Revolución o Guerra n°21

(Junio 2022)

InicioVersión para imprimir de este documento Versión imprimir

Toma de posición de la TCI sobre las tesis

Estimados compañeros,

Leimos su documento (Tesis sobre la guerra en Ucrania) y nos complace ver que ha habido una evolución positiva en sus posiciones, empezando por la necesidad del partido mundial de la revolución como instrumento indispensable en la lucha de clases para derrotar al capitalismo. Ciertamente, no es la primera vez que planteais la cuestión, pero hoy nos parece que hay otro punto por subrayar.

Relacionaís correctamente la escalada de las tensiones imperialistas y la guerra en Ucrania con el agravamiento de la crisis, que empuja a las diferentes facciones burguesas a aumentar su agresividad, según la lógica más "clásica" del imperialismo.

Estos son, sin duda, los aspectos positivos, pero en sus "Tesis" hay otros que nos dejan muy perplejos, ya que reflejan, en nuestra opinión, metodologías de análisis tanto mecanicistas como idealistas. En otras palabras, las Tesis revelan un esquematismo que corre el riesgo de dar una representación errónea de las tendencias actuales, haciendo que su documento sea engañoso para las necesidades de una orientación comunista del proletariado, es decir, hoy, de las minorías e individualidades – no necesariamente proletarias – que se sitúan en el terreno del anticapitalismo.

Atribuís un papel central a Europa, tanto en la actual confrontación imperialista – quizás el preludio de futuras confrontaciones – como en la lucha de clases, es decir, al proletariado de esta parte del mundo. Nadie niega la enorme importancia del continente europeo – es casi una banalidad – pero afirmar categóricamente que el tablero europeo es el principal campo en el que se juega la sangrienta partida del imperialismo es una apuesta y oscurece el otro tablero de la confrontación imperialista, el de China. Vosotros mismo lo mencionáis, pero no hacéis suficiente hincapié en su importancia primordial.

Igualmente, para vosotros, la clase obrera europea ocupa un lugar especial, por así decirlo, en la reanudación de la lucha de clases y en la lucha contra la guerra, porque este segmento del proletariado mundial tendría más experiencia histórica (de clase) que cualquier otro proletariado. Este es también un esbozo cuestionable, porque sabemos muy bien cómo las últimas décadas han producido profundos cambios en la composición de clase y la "memoria" política del proletariado "europeo". No es inútil recordar que, en los últimos años, algunos de los episodios más significativos de la lucha obrera (obrera en sentido amplio: asalariados) han tenido lugar fuera de Europa y, por lo tanto, al atribuir a priori la "primogenitura" de la lucha de clases al proletariado europeo, se corre el riesgo de caer en el idealismo, de dejarse abrumar por el glorioso pasado revolucionario de la clase obrera del viejo continente, de no tener debidamente en cuenta el potencial anticapitalista de los demás sectores del proletariado mundial. Si se refiere a que, sobre todo en Europa, existen núcleos comunistas que mantienen viva la praxis revolucionaria (método teórico-político, etc.), eso es una cosa, pero su extrema debilidad numérica hace que sean, de hecho, desconocidos para nuestra clase y, por el momento, sin posibilidad real de influir en el curso de los acontecimientos. Esto no significa, por supuesto, que debamos resignarnos a esperar tiempos mejores de forma "bordighiana", dedicándonos mientras tanto únicamente al análisis teórico, sino que debemos tener claro el camino extremadamente accidentado en el que – desde que podemos recordar – nos movemos; el fatalismo y la huida no llevan a ninguna parte. No es casualidad, entre otras cosas, que nuestras posiciones hayan despertado recientemente el interés en ámbitos que nunca habían sido tocados – o sólo marginalmente – por la actividad teórico-política de la Izquierda comunista "italiana", en la que tenemos nuestras raíces, reflejando una ebullición social, si no de clase, en cierto modo nueva. Que sea el proletariado europeo el que desempeñe el papel de primer violín, o al menos dé el "la" al concierto de la lucha de clases, es una posibilidad, sin duda, quizá la más probable, pero no una certeza: bromeando, “el espíritu sopla donde quiere”, decía Thomas Müntzer, pero nosotros añadimos que para que sea productivo en sentido revolucionario, necesita un instrumento que lo capte y lo dirija en la dirección correcta. Pero ese instrumento – el partido, la nueva internacional – aún no se ha construido y, tal como están las cosas, aunque el ’espíritu’ proletario se fortaleciera en Europa, no encontraría a nadie que lo dirigiera contra las fortalezas del capital, ni aquí ni en otros lugares, y la burguesía se las arreglaría, con diferentes grados de dificultad, para seguir controlando la situación.

