(Mayo 2024) |
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El internacionalismo proletario y la marcha actual hacia la guerra generalizada
Reproducimos aquí el Llamamiento para un “congreso contra la guerra” lanzada por varios grupos, la mayoría de ellos anarquistas, pero cuya fuerza motriz parece ser el grupo revolucionario Guerra de clase – también conocido por su nombre checo, Tridni Valka [1] – más o menos descendiente o influenciado por el Grupo Comunista Internacionalista (GCI). Damos seguimiento al Llamamiento del Congreso con un Discurso al Congreso, que le hemos enviado nosotros mismos y que pretende ser una posición crítica ante esta iniciativa.
Congreso contra la guerra – Praga, 24 al 26 de mayo de 2024
Del 20 al 26 de mayo de 2024, grupos e individuos de diferentes partes del mundo se reunirán en Praga para coordinar actividades contra la guerra como parte de la Semana de Acción. La serie de eventos también incluirá un Congreso contra la guerra, que tendrá lugar del viernes 24 al domingo 26 de mayo de 2024. En el Congreso se presentarán campañas, acciones directas, proyectos, publicaciones y análisis relacionados con la cuestión de la guerra. Entre otras cosas, este evento internacionalista servirá como asamblea abierta que intentará combinar fundamentos teóricos con actividades prácticas.
Consideramos necesario, en el proceso de resistencia a la guerra, desarrollar una práctica anticapitalista que busque preservar la autonomía política. En concreto, esto significa que queremos organizarnos fuera de los partidos políticos, fuera de las estructuras de los Estados, y contra todos los Estados. Buscaremos especialmente las formas de oponernos a todas las duras condiciones a las que hemos estado expuestos y sometidos durante las guerras interestatales y la paz capitalista. Buscaremos las formas de sabotear las guerras, cómo privar a nuestros enemigos de recursos, cómo socavar la capacidad de los Estados y sus ejércitos para continuar las guerras.
¿Qué dirección hay que tomar y qué hay que hacer? ¿Cómo unir fuerzas y organizarse? Buscaremos respuestas basadas en la diferenciación de clase, y no en la diferenciación nacional; respuestas que tengan en cuenta la contraposición entre soldados rasos y oficiales, entre trabajadores asalariados y patrones, entre el proletariado y la burguesía. Buscaremos formas de hacer que los soldados en uniforme de cualquier ejército estatal se identifiquen con la lucha social de sus hermanos y hermanas al otro lado del frente, y no con las órdenes asesinas de sus oficiales. También buscaremos la manera de oponernos a los falsos amigos, a todos aquellos que pretenden transformar la lucha de clases en una lucha nacional o religiosa por un nuevo Estado, un nuevo espacio capitalista, mejor adaptado a sus necesidades.
Apoyamos a la comunidad internacionalista que afirma la lucha contra la burguesía de todos los bandos en guerra, contra los ejércitos de todos los Estados, contra los capitalistas de cada país. Las manifestaciones actuales de resistencia, por contradictorias y fragmentadas que sean, contienen sin duda el germen de una polarización social que puede convertir las guerras entre Estados en un enfrentamiento de clase. Se trata de la confrontación entre los defensores de la nación, de los Estados y del capitalismo, por un lado, y la clase social, por otro, que empieza a darse cuenta de que defender la nación a la que está encadenada sólo sirve a los intereses de quienes la explotan.
La acción directa contra las guerras adopta ahora diversas formas, más o menos selectivas, más o menos organizadas. Luchemos por un cambio cualitativo en el que los actos individuales de resistencia rompan su aislamiento mediante la interconexión y la coordinación. El enemigo común en cada época es, en primer lugar, el capitalismo, y por tanto cada Estado que lo estructura, el ejército que lo defiende, la burguesía que lo encarna. La única salida a la pesadilla de las guerras y la paz capitalistas es un despertar colectivo: debemos ver y sabotear toda la maquinaria de la guerra, derrocar a sus representantes y recuperar nuestro poder como creadores del mundo.
