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Elecciones catalanes del 21 de diciembre 2017 : Toma de posición de Nuevo Curso.
Publicamos a continuación la toma de posición del grupo de España Nuevo Curso (http://nuevocurso.org/elecciones-catalanas/) después de las elecciones al Parlament catalán. Su resultado recondujo la configuración política que el gobierno de Madrid había querido “decapitar” (acorde con las palabras de la vice-presidenta del gobierno) por medio de la disolución del parlamento y gobierno catalanista anterior. A pesar de una participación inédita, 82%, que se suponía que iba a movilizar a los anti-independancia, a los “no-catalanes” radicando por su mayor parte en las principales ciudades catalanas, el “bloque” independentista logró de nuevo 47% de los votos y la mayoría parlamentaria. El otro hito de estas elecciones tiene un valor nacional : es el éxito electoral de la sucursal catalana del nuevo partido Ciudadanos, de derecha y ferozmente anti-independentista y la desbandada del Partido Popular de Mariano Rajoy al poder en Madrid que recogió nada más que 4% de los votos. La cuestión catalana revela descaradamente la inadaptación del aparato político e incluso de la Constitución monárquica procedente del franquismo ante los nuevos retos actuales con los cuales la burguesía española se encuentra, al igual que sus colegas europeas, hoy confrontada. Y el éxito de Ciutadans al detrimento del PP en Cataluña enseña el camino que fracciones más y más largas de la clase dominante española aspiran a entablar y él que la reconfiguración política que ha afectado a varias burguesías europeas se impone ahora en España.
Desde el referéndum catalán del 1o de octubre y la huelga nacionalista del 3o, los compañeros de Nuevo Curso realizaron varias tomas de posición internacionalistas que denunciaban los dos nacionalismos, el español y el catalán, con las cuales compartimos no solamente la posición de principio pero también en gran parte el análisis de la situación inmediata. Lo mismo ocurre con la que reproducimos a continuación.
Queremos subrayar y apoyar especialmente los compañeros cuando afirman que el hecho que el proletariado en Cataluña, catalanes y no catalanes mezclados, no se ha comprometido de manera global y masiva detrás un campo u otro, es uno de los factores que explican la incapacidad de los catalanistas como de los “españolistas” por hacer subir de varios niveles el conflicto mientras el callejón queda. O sea hasta enfrentamientos con el Estado español o aún entre nacionalistas opuestos, en la calle, como se lo podía temer después la represión violenta del 1o de octubre. Al menos hasta la fecha. Y a pesar de su pasividad como clase, « como sujeto político independiente », y de su participación inédita en los comicios de este 21 de diciembre que subraya su sumisión a la ideología de la democracia burguesa. Esta visión, a decir verdad, este método de análisis de las situaciones que coloca como eje central la toma en cuenta de la relación de fuerza entre las clases, de la lucha de clases y de la mera dinámica de la lucha obrera – incluso cuando es de una gran debilidad, si no parece completamente ausente –, es esencial para poder comprender los retos reales de las situaciones ; sobre todo cuando la cuestión de la guerra asome su nariz.
Por esto, es totalmente secundario apuntar que no compartimos completamente su visión del nacionalismo catalán cuando lo reducen a la sola pequeña-burguesía desesperada. Es cierto que el nacionalismo catalán es históricamente impregnado de manera fuerte de rasgos proprios a la pequeña-burguesía. Sin embargo, existe una fracción, tal vez fracciones, de la burguesía catalana cuyos intereses se identifican principalmente con Cataluña y no con España ; e incluso que se pueden oponerse a esta. La crisis general del capitalismo exacerbe las rivalidades también a nivel nacional y Barcelona ha visto su rival Madrid anteponerse económicamente desde la crisis del 2008. Desde este punto de vista también, es posible que Ciudadanos, creado en Cataluña y no vinculado con el pasado franquista y anti-catalán como lo es el PP, represente una alternativa burguesa para re-equilibrar la balanza y sobrepasar este antagonismo destructor para el capitalismo español como un todo.
¿ Cómo salir del «día de la marmota» de las elecciones catalanas ? (Nuevo Curso)
Ningún partido del Parlament va a defendernos del machaque, la precarización y la exclusión. No es cuestión de lenguas ni de patrias, es cuestión de clase. Para salir del día de la marmota en el que viven la burguesía española y la pequeña burguesía independentista catalana, tenemos que salir del redil de la nación, el «pueblo» y la «ciudadanía».
