la CCI "histórica", no pretende ser única y unilateralmente de esta única corriente de la Izquierda comunista, sino también de la otra corriente histórica de esta izquierda que defiende globalmente las mismas posiciones de principio y que está representada hoy por la Tendencia Comunista Internacionalista. Como tal y en esta forma, la plataforma requerirá un mayor desarrollo y argumentación en el futuro. » (Resolución sobre la constitución del GIIC, noviembre 2013, RG #1)

[2. Hay varias contingencias, de por sí probables, que podrían poner en duda esta probabilidad si se produjeran a corto plazo: el estallido de una brutal crisis financiera o bursátil que podría estallar en cualquier momento debido al gigantesco y generalizado endeudamiento, destinado a su vez a profundizarse debido a los nuevos gastos en armamento; o también, una hambruna generalizada en los continentes africano o asiático, avivada por el bloqueo del trigo ucraniano y la explosión de los precios de la energía, que provocaría estallidos sociales como el que hoy está en marcha en Sri Lanka...

[3. Incluso en los momentos más oscuros de la contrarrevolución, durante la propia Segunda Guerra Mundial, las luchas obreras, a veces de masa, se desarrollaron y participaron en el establecimiento, ciertamente al margen, de una relación de fuerzas ligeramente modificada entre las clases; desde 1942 – las minas en Francia –, luego en Italia en 1943 hasta ser uno de los factores de la constitución del Partito Comunista Internazionalista e incluso en la Alemania nazi en 1944-1945. No cabe duda de que el recuerdo y el miedo de la primera posguerra, la de 1918 y de la oleada revolucionaria internacional de la posguerra mundial, dictaron el bombardeo masivo de las ciudades alemanas, y luego la ocupación militar del país y la detención de los prisioneros de guerra alemanes con la esperanza de que el Estado alemán se reconstituyera y fortaleciera. Incluso en las profundidades de la contrarrevolución, el antagonismo de clase sigue siendo un factor, un elemento, de la situación y su desarrollo.

[4. Lo especificamos por dos razones: por un lado, algunos entienden la lucha de clases sólo como lucha de clase, es decir, sólo ven, o tienen en cuenta, la lucha proletaria sin tener en cuenta al enemigo de clase, el otro polo de la contradicción. Luego, a esta dificultad o confusión, se añade el hecho de que en algunos idiomas, en inglés por ejemplo, la lucha de clases y la lucha de clase parecen traducirse, a nuestro conocimiento, de la misma manera, por Class struggle; y que Struggle of the classes, or between the classes, no existe.

[5. Al menos por el momento, ya que no excluimos que pueda ser revertido en un futuro más o menos próximo en uno o varios países europeos, incluida Rusia – sin duda la sangría y el veneno del nacionalismo en las filas del proletariado ucraniano hacen menos probables las reacciones de clase por su parte.

[6. Nos contentamos aquí con repetir la cita del periódico francés Le Monde que hemos utilizado en las tesis. Hay otros del mismo orden y con la misma preocupación política de preparar a la opinión pública para los sacrificios para llevar la guerra contra Rusia. Mientras que en varios sectores, especialmente en el del transporte, han estallado huelgas por aumentos salariales, en relación directa con la nueva inflación que todo el mundo equipara no sólo con la crisis sino ahora directamente con la guerra, los medios de comunicación y los políticos – ¿hasta qué punto ocurre lo mismo en otros países? – seguir preocupándose por la situación social y el riesgo de movimientos y luchas en los próximos meses.

[7. La continua escalada en el suministro y uso de armas más masivas y destructivas en Ucrania, por ejemplo las 50.000 bombas que la artillería rusa está lanzando diariamente sobre las líneas ucranianas y que plantea la cuestión de su producción en ambos bandos, está obligando a cada uno de ellos, norteamericanos, europeos occidentales y orientales, y a Rusia, por supuesto, a relanzar y aumentar sus líneas de producción, que ya no son capaces de abastecer a cada frente.

[8. La defensa de la democracia frente a la autocracia y la dictadura por parte de los países occidentales y la utilización descarada de la resistencia heroica de los ucranianos frente al invasor ruso y la sangría de la que son las primeras víctimas son argumentos todoencontrados (véase la cita del periódico Le Monde reproducida más arriba) contra el egoísmo de clase del que serían expresión cualquier huelga y lucha obrera y que, por tanto, deberían ser prohibida y reprimida en nombre de la unidad nacional y de las necesidades de la guerra.

[9. Nota para los lectores: creemos que la dinámica actual de los acontecimientos, de la lucha de clases, conduce a enfrentamientos masivos entre las clases, es decir, que el curso histórico actual es hacia los enfrentamientos masivos entre las clases, cuyo resultado decidirá si la dinámica es hacia la guerra generalizada o hacia un periodo prerrevolucionario.

[10. No podemos abordar el lugar del factor “grupos comunistas” y “dirección política” en la realidad de la actual relación de fuerzas, a pesar de su aislamiento general y de la debilidad de su influencia, ambos son reales, especialmente sin un movimiento de clase, sin una lucha masiva ’abierta’. Por todo ello, el vínculo partido-clase no se limita ni puede resumirse en la simple constatación inmediata del aislamiento del primero con respecto al segundo, sobre todo si tenemos en cuenta que “la noción de clase no debe sugerirnos, por tanto, una imagen estática, sino dinámica”. (Partido y Clase, PC de Italia, 1921) Pero este es otro debate que hay que aclarar entre nosotros.