Revolución o Guerra n°27

(Mayo 2024)

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Economía de guerra y rearme: las burguesia europeas se preparan a la guerra generalizada

En el número anterior, intentamos mostrar cómo las políticas económicas aplicadas por el gobierno de Biden, la “Bidenomics”, representaban a la vez los primeros pasos de la adaptación del aparato de producción estadounidense a la dinámica hacia la guerra imperialista generalizada y un ataque económico, político e ideológico contra el proletariado. [1] El siguiente artículo publicado en el sitio de la Tendencia Comunista Internacionalista pone de relieve cómo la burguesía francesa comienza también a preparar la guerra en el plano económico y “social”, es decir, para imponer al proletariado de Francia los sacrificios indispensables para esta preparación. Llamamos a todos los que puedan, grupos, círculos e incluso individuos aislados, a hacer lo mismo en el mayor número posible de países.

Escrito un mes antes, el artículo no podía tener en cuenta el Discurso sobre Europa pronunciado por el presidente francés Macron el 25 de abril. [2] Este discurso expone en gran medida la visión de la burguesía francesa, que se puede considerar como una contrapartida a las “bidenomics” para Europa y ,como un intento de escaparse de la creciente polarización entre Estados Unidos y China precipitada por la guerra en Ucrania. Intenta convencer a los europeos de la necesidad de una “autonomía estratégica europea” en materia de defensa militar, de la cual espera poder asumir el liderazgo, en particular frente a Alemania. Para lograrlo, Macron reclama también una política industrial europea adecuada.

Existe un riesgo enorme de que resultemos fragilizados o relegados. Porque nos encontramos en un momento de cambio mundial sin precedentes, en el que las grandes transformaciones se aceleran. (…) Debemos dar muestra de lucidez y pensar que nuestra Europa, hoy, es mortal. Puede morir. Puede morir, y que lo haga depende solo de las decisiones que tomemos. Y esas decisiones debemos tomarlas ahora. Porque ahora es cuando se decide la cuestión de la paz y de la guerra en nuestro continente y nuestra capacidad de garantizar o no nuestra seguridad. (…) Y esto lo demuestran observaciones muy sencillas que documentan la gravedad de mis palabras. En primer lugar, no disponemos de armas suficientes (…) frente al rearme generalizado del mundo y a su aceleración. (…) El segundo es que, en el plano económico, nuestro modelo [social], con su diseño actual, ya no es sostenible (…). Y la tercera observación (...) es la batalla cultural, la de los imaginarios, los relatos, los valores [democráticas, dice], que cada vez es más delicada.”

Desde el estallido de la guerra en Ucrania, la puerta a la autonomía estratégica europea, la política tradicional del imperialismo francés desde De Gaulle, se había cerrado, con todas las naciones europeas refugiándose bajo el paraguas nuclear estadounidense proporcionado por la OTAN – hasta el punto de que Finlandia y Suecia se adhirieron con urgencia. Con el Congreso bloqueando la ayuda estadounidense a Ucrania durante seis meses y la posibilidad de la elección de Trump, el riesgo de una retirada militar estadounidense de Europa y la pérdida de su paraguas nuclear ha vuelto a atormentar a la burguesía europea, especialmente a medida que continúan los éxitos militares rusos en el frente ucraniano. Frente a ello, la puerta de la autonomía estratégica europea, independiente de Estados Unidos y propia del imperialismo francés, se ha reabierto, o eso quiere creer Francia, haciendo valer sus capacidades militares y nucleares:

Esa era en la que Europa compraba energía y fertilizantes a Rusia, producía en China, delegaba su seguridad a Estados Unidos, esa era es historia. (…) Debemos (...) construir una Europa capaz de mostrar que no es vasalla de Estados Unidos (…). La disuasión nuclear es central en la estrategia de defensa francesa. Por tanto, por su esencia misma, es un elemento ineludible de la defensa del continente europeo. Gracias a esa defensa creíble, podremos desarrollar las garantías de seguridad a las que aspiran todos nuestros socios, en toda Europa, y también servirá para construir el marco de seguridad común, garantía de seguridad para todos.”

No sabemos hasta qué punto las demás burguesías europeas se adherirán a las pretensiones francesas, pero hay pocas dudas de que se unirán en el hecho de que “el modelo social más exigente y que más se nutre de la riqueza que produce (...) ya no es sostenible” para el conjunto del capitalismo europeo. El discurso de Macron confirma el título del siguiente artículo, que apoyamos: “La guerra social está declarada”. Y es, en efecto, la burguesía la que la declara, la que va a dirigirla e imponerla al proletariado procurando que se desarrolle en el terreno y en los momentos que considere mejores para ganarla. Este es también el sentido del llamamiento de Macron para que Europa lleve también la batalla cultural, es decir, ideológica, con el fin de desviar al proletariado de la lucha de clases en nombre de la defensa de la democracia y de la unidad nacional. Por eso saludamos y apoyamos este artículo. [3]

El equipo de redacción

Plan de austeridad en Francia: ¡la guerra social está declarada!