He aquí otro punto de vuestro documento que nos deja muy dudosos y del que emana, si hemos de ser sinceros, el desagradable olor de las fantasiosas teorizaciones de la CCI. En el punto 5, decís que las burguesías de Europa Occidental tienen dificultades para “imponer a la fracción del proletariado internacional con mayor experiencia de lucha obrera contra la crisis y también contra la guerra imperialista, el grado de sumisión indispensable para marchar a la guerra.” Desgraciadamente, nos parece que no es así, al contrario, vemos que desde hace aproximadamente medio siglo nuestra clase ha sufrido todos los ataques provenientes de la burguesía sin responder o sin responder adecuadamente. Las razones son muchas, las conocemos – entre ellas, la pérdida de esperanza en un mundo alternativo al del capital, tras el derrumbe del capitalismo de Estado ’soviético’ presentado como "socialismo real" –, pero el hecho es que, hasta ahora, la burguesía ha gestionado la explotación y la opresión de la clase obrera con relativa facilidad. Si se da crédito a los boletines de guerra, llamados boletines informativos, con los que los medios de comunicación "occidentales" manipulan a diario la llamada opinión pública, flanjas del proletariado ucraniano se han precipitado para defender la patria. Sea esto cierto o no, el hecho es que, salvo episodios que desconocemos, no ha habido una oposición masiva a la guerra, por parte de la clase como tal, ni en Ucrania, ni en Rusia y, por desgracia, tampoco en "Occidente". Ante la guerra de Ucrania, no sólo los proletarios rusos y ucranianos luchan por sus respectivas burguesías, sino que en la vieja Europa, hasta ahora, cuando algo se ha movido, es en un sentido pacifista, es decir "no a la guerra" pero sí a la paz del capital, sin entender que es precisamente el capital el causante de las guerras. Además, hasta ahora, nunca en la historia el movimiento obrero ha sido capaz de impedir el estallido de una guerra imperialista (sí ha sido capaz de detenerla, sin embargo...), aunque sea el único sujeto que puede hacerlo, en un momento como el actual, pero eso no significa que no pueda ocurrir, ni, mucho menos, que las muy débiles fuerzas comunistas no deban trabajar en esa dirección: ¡al contrario! Sin su presencia activa en la clase, ésta podría ciertamente ponerse en marcha, pero, dicho esto, nos quedaríamos con uno de los dos factores de la dialéctica revolucionaria. Sabemos muy bien que la clase se moviliza incluso sin la presencia de una organización revolucionaria – ¡cuántas veces en la historia ha sucedido esto! – Sabemos muy bien que la crisis, y más aún la guerra, pueden dar ’patadas en el culo’ [alternativamente: sacudidas] muy potentes a una clase adormecida, desorientada y asustada, que casi sin palabras juega el papel de "clase para el capital", pero no es automático que esto ocurra. Sobre todo, no es automático, ¡e incluso!, que sus sectores más combativos se conviertan en "clase para sí", es decir, adquieran una conciencia revolucionaria, si no entran en relación dialéctica con la vanguardia comunista, a la que alimentan políticamente y por la que son alimentados políticamente. El problema es siempre el mismo, pero para resolverlo no debemos dejarnos guiar (sólo) por nuestras esperanzas, porque de lo contrario pueden convertirse en ilusiones, ni por esquematizaciones, que nos incapacitan para el papel al que aspiramos como vanguardia de la revolución internacional.