Hacemos un llamamiento a los grupos e individuos interesados en participar en el congreso contra la guerra de Praga para que se pongan en contacto con nosotros con suficiente antelación con propuestas para el programa.
¡Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista!
El Grupo internacional de la Izquierda comunista (GIIC) a los participantes al Congreso “anti-guerra” de Praga
Hemos recibido el Llamamiento para el “congreso contra la guerra” que se celebrará en Praga [2]. No podremos estar físicamente presentes cuando se celebre. Si hubiéramos podido, habríamos intervenido, criticando el planteamiento político y el marco en que se basa y defendiendo nuestras posiciones sobre el internacionalismo proletario en la situación histórica actual, la de la marcha hacia la guerra generalizada que el capitalismo trata de imponer.
En primer lugar y a título informativo sobre el GIIC, cabe señalar que desde su constitución en 2013, hemos basado todas nuestras actividades y orientaciones políticas en la actualidad de la alternativa histórica revolución proletaria internacional o guerra imperialista generalizada. Tanto es así que hemos llamado a nuestra revista de intervención Revolución o Guerra.
El estallido de la guerra imperialista en Ucrania fue la primera expresión de que el capitalismo, incapaz de superar sus contradicciones en el plano económico, se comprometía decididamente hacia una guerra imperialista generalizada, una Tercera Guerra Mundial. En este sentido, la guerra de Ucrania no fue una guerra imperialista local como las anteriores. Marcó una ruptura con el pasado. Lo que siguió, la forma en que se desarrolló y la forma en que ha continuado hasta el día de hoy, sus implicaciones tanto en términos de los alineamientos imperialistas de los unos y otros, su polarización, como las políticas de rearme generalizado y producción militar, luego la guerra en Oriente Medio, han confirmado esta dinámica hacia la guerra.
Esta obliga a todas las burguesías a redoblar sus ataques específicos contra su propio proletariado. En circunstancias normales – es decir, fuera de situaciones revolucionarias o pre-revolucionarias – la lucha de clases, es decir, la lucha entre las clases, sólo puede redoblarse y exacerbarse por iniciativa de la propia burguesía, no sólo por la crisis económica sino también, y cada vez más, por las necesidades de la guerra. La guerra en Ucrania tuvo inmediatamente consecuencias prácticas sobre el proletariado mundial, la inflación por ejemplo, y evidentemente de manera aún más dramática sobre los proletarios de Ucrania y Rusia. La explosión de los gastos armamentistas y el desarrollo de economías de guerra en todos los países no pueden sino agravar la explotación del trabajo por el capital e imponer sacrificios aún mayores al proletariado. Es por tanto en esta perspectiva de enfrentamientos masivos entre las clases, provocados por la burguesía por las necesidades de su marcha hacia la guerra generalizada, en la que los revolucionarios deben basar hoy sus orientaciones e intervenciones políticas. Y es sólo en su propio terreno de clase que el proletariado puede frenar, y luego oponerse, a la marcha hacia la guerra, despejando al mismo tiempo el camino para la revolución proletaria y la destrucción de todos los Estados capitalistas.
Somos muy conscientes de los límites actuales de las luchas proletarias, a pesar de las movilizaciones masivas en Gran Bretaña y Francia en 2022 y 2023, o del resurgir de importantes luchas obreras en Estados Unidos, por citar sólo algunos ejemplos significativos. Pero las dificultades de movilización masiva del proletariado no deben distraernos de la lucha de clases, ni llevarnos a buscar sustitutos o recetas que sustituyan la lucha proletaria de masas por acciones minoritarias al modo anarquista o izquierdista, incluso con el pretexto de que podrían servir de ejemplo o de “despertar colectivo”, por utilizar una expresión del Llamamiento al Congreso.
Sin embargo, esto es precisamente lo que parece desprenderse del contenido político del llamamiento. Dado que la gran mayoría de los “participantes” se declaran anarquistas, es poco probable que consigamos convencer al congreso en su conjunto de su enfoque a-clasista y no revolucionario y adoptar otro diferente.
