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La última carnicería en el Medio Oriente forma parte de la marcha hacia la guerra generalizada (Declaración de la Tendencia Comunista Internacionalista, 11 de Octubre 2023)

Apoyamos y respaldamos la declaración de la TCI sobre la guerra en Oriente Medio, Israel y Palestina. Explicamos por qué en breves comentarios al final del texto de los camaradas. (Il GIIC)

El ataque sin precedentes de Hamás contra Israel se debe a motivos internos e internacionales cercanamente entrelazados:

  1. La destitución de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Abu Mazen, un organismo corrupto e incompetente que actúa en connivencia con el Estado israelí, y que actualmente goza de un gran descrédito entre la población palestina, otorgando a Hamás el liderazgo exclusivo en la lucha contra el Estado de Israel.
  2. Socavar el camino abierto por los Acuerdos de Abraham de 2020, que ve (o vio) negociaciones en curso entre Israel y Arabia Saudita, y en los que también participó la ANP. Los Acuerdos de Abraham eran entre países suníes e Israel, por lo que Hamás se sintió aislada, temerosa de dejar de recibir ayuda financiera de Riad y Qatar. En términos más generales, el objetivo de Hamás es implicar a los Estados árabes en una especie de ’alianza santa’ contra Israel: un frente árabe (Egipto, Siria y Líbano) en contraste con el pacto entre Israel y algunos países árabes (los Emiratos y Bahréin) con la perspectiva de incluir a Arabia Saudí. Además, también es importante señalar que una acción de este peso depende de Irán y de los ayatolás, es decir, de un frente imperialista antieuropeo, anti-OTAN y anti-estadounidense. Lo que significa echar leña al fuego de la guerra en Ucrania—en fin, todo está ligado en la carnicería de la guerra que libran los imperialismos tanto ’occidentales’ como ’orientales’.

Irán tiene todo el interés en hacer de la región un escenario de guerra contra Israel, tanto para debilitar a su enemigo número uno, como para obligar a sus aliados históricos (Rusia, China y Corea del Norte) a apoyar a Teherán en su estrategia regional, aunque esto sea poco realista en la actualidad.

Los medios de comunicación occidentales señalan con el dedo la barbarie yihadista, pero ’olvidan’ o restan importancia a la discriminación, la opresión y la violencia perpetradas por la clase dominante israelí contra el proletariado palestino, incluso cuando son ciudadanos de Israel. Recientemente la violencia ha aumentado bajo la influencia de la extrema derecha, más o menos religiosa, que es socio principal del actual gobierno de Netanyahu.

No olvidemos tampoco que Hamás fue apoyada originalmente por Tel Aviv para contrarrestar a Fatah de Yasser Arafat y a las formaciones armadas ’de izquierdas’ de la OLP. En cuanto a los talibanes, en cuanto al ISIS, ambos ’patrocinados’ en su momento por EEUU, el ’brujo’ imperialista ha perdido el control de los ’monstruos’ de su propia creación que ahora están reforzando las filas enemigas. El perro muerde ahora las manos de quienes lo alimentaron.

La clase dominante siempre ha tratado de dividir y oponer a los diversos segmentos de la clase obrera en distintas agrupaciones ’étnico-nacionales’, una práctica llevada al extremo por el nazismo. Esto también es cierto en el supuestamente tan ’democrático’ Estado de Israel, donde la clase obrera de origen palestino es oprimida, acosada y explotada de las formas más brutales y ’primitivas’, como ocurre con los trabajadores inmigrantes en todo el mundo. La Franja de Gaza es una prisión al aire libre, a la que el Estado israelí priva a menudo de agua, electricidad y gas, y donde la asistencia sanitaria es extremadamente deplorable: en resumen, donde la inmensa mayoría de la población se ve obligada a sufrir condiciones de vida inhumanas.

Sin embargo, incluso en Israel existe una clase obrera israelí, a la que la guerra actual expone aún más a la intoxicación nacionalista y belicista, precisamente cuando en el otro lado se inyecta a la clase obrera palestina el veneno ideológico de la propaganda islamista, hasta ponerla en manos del imperialismo de los ayatolás.

Así, la clase obrera de ambos bandos se ve empujada a masacrar a poblaciones indefensas y se deja masacrar para luchar una supuesta ’guerra santa’ o defender una supuesta ’democracia’, en realidad por los intereses de las burguesías enfrentadas, que sólo pueden perpetuar su dominación mediante la opresión, la explotación y el derrame de sangre del proletariado. El hecho de que, históricamente, el número de palestinos muertos en la represión y las redadas israelíes sea mucho mayor que el de las víctimas de la burguesía islamista como Hamas no hace a esta última menos asesina más excusable que la burguesía israelí.

