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Comunicado sobre el movimiento de los chalecos amarillos en Francia – 27 de enero 2019

El undécimo sábado del movimiento de los chalecos amarillos en Francia, el 26 de enero 2019, ha visto la movilización mantenerse en todas partes del país. Según la policía, ha habido 69 000 manifestantes en todo el país. Sin embargo, es obvio que la cifra es ampliamente infravalorada : anunciaba 2500 manifestantes en París mientras eran entre 8000 y 10 000 cuando las dos principales procesiones se juntaron a las 16 horas en la plaza de la Bastille. Los enfrentamientos que estallaron en aquel momento, permitieron a la policía anti-motín de dispersar a la multitud que iba a reunirse sobre la plaza. Pero en realidad poco importa la cifra exacta. El hecho que este movimiento de los chalecos amarillos expresa una rabia y una voluntad de oposición a la miseria creciente y prometida por el capitalismo y de confrontación al Estado, que la burguesía no logra extinguir. Así como las huelgas en Irán del 2018 o aún la huelga de masa de decenas de obreros del norte de México en este mero momento, para mencionar unas pocas [1], la radicalidad, la combatividad, la obstinación de este movimiento de los chalecos amarillos señala el grado alcanzado por los antagonismos de clase y el hecho que hemos entrado en un nuevo periodo de confrontaciones masivas entre las clases a nivel mundial. Este clima generalizado de revuelta social potencial, y en parte ya en acto, es por lo esencial el resultado de los efectos de la crisis del 2008 que todavía se hacen sentir y que exacerban las contradicciones actuales de todo orden, político, imperialista, ecológico, migratorio, social, etc., del capitalismo. Hoy en día, estas contradicciones se han acumulado y explotan una tras otra. En este ambiente internacional de revuelta social general en devenir, la "des-aceleración del crecimiento" – en palabras de los economistas burgueses – y los riesgos de desplome financiero y bursátil sólo pueden acentuar este ambiente de fin de mundo, de fin del mundo capitalista por ser exacto, y llevar las generaciones actuales de proletarios a la necesidad, a la consciencia y a la voluntad de oponerse a la miseria y a la guerra generalizada que nos prepara el capitalismo y, finalmente, a destruirlo. El conjunto de la clase capitalista, al menos sus fracciones las más claras, se inquietan hasta el punto que «las eminencias reunidas en la cumbre de Davos estiman que ya es tiempo de "re-moralizar" la globalización (dixit Klaus Schwab, fundador del Foro económico mundial) y de buscar las vías para una economía mundial "más inclusiva" » (el periódico francés Libération, 23 de enero 2019) y que los Estados ya se preparan tan al nivel político como al nivel de la represión violenta y masiva.

Pero antes de volver sobre la situación en Francia de este fin de enero, cabe hacer un breve resumen de los acontecimientos desde el comunicado que habíamos publicado el 2 de diciembre, para los lectores que no viven en Francia y quienes no pudieron seguir de cerca el curso de la situación. Los enfrentamientos violentos del 2 de diciembre en el Arc de Triomphe de París pero también en provincia, incluso en ciudades muy pequeñas, y la rabia que expresaban, han sorprendido, y en parte han asustado, la fracción de los cuarentones de Macron al poder para quienes, formados por las escuelas de comercio y de management, la lucha de clases había desaparecido. Se necesitó el refuerzo de otras fracciones políticas, Sarkozy en lo particular, y de grandes patrones, para imponer a Macron el hecho que debía hacer "concesiones" [2]. En ese mismo momento, los medios de comunicación se lamentaban de que los chalecos amarillos no tenían lideres "con quienes negociar" así como de que los sindicatos eran desacreditados y impotentes. No fue sino en la víspera por la noche de la manifestación del 8 de diciembre que un primer verdadero contacto se hizo con los principales portavoces de los chalecos amarillos quienes fueron recibidos por el Primer ministro y quienes, a su salida, declararon que esperaban una declaración de Macron que se les había prometido por la semana siguiente. Así le devolvían la iniciativa y la contra-ofensiva política del Estado podía iniciarse. Las manifestaciones del 8 fueron tan masivas y violentas como las del sábado anterior. El Lunes 10, Macron anuncio un aumento del salario mínimo [SMIC] de 100 euros – de hecho, un bono como sabremos en los días siguientes – y algunas otras medidas. En sí, son concesiones marginales aun cuando van a obligar el gobierno a presentar une déficit presupuestario superior a los 3% que exige la Unión Europea [3]. Políticamente, representan sin embargo el primer verdadero retroceso significativo del Estado ante una movilización masiva desde… 1968. Pero sobre todo, con la ocasión del 1ero de enero, Macron anuncio la organización de un gran debate nacional, ¡ hasta el 15 de marzo !, para responder a la reivindicación de los chalecos amarillos sobre una democracia directa y, más particularmente, la de un "referéndum de iniciativa popular".

