(enero 2025) |
Inicio | Versión imprimir |
Frente a la carrera hacia la guerra, establecer una línea de defensa que reúna a los proletarios más combativos.
« el grado alcanzado por la crisis y el impasse resultante para el capital, hace que la dinámica de la guerra imperialista generalizada, que hasta entonces era sólo una perspectiva que jugaba un papel todavía indirecto – si se puede decir así – en el curso de los acontecimientos, sea hoy un factor directo e inmediato en las políticas, las decisiones, las reflexiones de los gobiernos y las clases capitalistas de cada nación y potencias imperialistas. La guerra en Ucrania es la primera ilustración clara y evidente de esto para todos »
(Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra en Ucrania (2 de marzo 2022), RG #21)
Sin estar aún en el poder [1], Trump amenaza con comprar, cuando no invadir, Panamá, Groenlandia e incluso ¡Canadá! Igual que Putin invadió Georgia y Ucrania. Al igual que Israel se está apoderando de Cisjordania, Gaza y el Golán sirio. Al igual que Xi de China está reclamando Taiwán. Al igual que Hitler invadió Austria y Checoslovaquia. Mussolini invadió Etiopía. Lo diga en serio o no, lo realize o no, es un signo de los tiempos y del rumbo hacia la guerra generalizada abierto por el estallido de la guerra imperialista en Ucrania.
El mero anuncio de su victoria ha acelerado y desencadenado una cascada de acontecimientos. En Ucrania y Oriente Próximo las carnicerías y masacres se desatan, mientras se preparan otras, en Asia por ejemplo. La inestabilidad política gubernamental se está imponiendo en varias partes, sobre todo en países occidentales como Canadá, Corea, Alemania y Francia. Y el auge de los llamados partidos de derecha “radicales” o “antiliberales”, con su retórica nacionalista, chovinista y xenófoba, se está generalizando. Al igual que el fascismo en la década de 1930, las derechas radicales de hoy en día “están expresando, a través de un recrudecimiento de su actividad, toda la complejidad de las situaciones problemáticas que avanzan hacia la guerra [2].” Las amenazas de Trump de proteccionismo y de guerras comerciales y monetarias sin cuartel están sembrando el pánico entre los competidores.
En 2016, el lema de Trump Make America Great Again fue la respuesta de la burguesía estadounidense al declive previsto y, en parte, ya iniciado, de su poder en las dos primeras décadas de este siglo. Su anterior mandato y el de Biden hicieron en gran medida que América volviera a ser great again. La reelección de Trump significa tanto que la burguesía estadounidense se emprende con determinación y violencia en los enfrentamientos anunciados como que ha tenido en cuenta sus límites actuales.
“En caso de conflicto con China, las fuerzas estadounidenses agotarían sus reservas de munición en cuestión de semanas, y la base industrial de defensa estadounidense tardaría años en producir munición de repuesto. El aumento de los costes de personal y la infinidad de misiones en tiempo de paz están poniendo a prueba a las fuerzas estadounidenses [3].”
Esta fue sin duda la razón principal para elegir a Trump en lugar de Kamala Harris y los demócratas [4]. Ganar tiempo para prepararse – económica, política e ideológicamente – y rearmarse para los retos militares del conflicto generalizado que se avecina. La situación también exige un discurso “disruptivo”, que implique provocación y agresión en todos los frentes, y transgresiones de las reglas clásicas de la democracia burguesa y, si es necesario, de la Constitución estadounidense. Así como de las reglas internacionales. Incluso reglas geográficas: Trump quiere rebautizar el Golfo de México como Golfo de América. Para todas estas “transgresiones” que impone la situación, hay que encontrar personajes lo suficientemente “megalómanos” como para encarnar y llevar a cabo la violación de las reglas que rigen el orden imperialista existente. Viendo y escuchando a Trump, ¿cómo no pensar en El dictador de Charlie Chaplin? No para reírnos de él – aunque a veces... – sino por el paralelismo histórico. ¿Trump? The right man in the right place.
La guerra generalizada no es inevitable
“Para algunos analistas, esta época se parece más a los años treinta, con el colapso del orden mundial, que a las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.” (The Guardian, Editorial del 1er enero 2024)
En la prensa burguesa internacional abundan las referencias y analogías entre los años 30 y el período anterior a la Segunda Guerra Mundial con la situación actual. Aunque hay que desconfiar de las comparaciones históricas esquemáticas, a riesgo de copiar la situación de ayer a la de hoy, lo cierto es que la experiencia pasada debe servirnos – a los proletarios y a los comunistas – y arrojar luz sobre las nuevas situaciones en las que debemos orientarnos, sobre todo si queremos asumir el papel de vanguardia política del proletariado internacional. ¿No es ésta la razón fundamental por la que el proletariado produce minorías políticas y su partido?
La situación de los años treinta y la actual tienen muchos rasgos en común: fueron precedidas y anunciadas por las crisis económicas de 1929 y 2008, que el capital nunca llegó a “superar”, y mucho menos a “resolver”; el resultado es un aumento de las tensiones imperialistas, que obliga a los imperialistas menos “bien pertrechados” – ayer Alemania derrotada en 1918, hoy Rusia, ayer Japón, mañana China –, estrangulados por la política estadounidense de “countainment” en el caso de estos últimos, a embarcarse en aventuras bélicas y conquistas territoriales para aflojar el estrangulamiento que se les impone; se pone entonces en marcha el impulso hacia la guerra generalizada, que conduce inevitablemente a trastornos y convulsiones de todo tipo, económicas, políticas, sociales, ideológicas, etc., con miras a adaptar lo más rápidamente posible todo el aparato productivo y estatal para la preparación de la guerra que se impone. La analogía con los años 30 es, pues, válida en lo que respecta a estas características.