1) Ayer se celebraron elecciones catalanas. La participación fue inusualmente alta. El independentismo dio todo de sí y consiguió 50.000 votos más. Los «unionistas» se tiraron a tumba abierta para movilizar los barrios obreros y consiguieron arrastrar a las urnas a miles de trabajadores normalmente abstencionistas. El balance final ha sido un varapalo para la burguesía española. Puigdemont, desde Bruselas ha declarado feliz: «el estado español ha sido derrotado». Y es cierto: darle la vuelta al resultado utilizando la prisión preventiva de electos independentistas solo serviría para ahondar la deslegitimación del estado. Utilizar de nuevo el 155 «dentro de tres meses» como ha sugerido el candidato del PP, Albiol, sería aun peor. Pero la pequeña burguesía independentista tampoco tiene capacidad para llegar más allá de la independencia fake de la que viene. Decir que su victoria servirá «para hacer un poco más realidad la república», como ha hecho Rovira, la candidata de ERC, lo deja claro. Lo que demuestran sus declaraciones, con las de Albiol y Puigdemont es la impotencia de cada una de las dos partes para imponerse o seducir a la otra. Ni la burguesía española ni la pequeña burguesía catalana saben salir del « día de la marmota » en el que se han metido ellos solos.
2) Lo que estamos viendo en Cataluña no es ajeno a lo que ocurre en muchos otros lugares, dentro y fuera de España. Tras diez años de crisis la burguesía no sabe ni satisfacer ni contener a la pequeña burguesía. Ésta, que normalmente es su panegirista y su aliado, es a día de hoy una fuerza sin Norte, reaccionaria y utópica a la vez, puro veneno para los trabajadores y una nueva fuerza centrífuga para la burguesía nacional y el estado.
Por todos lados la burguesía tiene cada vez menos capacidad para contener a una pequeña burguesía cada vez más reaccionaria y utópica, convertida en veneno para los trabajadores y en peligro para el estado.
3) En la fase actual del movimiento de clase, los trabajadores no existimos todavía como sujeto político independiente. Todo el «procés» ha ido, una y otra vez, de aprovechar esa ausencia e intentar encuadrarnos, bajo una bandera o bajo otra. Por el momento sin ningún éxito decisivo. Ese fracaso de ambas partes para obtener un encuadramiento patriótico, ha sido importantísimo. La única opción que tenía el independentismo para escalar el conflicto era mostrar esa capacidad de encuadramiento y comprometer en su causa a un imperialismo adverso al eje franco-alemán (¿Gran Bretaña? ¿EEUU?), forzando al estado español a aceptar la derrota o comenzar una guerra. Su modelo llegado a ese punto, ya lo han dicho muchas veces, era el esloveno o el croata. Es decir haber aceptado el encuadramiento en uno u otro bando nos hubiera llevado probablemente al sacrificio en los altares de ambas patrias.
4) La movilización y la presión para llevar a votar a los trabajadores en estas elecciones ha sido el único éxito reseñable de la burguesía española. Para conseguirlo sus representantes políticos tuvieron que romper un viejo tabú que formaba parte del «consenso catalán», es decir del «contrato social» entre la burguesía española y la pequeña burguesía catalana: denunciar la opresión cultural y lingüística que sufren la gran mayoría de los trabajadores. Era una apuesta arriesgada: la coincidencia entre clase y lengua es demasiado cercana como para que no lo sea. A cambio tampoco han obtenido un encuadramiento como hubiera supuesto la huelga del tres de octubre para el independentismo. El voto por definición exige tan poco compromiso que es secreto y, por otro lado, no hemos visto precisamente grandes manifestaciones de entusiasmo en las calles.
¿ Y ahora ?
No cabe duda de que muchos trabajadores votaron a C’s ayer como forma de mostrar su hastío ante la negación que la pequeña burguesía catalana independentista hace de los trabajadores hispanoparlantes -que son la gran mayoría en las zonas de alta concentración industrial- y que se ha exacerbado a lo largo del procés. Pero en esa negación rabiosa, los aspectos lingüísticos y culturales son solo la punta del iceberg. La división «nacional» o lingüística, las «identidades» y las «pertenencias», no son más que una forma más de excluirnos e intentar dividirnos generando una estúpida sensación de superioridad en esa pequeña burguesía cada vez más desesperada. En lo sustantivo, ese ninguneo, ese ataque permanente, no se diferencia en nada del que C’s y todos los demás partidos preconizan en sus programas económicos y ejecutan allí donde gobiernan. No es cuestión de lenguas ni de patrias, es cuestión de clase.
Puede que muchos trabajadores en Cataluña se den cuenta de éso ahora. Aunque no se lo van a poner fácil. La burguesía en todas sus formas y sabores nacionales quiere que nos sintamos derrotados y nos van a bombardear con derrotismo en los próximos días, semanas y meses. Solo una cosa podría marcar la diferencia. La aparición, no solo en Cataluña, sino en toda España, de luchas independientes que, por localizadas o «pequeñas» que pudieran parecer, visibilizaran que la clase puede luchar bajo su propia bandera, y alimentar una conversación fuera del redil de la nación, el «pueblo» y la «ciudadanía».