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A propósito del Movimiento de los «Chalecos Amarillos» que sacude a Francia actualmente: : El interclasismo es contrario a los intereses de los proletarios
Reproducimos a continuación la toma de posición que el Partido comunista internacional – que publica El Proletario en español – acaba de realizar sobre el movimiento de los "chalecos amarillos" que bloquean las carreteras y quienes manifiestan en todo el país para protestar contra el aumento brutal de las tasas sobre la gazolina y contra los impuestos en general. Compartimos lo esencial de la posición del PCI y particularmente el hecho que, aun cuando una mayoría de los participantes son, "sociológicamente", obreros, proletarios, este movimiento no se ubica sobre el terreno anti-capitalista, el de la clase revolucionaria, el proletariado. Como tal, no puede abrir ninguna perspectiva revolucionaria, ni aun de defensa inmediata y eficiente de los intereses obreros.
Resulta que, aun cuando no compartimos todas las formulaciones del PCI, nous colocamos del mismo lado de la barricada de clase ante este acontecimiento. Al igual, llamamos la atención sobre la toma de posición de los compañeros del blog en español, Nuevo Curso, (https://nuevocurso.org/que-son-los-chalecos-amarillos/) que se posicionan también en el mismo sentido.
A propósito del Movimiento de los «Chalecos Amarillos» que sacude a Francia actualmente: : El interclasismo es contrario a los intereses de los proletarios
Los llamados a manifestaciones y «bloqueos» del 17 de noviembre contra la alza del precio de los carburantes y las futuras tasas al diesel, han impactado fuerte y rápidamente en la población francesa obligada a utilizar su vehículo para la actividad cotidiana. Esto se transformó en una jornada exitosa (según cifras oficiales que evidentemente minimizaron sus dimensiones, hubo 300 mil manifestantes en más de 1500 manifestaciones); a pesar de diferencias importantes de participación, según las regiones, tuvo una amplitud nacional. El movimiento continuó los días siguientes, disminuyendo el grado de participación en los bloqueos y manifestaciones, salvo en la isla de La Reunión donde estallaron revueltas; ahora se ha extendido a Bélgica, en las instalaciones de Total (gigante petrolera francesa, NdR) en Feluy, donde ocurrieron enfrentamientos con la policía. [También se reportan disturbios en España por las mismas razones, además de una protesta oficial de España por afectar la actividad economica en su frontera, NdR]
El éxito del movimiento fue facilitado sin duda alguna por una cobertura mediática benevolente (a diferencia de lo que pasa cuando se trata de movimientos obreros); estimulada también por el hecho de que este se presenta como surgido de la base, de toda «persona normal» que expresa su descontento, como dice François Ruffin, diputado por el partido la Francia Insumisa (tolda dirigida por el impetuoso diputado Melenchon, NdR), fuera de partidos y sindicatos.
Esta movilización suscitó y suscita un eco innegable entre los proletarios, algunos de ellos participaron en las acciones, encontrando allí la ocasión para manifestar su rabia de una forma inmediatamente demostrativa y eficaz, nada que ver con las prudentes manifestaciones y movimientos dirigidos y controlados de cabo a rabo por los sindicatos – y que siempre desembocan en la derrota.
Pero no es por azar si el movimiento de los Chalecos Amarillos ha sido apoyado por los partidos de extrema-derecha que participa activamente: el partido «Rassemblement National» (ex FN) de Marine Le Pen y «Debout la France» de Dupont-Aignan, aunque al final la presencia de estos partidos en el terreno ha sido residual. Un movimiento que parte de una reivindicación que «concierne a todo el mundo», que asegura ser la expresión del «pueblo», no solo fuera de partidos y sindicatos, sino también por encima de las clases. Es por esto que no es raro ver el pabellón nacional flotar en las trancas de carretera, escuchar La Marseillaise cantada por los manifestantes, o de ver a estos últimos invitar a la policía a unirse al cortejo [1].
Un movimiento semejante de contestación interclasista, en un comienzo organizado por pequeños patronos, no suscita la hostilidad de los medias y atrae inevitablemente a las fuerzas de la derecha extrema; aunque manifieste una oposición virulenta a la política gubernamental y a las grandes empresas capitalistas (trusts petroleros, etc.), no puede tener sino una orientación burguesa. Los proletarios que participan en él lo hacen solo a título personal; no estando organizados sobre una base independiente, no pueden defender sus específicos intereses de explotados – es decir contra la explotación capitalista; se encuentran ahogados en una lucha común con pequeños patronos, comerciantes, artesanos, liberales, etc. que, ellos si, defienden ferozmente al capitalismo!
