(Enero 2021) |
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En medio de la confusión generalizada, la brújula de la lucha proletaria
« Los criterios que nos guían en el examen de los antagonismos sociales limitados a un sector del mundo capitalista son de dos tipos: en primer lugar, se trata de identificar, desde un punto de vista internacional, los elementos que provocan la modificación de las relaciones sociales para identificar el antagonismo fundamental que rige la lucha de clases de un período determinado; en segundo lugar, será necesario discernir, a través de las apariencias, de los hechos secundarios y contingentes, de las contradicciones superficiales, las tendencias que dominan la evolución social, los elementos que caracterizan la naturaleza y la función de las clases en presencia » (Communisme #20, 1938, boletín de la Fraction belge de la Gauche communiste internationale [1]).
La ruptura histórica que se produjo a principios de 2020 con la propagación mundial del Covid-19 ya no se cuestiona hoy en día. El antes y el después está claro para todos, sea cual sea el punto de vista de clase de cada uno, burgués o proletario. Sólo las diversas capas pequeño-burgueses que están impotentes, y para muchas de ellas desesperadas hoy, pueden tener todavía la ilusión de un retorno a la situación de ayer. La crisis económica abierta, que se estaba gestando y estaba por estallar, explotó de forma inesperada como resultado de la pandemia. La parálisis de una gran parte de la producción capitalista mundial no tenía precedentes en su brusquedad, simultaneidad y magnitud. Diez meses después, los cierres de empresas se multiplican, los despidos explotan y el desempleo se duplica. Y para los proletarios que aún conservan sus empleos, las condiciones de explotación se deterioran brutal y dramáticamente. Sin embargo, todavía no se les ha presentado la factura de los billones de dólares y euros emitidos y lanzados a los mercados para evitar la parálisis aún más brutal de la economía y del sector financiero. Será dolorosa. Miserias y sufrimientos generalizados son el futuro de todos. Tanto más que a la factura que hay que pagar por la crisis se añadirá la de las tensiones imperialistas y bélicas, los gastos militares, inevitablemente destinados a aumentar y presentados al amparo de diversos planes llamados de ’recuperación’, de ’grandes obras’ o incluso de ’relocalización’ de la producción nacional.
Hemos de reconocerlo : como muchos, pensábamos que la pandemia sería sólo un paréntesis, una contingencia, el fósforo que había prendido fuego al polvorín que estaba esperando a explotar. Pero se ha convertido en parte integrante de la crisis y de la exacerbación de los antagonismos sociales, uno de « los elementos que provocan la modificación de las relaciones sociales [permitiendo] identificar el antagonismo fundamental que rige la lucha de clases » del período actual. Como factor contingente y repentino, condujo a la ruptura de la dinámica internacional de las luchas obreras que anteriormente empezaba apenas a prevalecer y desarrollarse, y de la cual los dos meses de huelgas y manifestaciones callejeras violentas en Francia en el invierno de 2019-2020 habían sido el punto avanzado. El proletariado se encontró entonces desorientado e impotente ante los primeros estallidos de la crisis, incapaz de responder en su propio terreno debido a los temores por la salud y el confinamiento generalizado. La burguesía utilizó la pandemia en su ventaja política contra el proletariado sembrando confusión y miedo en sus filas, predicando la unidad nacional y desarrollando como nunca antes su control social y policial sobre la población. Hasta el día de hoy, e incluso si comienzan a surgir algunas luchas aquí y allá, en particular contra los planes de despido, o como en la India donde las huelgas de trabajadores y las manifestaciones campesinas se extendieron, no hay ninguna reacción proletaria significativa a la crisis que pueda indicar una verdadera recuperación de los trabajadores.
No obstante, el hecho de que la burguesía sintiera la necesidad de lanzar, desde los Estados Unidos, y con éxito, una ofensiva ideológica y política a gran escala, incluso a nivel internacional, sobre el identitarismo y el racialismo, destinada a sembrar la confusión y la división en las filas proletarias según el origen y el color de la piel, indica que la instrumentalización de la pandemia no bastará para aplazar indefinidamente las reacciones proletarias ante la magnitud de los ataques. Cualesquiera que sean las fuerzas y las debilidades del proletariado internacional, no hay duda de que se producirán enfrentamientos masivos de dimensión histórica entre las clases. La verdadera pregunta es más bien: ¿podrá el proletariado frustrar las trampas de cualquier orden que se le ponga en su camino y despejar a mínima el camino para su insurrección, la destrucción del Estado capitalista y el ejercicio de su dictadura de clase?
Este es el quid de la cuestión. La dispersión y la debilidad de las minorías revolucionarias del proletariado, e incluso sus deficiencias de orden sectario, no permiten prever una dinámica inmediata y eficaz hacia su reagrupación en partido. Ahora bien, ¿quién sino un partido, o en su ausencia los grupos comunistas hablando con una voz unida sobre cuestiones esenciales, para frustrar las trampas y obstáculos de todo tipo y para aclarar el camino hacia la revolución comunista? ¿Orientar y dirigir la lucha de clase contra la burguesía mundial y el capitalismo? Por nuestra parte, esta es nuestra principal preocupación y prioridad.
25 de diciembre 2020
Notas:
[1] . La FBGCI fue constituida por el grupo belga de la minoría de la Liga de Internacionalistas Comunistas que se unió a la fracción italiana en 1937.