Desde entonces, es esta reivindicación típicamente pequeña-burguesa que el conjunto del aparato de Estado retomó a su cuenta e impuso como cuestión central de la situación haciendo así pasar a segundo plano, si no es al olvido, les reivindicaciones de orden salarial y de condiciones de vida. Al mismo tiempo, la gestión de las manifestaciones semanales se limitaba a la represión violenta que, además de los miles de victimas graves causadas por los flashball y a las granadas de anti-cerco [sting-ball grenade en inglés] (ambos prohibidos en la mayoría de los países europeos), miraba a reducir la popularidad masiva del movimiento en la "opinión pública". En esa ocasión, los discursos oficiales de los políticos, de los medios de comunicación y de los editorialistas rivalizaban de llamamientos a la represión la más brutal y de altivez para este "pueblo estúpido, odioso, faccioso, incluso fascista" : un ex-ministro de… Educación de Sarkozy, filosofo de profesión y gran burgués delicado y distinguido de los barrios elegantes de París, llamó aun a los policías a que « ¡ utilizarán sus armas de una vez ! (…) Basta ya de estos matones de extrema-derecha y extrema-izquierda o de los suburbios que vienen a pegar a policías. (…) Tenemos el cuarto ejercicio del mundo, ¡ es capaz de poner fin a estas porquerías ! » (Luc Ferry, Radio Classique, 8 de enero 2019). El odio de clase de los Versaillais del mayo 1871 ante los comuneros parisinos vuelve rápido a reaparecer. Aun cuando cabe destacar que estos discursos provocadores llamando a la represión generalizada y hasta al asesinato, parecen haber tenido por efecto de participar al relanzamiento de la movilización de los chalecos amarillos, no le quita por lo tanto que desde entonces la iniciativa política se ha quedado en las manos de la burguesía. El conjunto del aparato de Estado se movilizó para enfocar toda la vida política en turno a la organización de este "gran debate" : el Presidente, los ministros, los prefectos, los diputados, los alcaldes de ciudades y pueblos, los medios de comunicación, el conjunto de los partidos políticos, hasta llegar a hacer que los meros chalecos amarillos se dividieran entre participar y no participar. Incluso, los que rechazaban la participación, pensando con razón que sólo era un engaño, y en ausencia de cualquier otra perspectiva, se encerraron en el callejón sin salida al justificar el mantenimiento de las manifestaciones por la necesidad de presionar sobre… ¡ el gran debate ! El círculo está completo. Sólo hay que apretarlo poco a poco sin romper la cuerda por torpeza [4].

Ahí es donde estamos hoy. El terreno está demarcado por la burguesía, que posee el calendario [el timing] de los acontecimientos... hasta el llamado del sindicato principal, la CGT, para un día de acción y huelga el 5 de febrero al que los chalecos amarillos más "radicales", con la ayuda de los trotskistas, el NPA en particular, llaman a juntar para iniciar una huelga ilimitada. En caso de que el fuego se reanude, el cortafuego ya está presente. Todo está listo y todos los terrenos están ocupados por el aparato estatal burgués. Sólo la rabia y la ira pueden mantener por mucho o poco tiempo las movilizaciones del sábado.

El movimiento de los chalecos amarillos se encuentra ahora pues en un callejón sin salida, sin perspectiva real mientras que el gobierno Macron y, detrás él, el conjunto del aparato de Estado han retomado el control de los acontecimientos. Lo que era la fuerza y el dinamismo de los chalecos amarillos en un primer tiempo, hasta la declaración de Macron del 10 de diciembre podemos decir, se ha vuelto su debilidad y sus limites una vez que el gobierno hubiera ganado la iniciativa política. Su carácter "interclasista", identificándose al pueblo francés y no a la clase proletaria, alimentó y mantuvo las ilusiones sobre la democracia del pueblo, o sea de hecho sobre la democracia burguesa, e hizo que las reivindicaciones de clase que tendían a emerger, fueran ahogadas y sofocadas al beneficio de un referéndum de iniciativa ciudadana y, finalmente, al beneficio de la organización por el gobierno y el Estado de un gran debate nacional sobre el terreno de la democracia burguesa. Sin embargo, incluso los comités locales de chalecos amarillos más estrechamente vinculados a la clase obrera, dentro de los límites de nuestro conocimiento, como los de Commercy y Saint Nazaire, están siendo arrastrados sobre el terreno del callejón sin salida, de la "auto-organización" y de la mistificación ideológica de la democracia en nombre del pueblo :

