Revolución o guerra n°24

(Mayo 2023)

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Francia y Gran Bretaña: luchas obreras e intervención revolucionaria

El aumento de las reacciones obreras a nivel internacional es la respuesta de facto del proletariado internacional a la crisis y a la dinámica hacia la guerra imperialista generalizada – la 3era Guerra Mundial – que anuncia el capitalismo. Es una expresión real de los enfrentamientos masivos entre las clases que vienen. La crisis y la guerra, la primera haciendo de la dinámica hacia la segunda el factor central de la situación histórica, obligan a cada clase dominante capitalista nacional a redoblar sus ataques contra su propio proletariado. Uno de los retos del drama histórico que se avecina será el de la capacidad de las minorías comunistas revolucionarias y del partido una vez constituido para alzarse a la primera línea de la confrontación de clases y asegurar su dirección política. Existe, pues, toda una experiencia de análisis y de comprensión de la dinámica del fenómeno de la huelga de masa que corresponde a los grupos comunistas desarrollar y, en parte, reapropiarse, sobre todo para las jóvenes generaciones de revolucionarios.

Desde este punto de vista, las movilizaciones proletarias masivas en el Reino Unido y en Francia y la intervención de los grupos de la Izquierda Comunista – nos limitaremos a ellos –, aunque sean ultra-minoritarios, nos aportan una experiencia que debe ser compartida a nivel internacional por todos los grupos revolucionarios y comunistas, lo que llamamos el campo proletario. Los grupos de la Izquierda Comunista que, que sepamos, intervinieron en la lucha en Francia mediante volantes y artículos fueron la TCI, el PCI-Le Prolétaire, la CCI y nosotros mismos, a los que podemos añadir el núcleo en Francia de otro PCI que publica Il Partito Comunista. En su conjunto, a excepción de este último que reivindica “verdaderos sindicatos de clase”, todos defendieron las mismas orientaciones generales: denuncia de la táctica sindical de las jornadas de acción; insistencia en la necesidad de la extensión y la unidad de las huelgas y manifestaciones. Todos ellos, sin excepción, incluida la CCI – a pesar de su posición de congreso que excluye cualquier riesgo de guerra imperialista generalizada – fueron capaces de establecer el vínculo entre los ataques al proletariado, las pensiones y los recortes salariales, y la preparación de la guerra generalizada mediante el desarrollo de la economía de guerra y la producción de armamento. La única crítica que haremos aquí, no relacionada con la cuestión sindical en sí, se dirigirá a la tendencia de la CCI, de orden consejista, a caer en un fetichismo de la auto-organización. Hace de las asambleas generales “el único lugar para organizar la respuesta a la represión y la defensa de nuestros medios de lucha.” Y, en plena lucha y en plena confrontación con el Estado y sus sindicatos, concluye una vez más con un llamamiento abstracto, fuera de la batalla inmediata, sin objeto para los proletarios enfrentados al sabotaje sindical, sin ninguna perspectiva concreta de lucha, a... discutir y debatir: “debemos reunirnos, debatir, aprender de las lecciones de las luchas pasadas, para desarrollar nuestras luchas actuales y prepararnos para las luchas venideras.” (volante del 27 de marzo contra la represión [1])

Más seria y fundamental, la siguiente correspondencia entre el grupo de la TCI en Francia, Bilan et Perspectives (B&P) y el GIIC trata esencialmente tanto de la comprensión de la dinámica de las movilizaciones proletarias en Francia y el Reino Unido como de la intervención de los revolucionarios. La diferencia es que la TCI sostiene que los sindicatos son también órganos de mediación entre el capital y el trabajo, lo que nosotros rechazamos. Si esta diferencia no nos impidió adoptar las mismas orientaciones y consignas durante la movilización contra las pensiones en Francia, hasta el punto de intervenir juntos, no fue así durante las huelgas y movilizaciones proletarias en el Reino Unido. Abordamos este punto en la última parte de nuestra carta del 30 de marzo. Proponemos y abrimos este debate a los lectores y a todo el campo proletario.

Mayo 2023

2o volante de Bilan et Perspectives de Febrero 2023
Ni las peticiones ni las procesiones harán retroceder al gobierno. ¡Organicémonos en la base para poder luchar de verdad!