Un congreso “anti-guerra” que da la espalda al internacionalismo proletario
El propio nombre ya plantea un problema. La fórmula “congreso anti-guerra” es más que confusa y deja la puerta abierta a cualquier concesión al pacifismo burgués y pequeñoburgués, incluso al más radical. Puesto que “anti-guerra” no tiene ninguna referencia o significado de clase, se deduce de entrada que el congreso no tiene como criterio básico una delimitación y orientación específicamente clasista o proletaria. Sólo el proletariado, como clase explotada y revolucionaria, puede oponerse a la guerra imperialista. La experiencia de 1917 y 1918, particularmente en Rusia, nos muestra que el proletariado revolucionario no lucha contra la guerra en sí. No es “anti-guerra” en sí mismo. Lucha contra las consecuencias económicas y políticas concretas que le impone la guerra imperialista o la marcha hacia la guerra imperialista. Por tanto, es una lucha contra la situación material en la que se encuentra, y de la que toma más o menos conciencia según el momento y la situación, y no una lucha por una idea, en este caso la idea de anti-guerra. “Anti-guerra” e “internacionalismo proletario” no son sinónimos. Se oponen en términos de clase. Es lo uno o lo otro.
En estas condiciones, olvido del proletariado y de la lucha de clases real, pretender “combinar fundamentos teóricos con actividades prácticas” es, en el mejor de los casos, una frase vacía, cuando no un farol. De hecho, ¿cómo pueden combinarse las premisas teóricas del anarquismo propias de la mayoría de los grupos participantes con las de otros grupos revolucionarios que se reivindican del materialismo histórico?
Esta fraseología a-clasista que preconiza la combinación – ¿la superación? – entre los fundamentos teóricos anarquistas y marxistas encuentra muy rápidamente su traducción política: en primer lugar, se trata de “preservar la autonomía política” sin más precisiones. ¿La autonomía de quién? ¿De qué? ¿Autonomía del proletariado frente a todas las fuerzas políticas burguesas, incluidas sus más radicales, sindicatos e izquierdistas, estalinistas, trotskistas y... anarquistas incluidos, al menos para estos últimos la mayoría de sus principales organizaciones? No, en absoluto. Se trata de “en concreto (...) organizarnos fuera de los partidos políticos” sin ninguna otra mención o referencia a su carácter de clase. En resumen, se trata de la posición anarquista clásica que sólo puede conducir a la derrota del proletariado y a la traición de clase, en particular de los principios de insurrección obrera y de destrucción del Estado burgués por una parte y del internacionalismo proletario por otra, como lo demostró la experiencia española de la CNT en 1936.
Ya podemos destacar :
que el Llamamiento no se basa en absoluto en la capacidad del proletariado para desarrollar sus luchas contra los ataques, diversos y variados según el país, la situación local y el momento, que se inscriben en la marcha hacia la guerra generalizada ;
que rechaza, de hecho, el papel indispensable de las minorías revolucionarias – y para nosotros del partido político proletario, el partido comunista – para proporcionar orientaciones y consignas de acción adaptadas precisamente a las situaciones y a las relaciones de fuerza en movimiento entre las clases que acabarán por decidir en qué dirección se resuelve la alternativa histórica de la revolución o de la guerra.