50.000 millones de euros de ahorro de aquí a 2027: es lo que pide el Presidente del Tribunal de Cuentas, el “socialista” Pierre Moscovici, para reducir el déficit público y cumplir las exigencias de la Comisión Europea, en un contexto de ralentización significativa del crecimiento.

Razón de más para que el gobierno francés anunciara a bombo y platillo un objetivo de ahorro de 10.000 millones para 2024, seguido de 20.000 millones en 2025. Es muy probable que esta política de austeridad se prolongue al menos hasta 2027, e incluso se intensifique, como insinúa el Ministro de Economía, Bruno Le Maire, que quiere acabar con el “Estado del bienestar a la francesa.” Todos los ámbitos se ven afectados: ecología, educación, sanidad, vivienda, seguridad social, desempleo, prestaciones sociales... todos menos el ejército, que está sano y salvo, ¡para regocijo de la industria armamentística burguesa, como Dassault y compañía!

Economía de guerra y rearme: hacia la guerra generalizada

Mientras que el nivel de gasto social caerá drásticamente en los próximos años en un intento de absorber el déficit, el gasto militar seguirá aumentando a sus espaldas, e incluso se duplicará para 2030. Esto está en línea con la tan cacareada “economía de guerra” de Emmanuel Macron, y el rearme de Francia con varios miles de millones de euros (¡!) en apoyo militar a Ucrania. [4] Del mismo modo, por primera vez, la central eléctrica de EDF en Civaux se reservará al ejército para producir tritio, un isótopo fundamental para la disuasión nuclear. Es evidente que Francia se está preparando para la posibilidad de una guerra interimperialista generalizada y, por lo tanto, está tratando de aumentar su presupuesto militar en previsión, como lo demuestran las recientes declaraciones del presidente Macron sobre la posibilidad de enviar tropas francesas a Ucrania (o cuerpos de élite o técnicos-instructores) para luchar contra Rusia. Aunque los distintos dirigentes occidentales se han opuesto (por el momento) a ello, hay que decir que todos los países de la OTAN están ahora aumentando drásticamente sus presupuestos militares y remilitarizándose. En este sombrío contexto de declive económico y remilitarización forzosa, todos los gobiernos burgueses buscan recursos para financiar la carnicería imperialista mientras reducen sus presupuestos: los más pobres y los trabajadores son las primeras víctimas.

Ataques anti-obreras en todo el mundo

Francia no es el único país que está sufriendo una terrible purga social para satisfacer los intereses de la burguesía: Argentina, Alemania, Finlandia, la República Checa, Cuba, Pakistán, Egipto, Gran Bretaña, Ecuador, Sri Lanka, Grecia, Italia, Nueva Zelanda, Venezuela y Suecia han introducido recientemente políticas de austeridad particularmente feroces contra el proletariado, con la esperanza de salir de la crisis económica que sacude al mundo. En todas partes, son estas mismas condiciones de existencia las que están siendo atacadas, mientras que las luchas sociales se multiplican en todo el mundo para hacerles frente, como en Cuba, donde, lejos de los imperialistas estadounidenses y de la burguesía cubana pseudocomunista, la clase obrera se autoorganiza para exigir una mejora de sus condiciones de vida. [5]

La crisis histórica del capital en los últimos 50 años

En realidad, estas políticas de austeridad forman parte de una crisis económica histórica del capital desde 1973. Desde las dos crisis del petróleo de la década de 1970, el mundo capitalista ya no ha experimentado fases de prosperidad generalizada, sino todo lo contrario: cada 10 años aproximadamente, crisis económicas de diversa gravedad (1973-1979; 1980-1982; 1990-1992; 1997-2002; 2007-2011; 2020-2022 y desde la guerra de Ucrania en 2022) han afectado al sistema económico internacional, provocando un descenso continuo del crecimiento económico en los últimos 50 años. [6] Al igual que nunca salimos realmente de la “Gran Recesión” de 2008, [7] la crisis de Covid y luego la guerra de Ucrania volvieron a sumir al mundo en la depresión económica y la “estanflación”. Desde 2020, el crecimiento económico mundial ha sido relativamente débil, excepto en Estados Unidos, debido a sus políticas proteccionistas e intervencionistas.

El capitalismo atraviesa regularmente ciclos económicos, caracterizados por fases de expansión económica y luego de depresión, cuando tiene que encontrar nuevas salidas para iniciar un nuevo ciclo, como explica Marx en El Capital [8]:

Puede suponerse que en las ramas decisivas de la gran industria este ciclo de vida es hoy, por término medio, de diez años. Sin embargo, lo que aquí interesa no es la cifra concreta. La conclusión a que llegamos es que este ciclo de rotaciones encadenadas que abarca una serie de años y que el capital se halla obligado a recorrer por sus elementos fijos, sienta las bases materiales para las crisis periódicas, en que los negocios recorren las fases sucesivas de la depresión, la animación media, la exaltación y la crisis. Los períodos en que se invierte capital son, en reali-dad, muy distintos y dispares. Sin embargo, la crisis constituye siempre el punto de partida de una nueva gran inversión. Y también, por tanto – desde el punto de vista de la sociedad en conjunto – brinda siempre, más o menos, una nueva base material para el siguiente ciclo de rotaciones.”