Hay otro factor que debe tenerse en cuenta: la lucha de clases. Aunque sólo sea porque la burguesía tiene que “hacer pagar a los trabajadores los costes de una terrible crisis económica para hacer frente a las necesidades de la guerra [5].” También en este caso la analogía funciona. Pero hay algunas diferencias, una de las cuales nos parece crucial para la resolución del dilema histórico: la dinámica de la lucha entre las clases y la situación de la clase explotada y revolucionaria, el proletariado. En los años 30, el proletariado acababa de sufrir, y seguía sufriendo, una serie de sangrientas derrotas históricas políticas e ideológicas tras la Revolución Rusa de 1917 y la oleada revolucionaria internacional de 1917 a 1923 que la había seguido. Aunque lo que algunos llaman el “instinto de clase” seguía predominando en las filas proletarias, se identificaba esencialmente con la defensa de la URSS y del estalinismo, o con la defensa de la democracia contra el fascismo. Las masas proletarias tendían a ponerse del lado de la contrarrevolución. Hoy no existe un “instinto de clase” ligado a una ideología determinada. Es cierto que los proletarios a escala internacional están en gran medida sometidos a la ideología burguesa y a los ataques económicos y políticos de sus respectivas burguesías nacionales. Es cierto que no están en condiciones, salvo esporádicamente [6], de lanzar luchas abiertas contra el capital, aunque sólo sea por objetivos económicos. Pero el propio curso de la lucha de clases no está tan marcado ni definido por la contrarrevolución como en los años treinta. Es notable que hasta la fecha no haya habido manifestaciones callejeras nacionalistas y chovinistas u otras movilizaciones significativas en apoyo de la guerra. Ni en Rusia, ni en Ucrania, ni en Europa, ni en ninguna otra parte…
Hay también otro factor político fundamental. Ayer, la liquidación del partido de clase – la Internacional Comunista – por el estalinismo y la contrarrevolución y el control de los partidos de izquierda, especialmente los estalinistas, sobre las masas no hicieron sino acentuar su desorientación, la generalización de su derrota y el rumbo hacia la guerra. Hoy, si todavía no existe un partido de clase – ni mucho menos –, no existen partidos burgueses de izquierda a los que las masas trabajadoras se adhieran en masa y detrás de los cuales se movilicen. Si la fotografía del proletariado en 2025 no parece mucho mejor en cuanto a su relación – de fuerza – con el capital que en los años 30, la dinámica de esa relación no es la misma.
Resistir a todos los ataques contra las condiciones de vida y de trabajo, rechazar todo sacrificio en nombre de la defensa de la empresa y del país, romper el aislamiento de las luchas, buscar su extensión, como decíamos en el número anterior. Establecer una línea de defensa que reúna a las fuerzas más combativas y dinámicas del proletariado. Las mismas fuerzas que podrán ofrecer la alternativa proletaria a la guerra y unir en la lucha a los sectores y fracciones menos combativos. Esta es la consigna – ciertamente general – que las vanguardias comunistas actuales, a falta de partido, deben hacer suya, defender, propagar y... desarrollar – a través de consignas más directas y concretas – en función de las situaciones inmediatas y locales.
Notas:
[1] . Escribimos antes de su llegada al poder.
[2] . Bilan #24, « Vers une consolidation du front capitaliste en France », 1935. Précisons que nous ne confondons pas le fascisme des années 1930 aux droites « radicales » actuelles qui ne correspondent pas aux mêmes situations historiques. De même, nous rejetons la position selon laquelle le fascisme hier, les droites « populistes » aujourd’hui, soient des mouvements petit-bourgeois en réaction à leur paupérisation. S’ils s’appuient sur les frustrations propres à la petite-bourgeoisie desespérée, voire d’ouvriers parmi les couches les moins combatives et les plus « réactionnaires » du prolétariat, fascisme et autres droites « extrêmes » sont des partis bourgeois à part entière. Aclaremos que no confundimos el fascismo de los años 30 con las derechas “radicales” de hoy, que no corresponden a las mismas situaciones históricas. Del mismo modo, rechazamos que el fascismo de ayer y las derechas “populistas” de hoy sean movimientos pequeñoburgueses que reaccionan a su empobrecimiento. Si se basan en las frustraciones de la pequeña burguesía desesperada, o incluso de los trabajadores de las capas menos combativas y más “reaccionarias” del proletariado, el fascismo y otras derechas “extremas” son partidos burgueses por derecho propio.
[3] . Foreign Affairs, Michael Beckley, The Strange Triumph of Broken America, January 7th 2025.
[4] . Remitimos al lector al comunicado de prensa que publicamos tras la victoria electoral del pasado noviembre y al artículo de PCI-Le Prolétaire que figura a continuación [no pudimos traducirlo al español]
[5] . Bilan #22, septembre 1934, « La situation en France »
[6] . Les grèves de l’été dernier en Amérique, à Boeing, les dockers de la côte ouest, à Amazon, et autres, les postiers au Canada, les réactions ouvrières à Volkswagen ou Opel en Allemagne, dans les services publics un peu partout, ou encore les travailleurs de Grande Bretagne à l’été 2022, etc.