Esta capacidad de las minorías políticas revolucionarias para materializar y ejercer una dirección política de vanguardia a lo largo de la lucha proletaria es posible, a condición de que luchen por ello, por el vínculo permanente que establecen entre su intervención en las luchas de clases y los principios de la insurrección obrera, la destrucción del Estado capitalista y el ejercicio de la dictadura del proletariado, es decir, con el programa comunista que estas minorías materializan y expresan más claramente. Como en la oleada revolucionaria de 1917-1918, no fue en torno a la lucha anti-guerra, que equivalía al pacifismo por muy radical que fuera la frase y las “acciones”, donde acabaron reagrupándose los revolucionarios, incluidos los militantes anarquistas que seguían siendo individualmente fieles al internacionalismo. Fue en torno a la consigna de transformar la guerra imperialista en guerra civil. Al adoptar las consignas de la insurrección obrera y de la dictadura del proletariado, incluso al afiliarse al Partido Comunista o a la Internacional Comunista que defendían y materializaban estas consignas, muchos de ellos rompieron explícitamente o de facto con el anarquismo. El anarquismo, como corriente política y en torno a la figura de Kropotkin, había traicionado el principio del internacionalismo proletario ya en 1914, lo que supuso que la mayoría de los grupos anarquistas participaran en la 2ª Guerra Mundial imperialista.
¿Qué dirección hay que tomar y qué hay que hacer? interroga el Llamamiento. Su penúltimo párrafo se refiere a las acciones directas, mencionando únicamente las acciones individuales que deben coordinarse “para provocar un cambio cualitativo” [dicen las versiones inglesa y francesa]. No se trata de coordinar y sumar una sucesión de acciones individuales, sino de participar e insertarse en la lucha colectiva del proletariado frente a los sacrificios de diversa índole que la burguesía de cada país ya le está imponiendo y que sólo puede acentuar por las necesidades de la guerra. [3] El propio final del llamamiento expresa la confusión y la impotencia políticas cuando pide “un despertar colectivo” como “única salida a la pesadilla de las guerras y la paz capitalistas.” ¿Y para qué este despertar? Para “ver y sabotear toda la maquinaria de la guerra...” En la medida en que el Llamamiento ignora toda referencia a la lucha del proletariado, el sabotaje de toda la máquina de guerra queda vaciado de todo significado de clase, si es que tal fórmula, cuando menos confusa, puede tenerlo; o incluso si tal consigna pueda tener algún significado en un momento dado. La realidad de la actual relación de fuerzas entre las clases no es la de un período “pre-revolucionario” en el que el proletariado se moviliza masiva y permanentemente, durante el cual es suficientemente fuerte, como en 1917 en Rusia, para “sabotear la guerra, impedir que los proletarios sean enviados al matadero, bloquear el suministro y el transporte de armas, organizar las deserciones y la confraternización entre los proletarios en uniforme a ambos lados de la línea de guerra, las revueltas y el giro de las armas contra los organizadores de la masacre bélica” [4], que es de lo que quiere hablar el congreso. En tal situación pre-revolucionaria, la insurrección revolucionaria es sólo una cuestión de timing y de táctica. En la realidad de la desfavorable correlación de fuerzas actual, no es así, y sólo queda la frase radical de la acción directa contra la guerra. El resultado es que el Llamamiento, si es un llamamiento “sincero”, es decir, que no pretende reintroducir bajo una consigna “anti-guerra” una especie de pacifismo radical de orden burgués (izquierdista), termina con una admisión de impasse e impotencia desde el punto de vista del proletariado incluso antes de que se haya celebrado el congreso.
Somos muy conscientes de que cualquier llamamiento a una conferencia o cualquier otra cosa para establecer un espacio político proletario que sirva de referencia y reagrupamiento, en el sentido más amplio, para el proletariado en su conjunto frente a la guerra imperialista, no puede encontrar un acuerdo total desde el principio. Los grupos participantes, los comunistas en particular, pueden verse llevados a hacer “concesiones”. Pero no deben ser sobre los principios. Y que la conferencia o llamamiento represente un paso adelante hacia la afirmación de un polo o campo político internacionalista. Las conferencias internacionalistas de Zimmerwald y Kienthal en 1915 y 1916 deben ser para nosotros referencias históricas. El Manifiesto de la primera fue criticado por la Izquierda de Zimmerwald, que no había podido imponer su visión. No obstante, firmó el Manifiesto porque “es un hecho que el Manifiesto constituye un paso adelante hacia la lucha efectiva contra el oportunismo, hacia la ruptura y la escisión con él. Sería sectario renunciar a este paso adelante…” (Lenin, Un primer paso, 1915, traducimos de la versión francesa)
No creemos que el Llamamiento al Congreso constituya un paso adelante en la situación actual. En el mejor de los casos, sólo puede ser una fuente de confusión política y de aventurerismo izquierdista y activista. Llamamos a los grupos políticos y a los individuos que deseen posicionarse en el terreno real del internacionalismo proletario a romper con el contenido y el espíritu del Llamamiento, proponiendo uno nuevo basado inequívocamente en la lucha de clases. Sabemos que nuestra propuesta sólo puede conducir a una delimitación y separación muy clara de la mayoría de los grupos anarquistas participantes.