Hoy, para la burguesía, esta “salida de crisis” significa presionar cada vez más al proletariado. Esta política de austeridad no es nada nuevo: bajo todos los sucesivos gobiernos franceses, de derechas y de izquierdas, se han aplicado políticas de austeridad contra la clase obrera (bajo Valéry Giscard d’Estaing en 1976, François Mitterrand en 1983, Jacques Chirac en 1995, Nicolas Sarkozy en 2010 y François Hollande en 2014), sin ningún éxito en la reactivación de la economía.

La actual política de austeridad está directamente relacionada con esta desaceleración global del crecimiento económico, atribuible a los conflictos geopolíticos y a la crisis energética, que impide al Estado generar ingresos suficientes y que, por tanto, lleva a los gobiernos a atacar el gasto público con la esperanza de reducir el déficit presupuestario y la deuda pública. El objetivo evidente de todo esto es tranquilizar a las instituciones supranacionales (el Banco Mundial, el FMI y la Comisión Europea) y, sobre todo, a los mercados financieros y las agencias de calificación, para evitar ser declarados insolventes, como lo fue el sur de Europa tras la crisis de 2008, y seguir atrayendo a los inversores extranjeros. Pero esta política de austeridad sólo puede ir a peor, porque no hay perspectivas de crecimiento en los próximos años, aunque crea un círculo vicioso: menos crecimiento debido al contexto internacional, por tanto menos ingresos, por tanto menos gasto público, lo que lleva a que no se reactive la actividad económica y, por tanto, cada vez más recesión y recortes presupuestarios. Pero la razón fundamental de la situación actual es que el capital, en este último ciclo de producción de los últimos 50 años, ya no es capaz de hacer frente a la caída de la tasa de ganancia que caracteriza al sistema capitalista. Por eso asistimos a la multiplicación de los ataques contra el proletariado y a la marcha hacia la guerra, solución última del capitalismo para regenerarse y reiniciar un nuevo ciclo de producción destruyendo el capital constante y variable.

La necesidad de autoorganizarse y de salir del corsé reformista

Frente a estos ataques cada vez mayores, que no harán sino intensificarse debido a la marcha hacia la guerra y a la crisis económica, nuestra clase debe tratar de organizarse contra la burguesía y sus aliados, a través de su partido de vanguardia internacional, del que desgraciadamente aún carece. No puede confiar ni en los sindicatos ni en la izquierda institucional, porque son ellos los que, en Cuba como en Venezuela, en Portugal como en España, en Alemania como en Sudáfrica, impulsan estas políticas de purga social contra las masas trabajadoras. No puede ni debe limitarse a presentar un programa defensivo de retirada de las contrarreformas impuestas por el Estado y la patronal, sino también un programa ofensivo de subida de salarios, mejora de las condiciones de vida y de trabajo, reducción de la edad de jubilación y de la jornada laboral, sin preocuparse de su viabilidad financiera en el sistema capitalista, porque habrá que obligarle a hacerlo. Como decían Karl Marx y Friedrich Engels en 1850, en el “Discurso del Comité Central a la Liga de los Comunistas”:

“Las determinaciones de los demócratas, los cuales en ningún caso son revolucionarios, sino simplemente reformistas, deben ser estimuladas hasta el punto de que se conviertan en ataques directos a la propiedad privada (…). Si los demócratas proponen la regulación de la deuda nacional, los trabajadores deben pedir la bancarrota del Estado. Las demandas de los trabajadores dependerán de los propósitos y medidas de los demócratas. (…) Pero ellos mismos contribuirán mucho más a su victoria definitiva tomando conciencia de sus intereses de clase, presentándose cuanto antes como partido independiente y no dejándose desviar ni un momento por las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses de la organización autónoma del partido del proletariado.” [9]

Sólo a través de la lucha de clase organizada y guiada por su partido comunista internacional, el proletariado tomará conciencia de que la revolución comunista es la única solución a un sistema decadente e inestable en crisis perpetua. De lo contrario, “para los proletarios que se dejan divertir por ridículos paseos por las calles, por la plantación de árboles de la libertad, por las frases sonoras de un abogado, habrá primero agua bendita, luego insultos, finalmente fuego de ametralladora, miseria siempre.” (Auguste Blanqui, ’Brindis de Londres’, 25 de febrero de 1851) [10]

Xav, 25/03/24

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Notas:

[2. En español en el sitio de la presidencia francesa: https://www.elysee.fr/emmanuel-macron/2024/04/24/discurso-sobre-europa.es

[3. Podría haber dos puntos a discutir en este texto que son totalmente secundarios aquí y ahora. El pasaje sobre la crisis histórica del capitalismo debe ser debatido y profundizado en el conjunto del campo proletario. El llamamiento a la “autoorganización” y la presentación de la relación partido-clase, que ciertamente sólo podría ser breve, exigirían una discusión contradictoria.

[9. La última frase viene traducida directamente de la versión francesa ya que la española no corresponde políticamente [nota del GIIC]

[10. Traducido del francés por el GIIC.