Las guerras entre la clase dominante (hoy en día, guerras entre potencias capitalistas) son siempre guerras contra los obreros asalariados: explotados, heridos y enviados a sus tumbas demasiado jóvenes como algo normal en el trascurso de realizar su trabajo en los tiempos de paz; aún más explotados y asesinados al por mayor en tiempos de guerra, cuando los conflictos entre los patrones, sus crisis e intereses económicos, sólo pueden resolverse con las armas.

Cada guerra revela la verdadera naturaleza de los partidos políticos y de los sindicatos que pretenden estar del lado de la clase obrera. Al alinearse para apoyar a tal o cual facción capitalista en nombre del presunto “derecho a la autodeterminación de los pueblos”, las guerras ponen al descubierto cualquier ilusión de que la socialdemocracia defienda a la clase obrera. No entienden, ni tampoco pueden entender, que no existen guerras progresistas de liberación nacional en la época actual. Cualquier posible Estado nuevo no sería más que otra prisión para la clase obrera; una herramienta para permitir a una facción de la burguesía mundial oprimir a su ’propio’ proletariado, sin compartir el fruto de esa opresión con otras facciones de la burguesía mundial. Alegrarse obscenamente por las masacres llevadas a cabo por Hamás es compartir la lógica asesina de la burguesía palestina, una actitud reflejada por aquellos que niegan la devastación creada por el Estado de Israel: ambos son igualmente criminales.

El apoyo hacia las llamadas “luchas de liberación nacional” no sólo envenena a las formaciones engendradas por la degenerada Tercera Internacional (estalino-maoísmo, trotskismo, etc.), sino también a sectores del anarquismo e incluso a quienes, falsamente, se proclaman internacionalistas. La guerra en Ucrania y, ahora, en Palestina-Israel son una prueba más de ello.

En este contexto, el argumento fundamental para la unidad de clase de todos los sectores de la clase obrera—contra la burguesía, sus estados, y todos los ‘bloques’ imperialistas—independientemente del origen ’nacional’ de las partes que la componen, es aún más válido. Somos muy conscientes de que en un contexto como el de Israel-Palestina es muy difícil llevar esta práctica a cabo de modo concreto. Sin embargo, para los proletarios en Ia región, no hay otra manera de evitar convertirse en carne de cañón de una u otra facción del capitalismo, ya sea esta ’democrática’ o reaccionaria, laica o religiosa. Todos los capitalistas son igualmente enemigos mortales de la clase obrera, y la misma no debe derramar ni una gota de sangre por quienes la explotan, y mucho menos por sus objetivos nacional-imperialistas.

Aceptar este punto de vista es el primer paso fundamental para iniciar la lucha contra las guerras de la clase capitalista. Tenemos que empezar por “nuestros” propios jefes, partiendo del principio revolucionario de que ’el principal enemigo está en casa’. Esta lucha tiene que empezar en el lugar de trabajo, donde ocurre la explotación que alimenta todo el modo de producción capitalista y, por tanto, la sociedad burguesa en su totalidad. Es una lucha tanto contra el enemigo abierto, contra la patronal, como contra los amigos falsos de los trabajadores, principalmente los sindicatos y los partidos políticos de ’izquierda’ que confinan sus luchas en el marco legal del sistema, socavándolas hasta asfixiarlas.

Del mismo modo, quien apoya únicamente a los trabajadores palestinos e ignora a la clase obrera israelí, salta de la sartén al fuego. Piensan que el enfrentamiento de la primera con la segunda no tiene importancia porque ésta no es más que una esclava de la política ultranacionalista de su gobierno. Pero la clase obrera palestina, a su vez, está bajo el pulgar de un puñado de capitalistas que no dudan en ponerse del lado del imperialismo de los ayatolás: uno de los conjuntos de gobernantes más despiadados cuando se trata de la oposición interna. En esta situación, ambos grupos de trabajadores están nada más pueden permanecer atrapados en la lógica del capitalismo, el nacionalismo y el imperialismo, donde la guerra es la única solución y no la liberación de la esclavitud asalariada.

Tras décadas de ataques capitalistas, la clase obrera mundial sigue aturdida, sigue luchando por levantar cabeza, desorientada y confusa por los trastornos materiales que ha sufrido (reestructuración, globalización, precariedad, etc.) y por el golpe ideológico que supuso el colapso del capitalismo de Estado en la antigua URSS: el país que muchos se hicieron engaño hasta creer que este representaba verdaderamente la alternativa socialista al capitalismo.

Pero la auténtica alternativa existe realmente. De hecho, es una alternativa vital, dados los peligros de guerras localizadas que se convertirían en una guerra generalizada que amenazaría con destruir a la humanidad o, igualmente, a través de una catástrofe climática que ya se vislumbra en el horizonte.