Las manifestaciones masivas del 19 y 31 de enero contra la reforma de las pensiones, las mayores desde hace años, mostraron la amplitud de la cólera de los trabajadores ante este nuevo ataque de la burguesía. Los discursos de la burguesía y de sus lacayos, periodistas y expertos, no engañaron a nadie, todo el mundo comprendió que el objetivo era ahorrar a nuestras espaldas reduciendo las pensiones.

PERO ESTA CÓLERA VA MÁS ALLÁ DE LA CUESTIÓN DE LAS PENSIONES, SE REFIERE AL DETERIORO DE NUESTRAS CONDICIONES DE VIDA Y DE TRABAJO EN GENERAL: INFLACIÓN, REFORMA DEL SEGURO DE DESEMPLEO, RITMO DE TRABAJO, SOBRECARGA DE TRABAJO...

La burguesía, en todo el mundo, multiplica los ataques contra los proletarios para salvar sus beneficios, frente a la crisis económica y las consecuencias directas e indirectas de la guerra en Ucrania. En Francia, tras recortar el seguro de desempleo, y mientras los salarios reales caen desde hace meses, el gobierno exige nuevos sacrificios para remediar el supuesto déficit futuro del sistema de pensiones. Al mismo tiempo, aumenta en un tercio el gasto militar para el periodo 2024-2030, elevándolo a 413.000 millones de euros. ¡Qué futuro tan brillante nos espera! Después de haber dado nuestro sudor, ¡tendremos que derramar nuestra sangre por sus beneficios!

LAS MANIFESTACIONES, POR IMPORTANTES QUE SEAN, NO SERÁN SUFICIENTES. La estrategia decidida por las direcciones sindicales nos lleva al fracaso, como ya ha demostrado muchas veces la experiencia. El escenario parece escrito de antemano y los papeles están bien distribuidos: los sindicatos reformistas esperan aceptar ajustes a la reforma; los sindicatos llamados radicales ya se preparan para gritar traición, mientras tanto organizan diversas acciones simbólicas y bloqueos para los más decididos que se encontrarán así aislados en sus empresas.

En cuanto a las organizaciones de izquierda, tratan de impulsar el movimiento con la esperanza de obtener beneficio del mismo. Podemos adivinar fácilmente que a través de la propuesta de una reforma alternativa a la del gobierno, esperan canalizar la cólera de los explotados hacia las próximas elecciones. Un terreno en el que siempre estaremos desarmados, abandonados a las maniobras de los distintos establos burgueses. Por el momento, siguen alineándose detrás de la unidad sindical, que la historia demuestra que sigue y siempre se prepara... para un mal futuro. ¡NUNCA HA FALTADO LA UNIDAD DE ESTAS FUERZAS PARA ENCUADRAR AL PROLETARIADO Y CONTENER SU CÓLERA!

CONFIEMOS EN NOSOTROS MISMOS. Mientras las cúpulas sindicales controlen nuestro movimiento, no llegaremos a ninguna parte. Es una ilusión empujarlas a luchar de verdad, son órganos de mediación entre el capital y el trabajo, su papel es negociar el precio de nuestra fuerza de trabajo con la patronal y el Estado. No tenemos nada que negociar con quienes nos atacan, sino establecer una relación de fuerzas. Nuestros intereses son irreconciliables.

• TOMEMOS NUESTRAS LUCHAS EN NUESTRAS MANOS. ORGANICÉMONOS EN LA BASE. DISCUTAMOS Y DECIDAMOS JUNTOS EN ASAMBLEAS GENERALES O COMITÉS DE LUCHA QUÉ HACER CON NUESTRO MOVIMIENTO.

• SÓLO LUCHANDO INDEPENDIENTEMENTE DE TODAS LAS FUERZAS QUE NOS ENCUADRAN Y DEFENDIENDO RESUELTAMENTE NUESTROS INTERESES DE CLASE PODREMOS HACER RETROCEDER AL GOBIERNO.