« Desde Commercy, estamos convocando una importante reunión nacional de los Comités Populares locales. Sobre la base del éxito de nuestra primera convocatoria, les proponemos que la organicemos democráticamente, en enero, aquí en Commercy, con delegados de toda Francia, para recoger las hojas de reivindicaciones y compartirlas. También les proponemos que discutamos juntos las consecuencias de nuestro movimiento. Por último, les proponemos que nos decidamos por una organización colectiva de chalecos amarillos, auténticamente democrática, basada en la gente y respetando las etapas de la delegación. Juntos, creemos la asamblea de asambleas, la Comuna de las comunas Este es el significado de la historia, esta es nuestra propuesta.

El establecimiento de estructuras de auto-organización como las Asambleas Generales es ahora un tema central para el movimiento Chaleco Amarillo. ¡Viva el poder para el pueblo, por el pueblo y para el pueblo! » (Segundo llamado de los chalecos amarillos de Commercy, 30 de diciembre 2018 [5]).

En la confusión general y la heterogeneidad social que prevalecía, y sigue prevaleciendo, dentro de los chalecos amarillos, sólo el mantenimiento de las reivindicaciones salariales, el aumento de los salarios mínimos, la ’indexación’ de las pensiones, por citar sólo las principales, pueden asentar su lucha y rechazar el terreno de la democracia burguesa en el que el "gran debate" quiere encerrarlos y sofocarlos. El aumento de los salarios y del "poder adquisitivo" era, todavía en el momento de escribir este artículo, la única reivindicación política…, en la que toda la clase proletaria pueda identificarse como clase, que pueda permitir aún una resistencia inmediata real a la contraofensiva del gobierno y de la burguesía.

A pesar de varios conflictos y huelgas locales, a veces en lazo directo o indirecto con los chalecos amarillos, la clase obrera como tal, a partir de sus lugares de trabajo y como clase, no ha entrado directamente en lucha. Con excepción de unos pocos, demasiado pocos, ejemplos como en estos mismos días los abandonos de trabajo en Arc Internationale en la ciudad de Arques en el norte o aún en el depósito de Geodis en Bonneuil de la región parisina, las ocupaciones de oficinas de desempleo [Pôle emploi] en Vitry, en Rennes, Lorient, las acciones de los chalecos amarillos ante los hospitales (informaciones tomadas del Collectif Agitation et Gilets Jaunes IDF)  [6]. Habría proporcionado entonces otra perspectiva a la revuelta social que podría haber roto el marco y el calendario del ’gran debate’ al imponer las reivindicaciones de clase como una cuestión central. Era la única vía. Todavía es la única vía aun cuando, pasando cada día, se vuelve más improbable.

No eramos los únicos quienes avanzaban el eslogan que llamaba a constituir comités de lucha o de trabajadores para luchar para esta perspectiva que hubiera desplazado el marco y los términos políticos del enfrentamiento impuesto por el gobierno y la burguesía desde el 10 de diciembre. Cabe decir que, al nuestro conocimiento, no se ha logrado. Y que, por lo tanto, no se pudo presentar ninguna alternativa política de clase real y, menos aún, representar un factor material de la situación.

Sin embargo, este movimiento de los chalecos amarillos, aun cuando pueda mantenerse todavía unas semanas, marca un antes y un después en la mera dinámica del conflicto de clase en Francia y una referencia para el proletariado internacional. En particular, con gran perjuicio de los sindicatos y de su táctica de los Días de acción, ha enseñado que un movimiento ’incontrolado’ y sin organización – incontrolado e inorganizado del punto de vista del Estado y de la ideología burguesa – puede hacer retroceder la burguesía [7]. También mostró que la negativa a aceptar la amenaza y la violencia represiva del Estado, la voluntad de no ceder a la represión y de seguir manifestando masivamente a pesar de los riesgos, podría forzar la burguesía a ceder, bajo ciertas condiciones y en ciertos momentos, a reivindicaciones. Por último, este episodio particular de la lucha de clases hizo entrar en el combate capas y generaciones de proletarios que hasta ahora quedaban ajenos a esa y cuya expresión en las luchas por venir así como la toma de consciencia no podemos prejuzgar. Es demasiado pronto para deducir que una nueva generación de militantes revolucionarios pueda, directa o indirectamente, surgir mecánicamente de este episodio.