Una vez que las masas trabajadoras se sacudan el miedo y la resignación y redescubran su propio camino de auténtica lucha de clases, las minorías revolucionarias de hoy estarán en condiciones más propicias para crecer y unirse a los sectores más combativos y con mayor conciencia de clase del proletariado, para forjar el instrumento político indispensable para superar esta sociedad sangrienta e inhumana: el partido de la revolución mundial, la nueva Internacional comunista.

¡Comunismo o barbarie!

Tendencia Comunista Internacionalista, 11 de octubre de 2023

¿Por qué adoptamos y reproducimos la declaración de la TCI?

Hay dos razones fundamentales para nuestro particular apoyo y respaldo a la declaración de la TCI [1].

La primera es que se trata de una posición de clase internacionalista a la que tendríamos poco que añadir o aclarar. Por lo tanto, compartimos la misma posición. Y, lo que es más importante, estamos inequívocamente del mismo lado de la barricada de clase con la TCI en el momento y el combate actuales, y más ampliamente frente a la alternativa histórica, revolución proletaria internacional o guerra imperialista generalizada. En particular, esto nos permite compartir con ella la comprensión de que la alternativa histórica y la guerra imperialista generalizada son ya, como perspectivas, factores activos de la situación, como lo demuestra clara y especialmente la dinámica de polarización y de exacerbación imperialista en curso desde la guerra de Ucrania. En estas condiciones, es muy significativo y crucial para los grupos comunistas poder hablar con una sola voz, en la medida de lo posible, frente a la guerra imperialista en curso y denunciar la responsabilidad de todas las burguesías, tanto las de las grandes potencias como las de Israel, los países árabes e incluso Palestina, incluido Hamás, en las masacres cada vez más sangrientas y bárbaras de “civiles”, es decir, en su mayoría proletarios, “israelíes” y “palestinos”, a las que asistimos estupefactos e, inmediatamente, impotentes.

La segunda es que la declaración de los camaradas deja claro que la guerra actual en Oriente Medio no es sólo otro enfrentamiento entre Israel y los palestinos. Es cierto que el “conflicto” tiene su propia historia y dinámica imperialistas. Sin embargo, su escala, las matanzas y los medios militares empleados por ambas partes, por un lado, y el posicionamiento imperialista que la carnicería en curso está provocando, por otro, son el producto y un factor del empuje hacia la guerra generalizada que la crisis del capital está imponiendo a todas las clases dominantes. La guerra actual no es más que el segundo episodio de la marcha hacia la guerra generalizada, después de la guerra de Ucrania, que el capitalismo pretende imponer a toda la humanidad y en particular al proletariado internacional. El fenómeno más característico de esta nueva dinámica desde 2022 es el hecho de que las líneas de fractura, de oposición y de polarización imperialista que se expresan frente a la guerra de Ucrania son fundamentalmente las mismas para la guerra de Oriente Medio.

Esta comprensión de la dinámica concreta del empuje hacia la guerra imperialista generalizada es la condición previa para poder captar la magnitud y la importancia política – y económica – de los ataques que cada burguesía lanza y seguirá lanzando contra cada proletariado. Y para poder proporcionar a cada uno de ellos, según los países, las orientaciones y las consignas que les permitan ofrecer la respuesta, su respuesta, a esta avalancha de miseria y de matanzas que el capitalismo lleva en su seno y que ya no puede contener ni aplazar en el tiempo. En este sentido, la declaración de la TCI no se limita a presentar una posición internacionalista “justa en sí misma” y “válida en todo momento y en toda circunstancia”, sino que proporciona el marco y la base para poder “aplicar” el principio del internacionalismo proletario a la realidad de la lucha entre las clases, una realidad definida principalmente por la marcha hacia la guerra y sus necesidades. Esta comprensión, basada en la teoría revolucionaria del proletariado, en el “marxismo”, permite y permitirá a los grupos comunistas elevarse, real y concretamente, a la vanguardia y a la dirección de la lucha inevitable de su clase contra el capital, contra su crisis y sus guerras.

Il GIIC, 12 de octubre 2023

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Notas:

[1. Y que explican por qué, en nuestra opinión, la posición adoptada por la CCI (https://es.internationalism.org/content/5007/ni-israel-ni-palestina-los-obreros-no-tienen-patria), claramente internacionalista “en sí misma” y “válida en todas circunstancias”, pero que rechaza toda dinámica de polarización imperialista hacia la guerra generalizada, es ampliamente insuficiente desde el punto de vista de quienes aspiran a asumir la dirección política de las luchas de nuestra clase.

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