Bilan et Perspectives, TCI, volante distribuido el 7 de Febrero 2023

Carta del GIIC a Bilan et Perspectives (16 de Febrero 2023)

El GIIC a Bilan et Perspectives (copia a la TCI),

Queridos compañeros,

En el correo electrónico que acompaña a su envío del 7 de febrero del boletín en francés con motivo de las manifestaciones callejeras en Francia, indicáis a sus corresponsales estar “interesado en escuchar sus críticas y comentarios.” Nos tomamos la libertad de responder rápidamente a este llamamiento con la esperanza de precisar y aclarar los acuerdos y desacuerdos, que son de orden bastante secundario para estos últimos. El boletín contiene tres textos:

- el volante ¡Ni las peticiones ni las manifestaciones harán retroceder al gobierno! ¡Organicémonos a nivel popular para poder luchar de verdad!

- el texto La burguesía mundial en pie de guerra ;

- y un llamamiento a unirse a los comités del NWBCW (Ninguna guerra salvo la guerra de clases) ¿Qué podemos hacer?

Expresamos nuestro acuerdo y apoyo a los dos últimos textos. Cualquier observación sólo se referiría a una u otra insistencia, o incluso sólo sería de carácter editorial, y no expresaría ninguna divergencia, ni siquiera un matiz político significativo. En cambio, el folleto plantea una serie de problemas desde el punto de vista político.

El volante del 18 de Enero y la situación en Francia

Recordemos de antemano que hicimos nuestro el volante de Bilan et Perspectives del 18 de enero, hasta el punto de distribuirlo – en colaboración con vuestros militantes de París – en las manifestaciones masivas organizadas por los sindicatos con motivo de la movilización contra la enésima reforma de las pensiones en Francia. Sus dos consignas “a partir de mañana, renovemos la huelga [y] organicemos delegaciones para extender la lucha a otras empresas y administraciones de los alrededores” constituían la respuesta – la alternativa – que los comunistas debían plantear en aquel momento ante las jornadas sindicales de acción. Volveremos a la, más confusa en nuestra opinión, de “organicémonos en la base”. Desde nuestro punto de vista, pues, la ausencia de una dinámica autónoma o incluso de una iniciativa obrera particular, como habían podido expresar, por ejemplo, las huelgas salvajes de la primavera y el verano de 2022 en Gran Bretaña, nos animaba a pensar que la burguesía [2] mantenía todo el control sobre la situación y sobre el descontento y la relativa, pero real, combatividad de los proletarios en Francia. En particular, la planificación de las jornadas de acción sindical, una vez más, permitió a los sindicatos ocupar todo el espacio o campo que una reacción obrera consecuente podía llevar, incluso a los terrenos más “radicales”. No nos extenderemos sobre esto aquí, sobre todo porque nos parece que estamos de acuerdo en este punto concreto. En este sentido, las consignas de re-conducción de la huelga después de la jornada de acción y de envío de delegaciones para extenderla, seguían siendo las únicas que convenía plantear en aquel momento – aunque pudiéramos prever-suponer que ya estaban fuera del alcance inmediato, para aquel momento, de los proletarios en lucha, a causa de la relación de fuerzas existente en aquel momento y establecida por:

- la ausencia de una iniciativa obrera particular – ninguna huelga salvaje, ninguna lucha particular en un lugar de trabajo que pudiera servir de punto de referencia, o incluso de unificación, para la lucha, ninguna constitución (que sepamos) de un comité de lucha de una u otra forma, como las asambleas interprofesionales... ;

- ocupación del campo por los sindicatos, jornadas nacionales de acción y anuncios por parte de los sindicatos más a la izquierda (CGT-SUD) de acciones radicales, de bloqueo de la economía, incluso de huelgas reconducibles... en fechas posteriores y por sectores, con, paralelamente, el juego político gobierno-oposición de izquierdas y el debate parlamentario, con el objetivo de centrar la atención de los proletarios en el terreno burgués.