Sin embargo, es también esta tarea la que los revolucionarios deben abordar a través de la propaganda y la intervención. La (nuestra) debilidad y la (nuestra) casi ausencia de los comunistas como fuerza material política en las manifestaciones y las rotondas, tan difícil era una intervención activa dada les reticencias políticas de los chalecos amarillos y su ’interclasismo’ abierto, es un elemento de debilidad, no en sí del mero movimiento que nada más lo subraya, pero de la relación de fuerzas internacional e histórica presente entre las clases. No desarrollamos más este punto en el marco de este comunicado cuyo objeto se limita a proveer un posicionamiento inmediato sobre la situación para todos los que son directamente interesados y para el conjunto del campo revolucionario internacional.

El Grupo Internacional de la Izquierda Comunista, 27 de enero 2019.

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Notas:

[1. De los Estados-Unidos hasta la China, pasando por África y todos los continentes, huelgas y conflictos tienden a multiplicarse estos últimos meses...

[2. Como tal, si el gobierno y Macron no entendieron lo que estaba sucediendo hasta el 10 de diciembre, el aparato estatal en su conjunto, empezando por su policía, pasando por los sindicatos y hasta las demás fuerzas políticas burguesas (incluido el antiguo partido de Sarkozy, pero también el PS), no ha perdido en ningún momento el control de la situación. Contrariamente a lo que sugieren los medios de comunicación, estábamos lejos de una situación insurreccional, o revolucionaria, incluso en el punto álgido de los enfrentamientos del 2 de diciembre. Macron y el gobierno han vacilado. No el aparato estatal en su conjunto, ni mucho menos.

[3. Macron se había comprometido a respetarlo.... especialmente para establecer su crédito internacional – imperialista – con la burguesía alemana. Desde este punto de vista, el movimiento de los chalecos amarillos ha debilitado el crédito y la autoridad de Macron con sus aliados europeos, lo que se suponía que restaurará el imperialismo francés a una posición más central, en particular para impulsar el fortalecimiento del eje imperialista franco-alemán.

[4. Ayer, 26 de enero, uno de los portavoces más populares y "pacifistas", Jérôme Rodrigues, recibió un disparo de flashball en el ojo mientras filmaba la escena – un facebook en directo – y pedía a los chalecos amarillos que abandonaran la Plaza de la Bastilla. Y aunque no había confrontación ni peligro de ningún tipo para la policía en ese momento. Se puede que lo ha perdido definitivamente y ha caído en un coma artificial según la prensa de esta mañana. Tal deslizamiento puede muy bien causar un salto en la movilización, o incluso cambiar los términos y momentos de la movilización tal como el gobierno sucedió establecerlos hasta ahora.

[5. Ver el informe, hoy mismo, de la reunión para una coordinación nacional de los chalecos amarillos llamada por los chalecos de Commercy realizado por Matière et Révolution : https://www.matierevolution.fr/spip.php?article5237.

[6. La difusión de este volante en la plaza de la République el 26 de enero, donde debían juntarse los chalecos amarillos después de la manifestación, ha sido prohibida por unos chalecos : « ¡ no política en el seno de los chalecos amarillos ! ». Siguió una discusión difícil en la cual eramos pocos para criticar este "a-politismo" primario y para argumentar sobre la necesidad de abordar directamente la dimensión política de clase en esta lucha como en cualquiera...

[7. Nosotros habíamos subestimado las potencialidades de este movimiento y descartado demasiado rápido cualquier posibilidad de ’ganancia’ para los proletarios en nuestro comunicado del 2 de diciembre : « Sobre este terreno, los obreros que se encuentran aislados y ahogados en tanto que proletarios en una masa con intereses heterogéneos y aun a menudo contradictorios, aislados y ahogados en el "pueblo", no ganarán nada ». La declaración tajante, probablemente porque quedábamos atrapados por un esquema, fue contradicha por la realidad – al menos en parte. El hecho que no fuéramos los únicos a equivocarnos sobre este punto preciso, no le quita nada a la necesidad de comprender donde radica el error y cuál es su tamaño. En particular, no pensamos que cuestiona el análisis general de este movimiento y de sus limites por su "interclasismo".

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