Un saluto internazionalista,

Tendencia Comunista Internacionalista, 4 de mayo 2022

A la espera de una respuesta por nuestra parte

No podremos responder a la carta de los compañeros en este número por falta de espacio. Sus críticas se refieren a dos puntos. La primera es la insistencia de las tesis en el retorno de Europa al primer plano de la situación histórica tanto en el plano imperialista como en el de la lucha de clases, lo que haría olvidar-subestimar la realidad del antagonismo fundamental chino-americano. No creemos que haya una divergencia real entre nosotros. De hecho, las tesis tratan de subrayar y advertir al proletariado internacional del significado histórico de la guerra en Ucrania y en Europa. El hecho de que el primer conflicto que marca un paso importante hacia la guerra generalizada no oponga a China y Taiwán, lo que era una probabilidad, sino a Rusia y Ucrania, convierte a Europa en el epicentro de la situación por el momento e interpela ante todo al proletariado de Europa; un proletariado que tiene, como los demás, su propia experiencia histórica; una experiencia que es ciertamente la más rica de todas las demás fracciones del proletariado mundial hasta la fecha; una experiencia que no prejuzga en absoluto su capacidad de lucha masiva en el próximo período, sabiendo que por el momento está en gran parte ausente – la TCI tiene razón en este punto. Afirmar esto no significa que excluyamos de antemano cualquier inversión de la situación internacional que convierta a Asia en el epicentro de la situación en otro momento, o incluso en todo un período, y al Océano Pacífico en el principal escenario de la polarización imperialista y de la guerra generalizada si llegara a producirse. Tampoco que el proletariado de China y Asia no pueda tomar la iniciativa de una oleada revolucionaria internacional ante una guerra que le afectaría directamente, como hizo el proletariado ruso en 1917. Si hay una divergencia en este punto, reside más bien en el hecho de establecer la probabilidad – y no la predicción – de los acontecimientos futuros según el análisis de los acontecimientos actuales y su dinámica, que están determinados por la perspectiva de la guerra imperialista generalizada y los enfrentamientos de clase que la burguesía no puede dejar de imponer. Por el momento, debido a la guerra en Europa y a la experiencia histórica del proletariado del continente – hechos materiales e históricos – consideramos más probable una reacción proletaria de masa a la guerra que partienda de Europa que de América, Asia o África. Esta probabilidad no es una predicción, ni excluye de manera absoluta que pueda ser diferente, permaneciendo la situación igual por lo demás – también hay, por ejemplo, elementos materiales que indican una dinámica, por supuesto todavía tímida, de reacciones proletarias a la crisis en América del Norte. Y ahí radica el segundo punto de crítica de la TCI.

Expresa una verdadera divergencia. Para la claridad del lector y para que pueda orientarse, podemos decir a grandes rasgos que toca el debate contradictorio que el PCInt-Battaglia Comunista y la CCI habían desarrollado a finales de los años 70 en torno a la cuestión del curso histórico – el mismo que la CCI de hoy abandonó en su 23º Congreso en 2020. Por nuestra parte, y tratando de no repetir los fallos idealistas y dogmáticos con los que la CCI podía entender y llevar esta cuestión en su momento – gran parte de las críticas que Battaglia Comunista hacía en su momento eran correctas [1] – retomamos el concepto y, esperamos, el método que debe acompañarlo, el que los compañeros de la TCI siempre han juzgado y tildado de idealista. Más allá de los debates históricos entre el PCInt y la CCI, el lector también puede remitirse al intercambio entre la TCI y nosotros que publicamos en 2019 en Revolución o Guerra #11 [2] sobre esta cuestión. Intentaremos retomar este debate en el próximo número de la revista.

Por el momento, nos limitaremos a agradecer el esfuerzo y la preocupación políticos de la TCI en esta ocasión y a ponerlos como ejemplo. Sólo pueden ayudarnos a aclarar, o incluso corregir si es necesario, nuestro propio planteamiento y comprensión. Pero sobre todo, debatir, confrontar, precisar y aclarar los puntos de acuerdo y desacuerdo, sobre cuestiones esenciales, aquí el método de análisis y comprensión de la situación histórica que define – y definirá – las orientaciones y consignas según el tiempo y el lugar, es parte integrante del proceso y de la lucha por la constitución del partido del mañana. No es sólo el programa y las posiciones de principio lo que tendrá que aclarar el partido y sobre lo que se constituirá, sino también las orientaciones generales y la táctica que se derivan de los primeros. Reagruparse es también debatir y confrontar posiciones en torno a las principales fuerzas de la Izquierda comunista y en torno a su corpus programático y político.

El GIIC, junio 2022

Inicio


Notas:

[1. Por ejemplo, la idea y la posición de la CCI de aquel entoncés según la cual « el curso era hacia la revolución », lo que volvía esta una vía del todo abierta e ineluctable. Recordemos de nuevo : fue gracias a esta crítica que la CCI de aquel momento había reconocido válida, que había precisado – cambiado – su postura y definido el « curso » como siendo « hacía enfrentamientos de clase masivos ».

[2. Nuestra posición crítica sobre un artículo de la TCI http://www.igcl.org/La-question-du-cours-historique-la y su respuesta http://www.igcl.org/Reponse-de-la-TCI-8-fevrier-2019.