Nos parece que las consignas del 18 de enero seguían siendo válidas para la jornada del 24 de enero, hasta el punto de que continuamos difundiéndolas. Esta jornada y la ausencia de una reanudación de la huelga al día siguiente, o de cualquier iniciativa obrera particular, enterraron definitivamente la poca probable posibilidad – para este momento o este episodio de la movilización – de una superación de la táctica de las jornadas de acción y de un verdadero empuje obrero. Al hacerlo, las dos consignas perdían actualidad y dejaban de corresponder a la situación inmediata, desde el punto de vista de la agitación y de la dirección política. Dejamos de distribuir el panfleto – al igual que vosotros, según parece – y nos concentramos en distribuir nuestro comunicado, de hecho un volante más de propaganda – sobre la guerra en particular – que de agitación inmediata. Hoy, 15 de febrero, en vísperas de la 5ª jornada de acción sindical, podemos considerar que nada ha cambiado en la dinámica de la movilización obrera en curso y que ninguna nueva perspectiva, y menos aún una orientación y una consigna particular, se perfila desde el punto de vista proletario

El volante del boletín de Febrero

Las críticas – repitámoslo: menores – que vamos a hacer al volante de febrero, al boletín, son de otro tipo y no conciernen al análisis y a la comprensión de la dinámica misma de la lucha. Son esencialmente de dos tipos, siendo el primero mucho menos importante que el segundo. El texto establece el vínculo entre los ataques sufridos por los proletarios y la guerra imperialista: “La burguesía, en todo el mundo, multiplica los ataques contra los proletarios para salvar sus beneficios, frente a la crisis económica y las consecuencias directas e indirectas de la guerra en Ucrania.” Así como se exponen claramente los ataques anti-obreros de un lado y la explosión de los gastos militares del otro. Por lo que sabemos, la TCI y el GIIC son las principales organizaciones comunistas, si no las únicas, que establecen claramente esta relación y centran su intervención en ella. Sin embargo, la guerra imperialista se presenta en su volante como un elemento al mismo nivel que la crisis. Ciertamente, no cabe duda de que la crisis está en el origen de la guerra imperialista y que ambas se alimentan mutuamente. Sin embargo, la guerra imperialista, materializada por la guerra en Ucrania y la marcha hacia la guerra generalizada, se ha convertido – o más matizadamente: se está convirtiendo – en el factor principal, aunque no el único, que dicta los ataques económicos, políticos, ideológicos y represivos de cada burguesía nacional. Y esto es lo que creemos que hay que subrayar. En efecto, en las circunstancias actuales, “el impulso ineluctable del capitalismo hacia la guerra se expresa hoy en el ataque universal a las condiciones de trabajo y de vida del proletariado.” [3] En consecuencia, “para los proletarios que, sin ser llamados directamente a las armas, pertenecen, junto con su burguesía, a un frente imperialista que tiene intereses directos, inmediatos o sólo futuros en la guerra, el discurso cambia, pero sólo para las condiciones inmediatas en las que están llamados a moverse.” (TCI, El duro camino del imperialista europeo [4]). Como se ve, la divergencia es menor y no cambia el posicionamiento de clase y... de vanguardia política efectiva de vuestra posición.

La segunda crítica al folleto se refiere a una cuestión política más importante. Se refiere al carácter y la función que atribuimos a los sindicatos y, de paso, a las fuerzas de izquierda del aparato del Estado. “Confiemos en nosotros mismos. Mientras las cúpulas sindicales controlen nuestro movimiento, no llegaremos a ninguna parte. Es una ilusión empujarlas a luchar de verdad, son órganos de mediación entre el capital y el trabajo, su papel es negociar el precio de nuestra fuerza de trabajo con la patronal y el Estado.” Y “en cuanto a las organizaciones de izquierda, tratan de impulsar el movimiento con la esperanza de obtener beneficio del mismo.” (subrayado nuestro) En lugar de considerar a los sindicatos como órganos de pleno derecho del Estado capitalista, con vocación y función política anti-obrera y contrarrevolucionaria, la fórmula órgano de mediación entre el capital y el trabajo abre la puerta a la idea de que no serían completamente burgueses y que aún podrían representar, al menos en parte, los intereses inmediatos de la clase, ya que situándose entre las clases, como intermediarios o árbitros entre el capital y el trabajo. Lo mismo ocurre, en cierto modo, con las fuerzas de izquierda que intentarían impulsar el movimiento. Pero tanto los sindicatos como las fuerzas de izquierda del capital no tratan de empujar el movimiento sino de encuadrarlo, controlarlo, sabotearlo cuando existe un peligro, o incluso una dinámica real, de extensión y unificación, y extinguiéndolo, para que termine en un fracaso económico y político de esta batalla particular de la lucha entre las clases. Y esto a favor del capital y en contra del trabajo.