Como se podía esperar, las organizaciones sindicales colaboracionistas reaccionaron frente al movimiento como celosos defensores del orden establecido. Estas han condenado a los Chalecos Amarillos, no en nombre de la independencia de clase (!), sino porque no respetan los buenos modales de la colaboración de clases, porque son «totalitarios» (Laurent Berger, CFDT – Confederacion Federal del Trabajo). Ante el descontento de los trabajadores, las centrales sindicales no proponen otra cosa que la «apertura de negociaciones sobre los salarios» (comunicado de la Confederacion General del Trabajo – CGT), en pocas palabras, la continuación de la política de colaboración de clases, la cual se traduce en los hechos por la fragmentación de las luchas y las movilizaciones: huelga de las refinerías el 22/11, de enfermeras el 23/11, marcha de parados el primero de diciembre, etc.
Pero el éxito de Chalecos Amarillos condujo a los partidos de izquierda y de «extrema izquierda» a unirse más o menos abierta y francamente a este movimiento, a fin de no dejar a la derecha ocupar un terreno donde tal vez haya algunos electores que ganar (para sus próximas campañas): , el 17/11, el PS (Partido Socialista) afirmaba que estaba «al lado de los franceses»; igual que el PCF (Partido Comunista de Francia), sin hablar de la Francia Insumisa. La «extrema-izquierda» oportunista no se quedó atrás. Por ejemplo, el NPA (Nuevo Partido Anti-capitalista) se une a los Chalecos in-extremis, luego de haberlos condenado, con el mismo pretexto de la CGT y Sud (sindicato de izquierda colaboracionista). Lutte Ouvrière (Lucha Obrera, perteneciente a una de las tantas tendencias trotskistas internacionales existentes hoy en día en el mundo, NdR) había llamado igualmente en un editorial de su semanario del 15/11, a no dejar al movimiento en brazos de la extrema derecha: nada de inhabitual para un partido siempre preocupado por la «gente ordinaria»... Todos echan a un lado cuidadosamente el punto central para la defensa de los intereses proletarios: la independencia de clase.
Para bloquear el capitalismo: ¡lucha independiente de clase!
Una lucha interclasista, en la que los proletarios son sometidos inevitablemente a los intereses de otras clases, puede tener mucho éxito; puede muy bien lograr establecer bloqueos puntuales, pero no podrá nunca bloquear al capitalismo. Solo la lucha independiente de clase, la lucha por los intereses de clase de los proletarios puede lograrlo; en efecto son solo los proletarios los que tienen la fuerza potencial para derrotar al capitalismo, ya que este no vive sino de su explotación. Luchar contra esta explotación es luchar contra el capitalismo, poner fin a esta explotación, es poner fin al capitalismo!
Iniciar la lucha sobre esta base, incluyendo los combates parciales y limitados, los proletarios tienen la capacidad para hacer retroceder a los capitalistas y su Estado. Pero esto exige el no dejarse arrastrar a reuniones interclasistas donde se diluye su fuerza de clase. Es necesario organizarse sobre bases clasistas para las luchas de resistencia cotidiana contra los ataques patronales, luchas no solamente contra los abusos fiscales, sino específicamente por la defensa de su salario y condiciones de vida y labor; es preciso también organizarse en el plano político por una lucha generalizada, anti-capitalista y revolucionaria. Enfrentados a los pequeño-burgueses que se ufanan de rechazar toda organización de partido o sindicato, los proletarios deben recordar que, como decía el Manifiesto Comunista, la lucha implica la organización en clase, por tanto, en partido.
Entonces cuando esta organización eche sus raíces, será posible arrastrar a las capas pequeño-burguesas, o a una parte de estas, al combate contra el capitalismo, en lugar de ser arrastrado a su remolque hacia una salida que no puede ser otra que anti-proletaria [2].
El grado de amplitud del movimiento de los Chalecos Amarillos es revelador de tensiones sociales que surgen, anunciando al mismo tiempo las futuras tempestades sociales. En el periodo que se aproxima los proletarios serán empujados a bajar a la calle para reaccionar a los golpes repetidos del capitalismo: tendrán que hacerlo sobre sus propias bases y por cuenta propia, para no ser una vez más derrotados.
¡Por la lucha y la organización independientes de clase!
¡Por la reconstitución del partido de clase internacionalista e internacional!
¡Por la reanudación de la lucha revolucionaria anti-capitalista!
[/Partido Comunista Internacional (El Proletario), 22 de noviembre de 2018/ - www.pcint.org]
Notas:
[1] . En los videos difundidos a través de la red (Cf.: https:// www. youtube. com/watch?v= 1Y_dx6RO2HM - a partir de 2:30) se observa, por ejemplo, a los gendarmes en plena faena junto a los CA, ponerle las esposas a un automovilista desobediente que tenía una emergencia familiar, etc..
[2] . Ver la colaboración de Chalecos Amarillos con la policía para arrestar a emigrantes luego de un corte de ruta en la Somme, el 19/11.