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Coronarivus y crisis catastrófica : responsabilidad trágica de los comunistas (19 de marzo 2020)
« El coronavirus requiere un pensamiento económico de tiempo de guerra » (The New Yorker, 16 de marzo 2020 [1]). « Estamos en guerra » (el presidente francés Macron, 16 de marzo). « Me considero, en cierto modo, un presidente de guerra. Es una guerra que estamos peleando, es una situación muy, muy difícil...» (Trump, 18 de marzo).
La ruptura es histórica y brutal. Además de las víctimas de la pandemia y la tragedia sanitaria, la recesión es repentina y profunda. Sectores enteros, a menudo esenciales, de la producción mundial están paralizados. En un punto muerto. La factura será exorbitante. Veremos más tarde cómo van hacer pagarla por el proletariado mundial. Mientras tanto, se ha declarado la guerra contra el virus. La policía y el ejército son las únicas vacunas, de confinamiento y de toque de queda, contra el coronavirus que el capitalismo ha podido encontrar.
Lo mismo ocurre con la crisis. « No puedes pensar en términos normales. Esto se parece más a una crisis de guerra que a una situación económica normal » (Ian Shepherdson, fundador del Pantheon Macroeconomics cité par le New Yorker dans l’article ci-haut). La caída general de la producción va a exacerbar las rivalidades comerciales e imperialistas como nunca antes. Con el hundimiento del capitalismo mundial, la lucha desesperada de cada capital nacional para abordar los pocos botes salvavidas va a ser salvaje. Feroz y violenta.
Para acceder a las pocas lanchas y excluir a las demás, algunos hablan de "reorientar la economía" – en oposición a los llamados excesos liberales de la globalización – en torno a cada Estado nacional, aunque ello signifique, todos declaran hoy en día con pánico, nacionalizar ciertos sectores indispensables para la defensa del capital nacional. Otros diferencian entre los bienes esenciales y los no esenciales, los primeros por preservar y los segundos por abandonar. Porque la crisis va a destruir secciones enteras del aparato de producción nacional. Lo mismo vale por los sectores económicos más débiles que por las personas más débiles ante el coronavirus. Los servicios de salud están pensando en los criterios que se utilizarán para elegir entre los que se salvarán – debido a la falta de personal, camas y respiradores – y los que se enviarán a morir en casa o en la calle. Lo mismo se aplica a los sectores más débiles de la economía, que están enfermos por la crisis. El Estado, representante supremo de cada capital nacional, decidirá qué sectores se debe salvaguardar a toda costa y cuáles se pueden sacrificar o dejar morir. El criterio esencial no será de orden económico sino político e imperialista : los sectores estratégicos para la defensa del capital nacional son los bienes esenciales que cada Estado tratará de preservar a toda costa. Porque detrás de la crisis y las tensiones imperialistas, se perfila cada vez más la guerra imperialista generalizada. La respuesta militarizada a la pandemia del coronavirus es una ilustración de esto, un momento y acelerador particular. El proceso, casi podría decir la mecánica, determinada por las contradicciones del capital, conduce inevitablemente a la guerra imperialista generalizada si no se destruye y se supera ese.
Con el estallido de la pandemia, la crisis capitalista y la guerra imperialista se conjugan en presente. La relación dinámica entre ambos obliga ahora a cada burguesía a imponer de manera absoluta la miseria, con la desaparición de los bienes ’no esenciales’, y la disciplina igualmente absoluta en los lugares de trabajo y en la calle para la producción de ’bienes esenciales’ en defensa del capital nacional. La marcha hacia la guerra imperialista exige que la burguesía provoque un enfrentamiento generalizado contra el proletariado en todos los países. El coronavirus y la crisis que causa no dejan lugar a dudas : ha llegado el momento de los enfrentamientos masivos, violentos, dramáticos e internacionales entre las clases. Su resultado resolverá de una manera u otra la alternativa de revolución o guerra.
El huracán que explota, es de proporciones sin precedente y los comunistas son ahora sólo una brizna de paja, en peligro de ser arrastrada y dispersada aún más por la tormenta. Una de las tragedias del drama histórico que se está desarrollando, arriesga acabarse, por la irresponsabilidad e inconsistencia de las fuerzas comunistas, con la ausencia de un Partido Comunista Mundial efectivo, incluso en la confrontación de clase que está comenzando. Todavía hay tiempo para que las principales fuerzas llamadas ’partidistas’, las que luchan resueltamente por la constitución del partido, se pongan a la altura de su responsabilidad y trabajen en consecuencia, rápida y concretamente, para despejar el camino de la reagrupación internacional en torno a las posiciones históricas de la Izquierda comunista y sus principales grupos. A ellos les corresponde, en primer lugar a la Tendencia Comunista Internacionalista, tomar en serio su papel y encargarse, superando todo sectarismo, del desarrollo y fortalecimiento del campo proletario en su conjunto.
Notas:
[1] . ’The Coronavirus Calls for Wartime Economic Thinking’ (https://www.newyorker.com/news/our-columnists/the-coronavirus-calls-for-wartime-economic-thinking).