En este sentido, nos basaríamos más bien en la plataforma del PCint de 1952, que es políticamente mucho más clara sobre la cuestión sindical: “el partido afirma categóricamente que en la fase actual de la dominación totalitaria del imperialismo, las organizaciones sindicales son indispensables para el ejercicio de esta dominación en la medida en que persiguen objetivos que corresponden a las exigencias de conservación y de guerra de la clase burguesa.” (subrayado nuestro)

Implicaciones políticas de la posición sobre los sindicatos como mediadores

Puede parecer que esta crítica no tiene ningún interés militante real, que es una simple quisquillosidad política o incluso teórica. Sobre todo porque su volante de febrero se sitúa claramente del lado proletario de la barricada de clase del momento. Sin embargo, la posición sobre los sindicatos mediadores puede tener implicaciones y consecuencias políticas en cuanto a la intervención inmediata, las orientaciones y consignas que el partido debe avanzar en cualquier movilización obrera. De hecho, puede que no vea o subestime la dimensión política directamente anti-obrera y contrarrevolucionaria de los sindicatos – y de las fuerzas de la izquierda capitalista, incluidos los izquierdistas [5]. Al hacerlo, no siempre comprendemos bien a qué, a qué retos concretos e inmediatos tratan de oponerse sus sucesivas políticas y consignas en el curso de las luchas, según el momento y el lugar. Evidentemente, convendría tomar cada movilización proletaria particular para ilustrar nuestro punto de vista; captar lo que está en juego inmediatamente en tal o cual batalla de clase particular; y comprender el significado político inmediato de las diferentes consignas de los sindicatos, oficiales y llamados de base o radicales. En particular, cuando llegan, sobre todo estos últimos, a llamar ellos mismos a huelgas renovables, asambleas, coordinaciones, o incluso a… la auto-organización; o aún, en ciertas ocasiones, a la propia extensión. [6] En general, y para decirlo simplemente aquí – sin duda tendremos ocasión de volver sobre ello –, no miran a apoyarse en tal o cual dinámica obrera para negociar el precio de la fuerza de trabajo, sino al contrario sofocarla, sabotearla y extinguirla. Y a esto es a lo que la vanguardia comunista, asumiendo su papel de dirección política, debe responder ofreciendo orientaciones alternativas en los diferentes momentos de sabotaje y maniobras sindicales.

En la actual movilización masiva de los trabajadores, que hasta el momento se asemeja a las anteriores de 2003, 2010, 2013, 2016 y 2019, el objetivo prioritario de los sindicatos es impedir el surgimiento y desarrollo de cualquier dinámica de extensión real de la lucha a diferentes sectores, en particular mediante la huelga reconducible; es decir, a cualquier dinámica de huelga de masa. Es pues a la luz de este reto y en función de las condiciones concretas y sucesivas en que se plantea, que debemos comprender la acción de los sindicatos, los diferentes momentos y terrenos de la confrontación política y plantear orientaciones y consignas inmediatas en consecuencia. En este sentido, hacer de la auto-organización en sí misma una consigna para la acción, “tomemos nuestras luchas en nuestras manos”, “organicémonos en la base” [7], no nos permite ofrecer una alternativa real, salvo en casos excepcionales y en situaciones concretas específicas, al control político de los sindicatos sobre las luchas. Peor aún, muy a menudo y si hay riesgos de extensión generalizada, son los sindicatos y las fuerzas de izquierda del capital los que pueden hacerse los defensores más decididos de la auto-organización para encerrar mejor a los trabajadores en su lugar de trabajo o en su gremio [8]. ¿No es ésta una práctica sindical habitual con la que se enfrentan regularmente el proletariado y los comunistas, en particular con ocasión de cada movilización obrera en Francia? ¿No es éste el objeto de la mayoría de las asambleas ínter-profesionales que los izquierdistas y los sindicalistas radicales no cesan de poner en marcha como medida preventiva contra la posibilidad de cualquier desbordamiento de los sindicatos?