Por nuestra parte, y hasta el día de hoy, nos hemos sumado al llamamiento lanzado al comienzo de la guerra en Ucrania por la Tendencia comunista internacionalista para la formación de comités de lucha No War But the Class War. [5] Estos comités, para los que la TCI había establecido 12 puntos o criterios de participación, se basan, como su nombre indica, no en ninguna “lucha anti-guerra” sino en la oposición a la guerra imperialista mediante la guerra de clases. Con ello, de entrada, queda claramente excluida cualquier ilusión pacifista que permite la fórmula anti-guerra. Buscando inscribirse en el terreno y los tiempos de las confrontaciones de clase que la marcha hacia la guerra impone e impondrá, estos comités se sitúan desde el principio como momentos de movilización y extensión de las luchas obreras, es decir, en el terreno concreto, o material, del antagonismo entre las clases tal como se desarrolla según el lugar y el tiempo. El hecho de que la iniciativa del NWBCW haya permanecido limitada hasta la fecha, en gran parte debido a los propios límites de las movilizaciones obreras, no les resta en absoluto validez para la lucha de clases de hoy y de mañana.
Por supuesto, esta experiencia no es exclusiva para nosotros. Cualquier otra iniciativa, convocatoria de congreso o cualquier otra cosa, sería bienvenida, siempre que se sitúe claramente en el terreno de la lucha de clases y del internacionalismo proletario. Desgraciadamente, esto está lejos de ser el caso en este congreso. Su llamamiento resulta ser un compromiso imposible entre el anarquismo y las posiciones revolucionarias. Y cuando es explícito sobre las posiciones y orientaciones políticas planteadas, prevalecen las posiciones y el activismo anarquistas.
Como resultado, el congreso anti-guerra está destinado, en el mejor de los casos, a la impotencia política y, en el peor, al pacifismo radical y al activismo izquierdista. A menos que rechace el terreno de la “anti-guerra” y adopte el del internacionalismo proletario.
Notas:
[2] . Las versiones inglesa y francesa utilizan “anti-guerra”: https://www.autistici.org/tridnivalka/aw2024-congreso-contra-la-guerra-praga-24-al-26-de-mayo-de-2024/
[3] . Las organizaciones políticas revolucionarias pueden comprender e incluso expresar su solidaridad y fraternidad ante los actos individuales contra la guerra, cuando son la expresión de la revuelta y también de la desesperación de los individuos. Pero también deben subrayar el callejón sin salida político y personal de estos individuos y el peligro político que representan al dar la espalda a la única lucha que puede oponerse a la marcha hacia la guerra generalizada, es decir, la lucha de clase, ante todo colectiva, del proletariado.
[4] . Se trata de un segundo texto con fórmulas menos anarquistas, Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista, que llama a “convertir la guerra imperialista en una guerra revolucionaria por la abolición de la sociedad de clases del capital basada en la miseria”, pero que básicamente se mantiene en el mismo terreno que el Llamamiento.
[5] . Ninguna guerra salvo la guerra de clases – un llamado a la acción de la Tendencia comunista internacionalista: https://www.leftcom.org/es/articles/2022-04-14/ninguna-guerra-salvo-la-guerra-de-clases-un-llamado-a-la-acci%C3%B3n.