En este sentido, más que llamar a organizarse en la base, fórmula cuando menos abstracta en la realidad, conviene reivindicar tal o cual consigna, incluso de organización o toma en mano, en función y con vistas a las necesidades inmediatas, locales y actuales de cada lucha; necesidades que podemos resumir aquí como las que conducen a la extensión, generalización y unidad de la lucha para aspirar a establecer la mejor relación de fuerzas posible con la burguesía y hacer así lo más eficaz posible la propia lucha inmediata, en términos de reivindicaciones y de experiencia proletaria; necesidades cuya declinación según los momentos y los lugares determina las consignas y las acciones inmediatas. Se trata, pues, sobre todo, cuando se plantea concretamente, de llamar a los proletarios a celebrar una asamblea general para, por ejemplo, decidir irse a la huelga, o a organizar delegaciones masivas (u otras) para extender la huelga o la lucha, a constituir un comité de huelga para tal o cual tarea, etc. ¿No es esto también lo que nos enseña la experiencia histórica, la de los bolcheviques entre febrero y octubre de 1917? ¿Cuando el partido supo avanzar, luego retirar adaptarse – apoyándose en los comités de fábrica, no en los consejos, de julio a septiembre de 1917 – y retomar con otro contenido político concreto – la insurrección – la consigna de todo el poder a los consejos obreros?

Existe, pues, un vínculo entre la comprensión hoy de los sindicatos como órganos políticos de pleno derecho del Estado capitalista y su plena y total parcialidad de clase, anti-obrera y totalmente burguesa – no entre las dos clases –, que nos permite captar el verdadero sentido de cada una de sus acciones y consignas y las necesidades de cada lucha obrera. No captar el carácter político burgués de los sindicatos limita, cuando no prohíbe, el reconocimiento de los diferentes enfrentamientos o batallas particulares que tienen que afrontar los proletarios. Abre así la puerta a consignas abstractas, como la auto-organización, que corren el riesgo, al final, de hacer que la intervención de los revolucionarios vaya por detrás de los acontecimientos, o incluso del terreno y timing [ritmo] de la burguesía.

Estos son, queridos camaradas, los comentarios y observaciones críticas que queríamos haceros llegar, con la esperanza de que sean positivos, aunque sabiendo que sin duda están lejos, muy lejos, de cerrar este debate.

Fraternalmente, el GIIC, le 16 de Febrero 2023

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Notas:

[2. Es decir, todo su aparato estatal, del que los sindicatos son un componente político y anti-obrero esencial.

[3. Plataforma de 2020 de la TCI.

[4. Hemos traducido este artículo de Battaglia comunista en francés e inglés. Su versión italiana se consigue en https://www.leftcom.org/it/articles/2022-11-20/la-difficile-strada-dell-imperialismo-europeo-un-aggiornamento.

[5. Véase el siguiente artículo crítico o carta en este número y la posición de la CWO-TCI sobre las huelgas en el Reino Unido (Nota de la redacción).

[6. Por no citar más que un ejemplo, fue el caso, en enero de 1987, al final de la huelga salvaje en Francia, sin preaviso sindical y sobre todo contra los sindicatos que se oponían a ella, la CGT en primer lugar, de los ferroviarios de diciembre de 1986-enero de 1987. Hay otros ejemplos de radicalización súbita y extrema de los sindicatos y de las fuerzas de izquierda a los que el proletariado se verá inevitablemente abocado en el futuro, en particular en los periodos pre-revolucionarios e incluso revolucionarios. La Alemania de noviembre de 1918 nos ofrece el ejemplo histórico más trágico.

[7. Sin volver al peligro consejista del fetichismo de la auto-organización que la CCI defiende desde hace dos décadas y que no podemos abordar aquí.

[8. La auto-organización también puede servir para justificar la prohibición de que intervenga la vanguardia política, el partido, como demuestra la imposibilidad de que Rosa Luxemburg se dirigiera al congreso de los consejos en 1918 porque no era obrera y sólo podían ser delegados al congreso “los que figuraban en las listas de personas que trabajaban en las empresas o en los efectivos militares.” (La Révolution allemande, Pierre Broué, 1971, traducimos)